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viernes, 12 de febrero de 2021

Anónimo: Poema de Fernán González. Por Javier Sánchez Villegas

Anónimo: Poema de Fernán González. Cátedra, Madrid, 2010 (original de 1250). 199 páginas. Edición de Juan Victorio. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Poco a poco seguimos adentrándonos en obras tremendamente significativas de la literatura medieval española. Ahora el turno es para el Poema de Fernán González, una obra que pertenece a la épica por su contenido y a la lírica culta del mester de clerecía y su cuaderna vía por su forma (para saber lo que es el mester de clerecía y la cuaderna vía, ver la reseña del Libro de Alexandre haciendo click aquí). 

"Cuando el Arlantino -dice Juan Victorio en la introducción- redactaba en pleno siglo XIII su Poema de Fernán González, hacía ya dos siglos y medio que el conde castellano había muerto. En ese largo espacio de tiempo, corría de boca en boca un Cantar juglaresco que contaba también ciertas hazañas de tan famoso personaje. Pero ese cantar, para nuestra desgracia, se ha perdido, siguiendo la suerte de otras muchas composiciones épico-juglarescas" (pág. 13).

El Arlantino, es decir, el monje del monasterio de San Pedro de Arlanza, es muy claro. Ese texto anterior existió. Y no tuvo ningún reparo en fijarse en él para convertirlo en el protagonista de la obra que estamos presentando. Es de todos conocido que era muy normal que los autores del mester de clerecía (que tenían una vis creativa algo limitada) copiaran o se limitaran a traducir obras latinas clásicas o medievales (este

lunes, 21 de diciembre de 2020

Anónimo: Libro de Apolonio. Por Javier Sánchez Villegas

Anónimo (1250): Libro de Apolonio. Madrid, Cátedra, 1992 (7ª edic. 2018). 305 páginas. Edición de Dolores Corbella. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

El Libro de Apolonio se conserva en la biblioteca de El Escorial. y fue escrito, casi con toda probabilidad, en el año 1250. Como es propio en la Edad Media, este libro se basa en otros textos que actúan como fuentes primarias. Así, Dolores Corbella (editora de esta edición del Libro de Apolonio de Cátedra) señala que la fuente primera puede ser un texto del siglo III que, a su vez, tuvo cinco ramificaciones: La Historia Apollonii Regis Tyri, la Gesta Apollonii Regis Tyri metrica, el Phanteon de Godofredo de Viterbo, la Gesta Romanorum y los Carmina Burana. Por otra parte, hay episodios del Libro de Apolonio que parecen sacados de otras obras clásicas importantes, como por ejemplo, la Odisea, las Efesíacas o la Eneida, entre otros. 

Sea como fuere, lo importante es que nos encontramos ante un texto que trata sobre la vida de Apolonio, rey de Tiro, el cual es descrito como un monarca medieval, como un héroe mítico, como un perfecto caballero. Aparece así, ante todos, como un verdadero modelo a imitar (algo muy típico en la Edad Media, y que ya vimos en el Libro de Alexandre -pinchar aquí-) e igualar con grandes y brillantes hechos. Apolonio "posee nobleza y magnanimidad, no es un hombre de armas, sino un hombre de letras" (pp. 40-41). Lo destacable de él no son sus hazañas en el campo de batalla (que también), sino su sapientia, su sabiduría.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Anónimo: Libro de Alexandre. Por Javier Sánchez Villegas

Anónimo: Libro de Alexandre. Cátedra, Madrid, 1995 (2ª edición). 667 páginas. Edición de Jesús Cañas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Desde hace ya algún tiempo vengo fraguando la idea de leer Literatura de verdad, con mayúscula. Sí, ese tipo de libros en toda su variedad (prosa, lírica y teatro) que ha sido capaz de superar el filtro del tiempo. Me estoy refiriendo a los clásicos. Después de haber tenido la experiencia de leer a Homero y a Virgilio (que me han fascinado), me planteo si no merece la pena dejar tantas obras como pueblan las mesas de novedades de nuestras librerías y dedicarme por completo (el tiempo que me permite el resto de quehaceres) a los clásicos castellanos. De esta forma, y siguiendo cierto orden, aunque no seré estricto, comenzaré por la Edad Media para, poco a poco, ir avanzando en la historia de la Literatura hasta nuestros días.

El objetivo último es disfrutar de la buena literatura, no agobiarme ni marcar plazos de lectura. Por otra parte, yo no soy filólogo, y no es mi deseo el analizar las obras literarias como si fuera a presentar un trabajo de Bachillerato o de universidad. No. Las obras son lo que son (y algo habrá que decir en este sentido), pero siguen diciendo cosas a los lectores. Ahí me quiero situar yo.