Pronzato, Alessandro: Éste es el cristiano... y éste su Dios. Un comentario actualizado a la Carta de Santiago. Sal Terrae, Santander, 2006. 182 páginas. Comentario realizado por Sagrario de la Vega.
Alessandro Pronzato, sacerdote italiano, maestro y periodista, es autor de más de cien obras que han sido traducidas a infinidad de lenguas.
La carta de Santiago aborda problemas urgentes y concretos y se impone por su viva actualidad; y el autor de este libro hace una lectura inteligente, profunda e incisiva de esta carta.
Recurre a la estructura de partir fragmentos de la Carta para explicar e introducirnos poco a poco en el contenido de los siguientes temas:
1. La fe. Santiago pone la verificación de la fe en la capacidad de soportar la prueba. Y el autor, basándose en la Carta, se pregunta: ¿quién nos pone a prueba?; y posteriormente enumera diferentes manifestaciones de prueba. La oración debe marcar el ritmo de todos los momentos de la vida, los tristes y los alegres, y enumera las características de la oración, en la perspectiva de Santiago. Quien tiene fe, tiene decisión y no vacila a pesar de los golpes y dificultades de la vida. Santiago está convencido de que la fe es algo visible, algo que se ha de mostrar, hacer evidente y legible para todos; porque lo que cuenta y lo que se traduce es la relación vital con Dios. La caridad muere en el momento en que pretende suplir las obras con palabras.
2. Los ricos y los pobres. Tema importante en la carta: las relaciones entre ricos y pobres. Santiago piensa en los pobres desde el punto de vista social, los que formaban la gran mayoría de su comunidad, en la que se daban discriminaciones inaceptables. En este sentido recomienda no ceder a favoritismos, no hacer acepción de personas y sí privilegiar a los pobres, poner en el primer puesto a los últimos. Y es que la injusticia es un grito que llega hasta Dios.
3. La verdadera y la falsa sabiduría. Lo que pretende es esbozar un proyecto de vida cristiana, y en este sentido Dios da con la gratuidad más absoluta. Para Santiago el cristiano es alguien que va contra corriente, que es la única manera de ir en la dirección indicada por el Evangelio. El cristiano es un «resistente» a las modas, a las opiniones más difundidas, a las idolatrías dominantes.
4. El cristiano frente a la Palabra de Dios. Palabra que nos hace nacer; pero esto no es suficiente: tenemos que ser «hacedores» de la Palabra sembrada. La casa como laboratorio experimental de la autenticidad y la eficacia de la Palabra, porque la Palabra no puede quedarse en la Iglesia. Es más, la Palabra tiene que ir «impresa» en el rostro del cristiano.
5. El lenguaje del cristiano bajo el signo de la dulzura. Por cinco veces se refiere Santiago al tema del hablar, «muéstrame la lengua, y te diré como va tu salud». La verdadera religiosidad exige «refrenar la lengua»; de ahí que se ponga del lado de la oración caracterizada por la sobriedad y la justa medida en el hablar, dando prioridad a los hechos concretos. Dulzura en el lenguaje: es algo profundo, no exterior ni emotivo; la dulzura proviene de un ánimo «pacificado», de un ser en armonía.
6 y 7. Conversión personal y recuperación del hermano «descarriado». Los cristianos somos personas convertidas, y desde esta experiencia nos tiene que urgir la recuperación del hermano perdido, siempre conducidos por dos sentimientos: caridad y humildad. Se trata de un procedimiento misericordioso.
Según el autor del libro, el final de la Carta se caracteriza por la esperanza y la alegría. Santiago empieza su escrito con una bienaventuranza: «Considerad como perfecta alegría...», y concluye con otra bienaventuranza sálmica: «Dichoso aquel a quien se ha perdonado la culpa y cubierto el pecado».
En conclusión, cabe pensar que, por ser un título tan específico, hay que estar por alguna razón muy motivado para tomarlo como lectura; sin embargo, si te adentras en él, te lanza a temas de siempre, actuales y fundamentales para los seguidores de Jesús, como son: justicia social, caridad, libertad, perdón... Haciendo vida el mensaje de este libro, podrían suceder muchas cosas... evangélicas.
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