Gulotta, Adriana (Coord.): ¡A la Escuela de la Paz! Educar a los niños en un mundo global. San Pablo, Madrid, 2018. 285 páginas. Traducción de David Salas Mezquita. Comentario realizado por José Fernando Juan Santos.
La comunidad de Sant’Egidio ocupa a día de hoy un lugar muy especial de la Iglesia y las ciudades. Tanto en uno como en otro caso, apuesta por las periferias desde hace décadas, cuando no sabíamos que se podían nombrar así esos espacios marginales, un tanto decaídos y empobrecidos, en los que la vida funciona a otro ritmo y el salir adelante ha restado sitio a la esperanza. Allí comienza esta iniciativa, hoy narrada de manera coral en este libro, las escuelas de la Paz, extendidas por todo el mundo allí donde la comunidad se hace presente. Iniciativa valiente que surge de un grupo de estudiantes que, uniendo oración y reflexión, buscan en este servicio dar cauce a una llamada urgente.
Todo empezó en Roma, pero a las afueras. Todo nace en el Trastévere, una vez más. Pero no se trata de implementar un sistema educativo implantado en otros lugares y darle salida allí. El proyecto es mucho más amplio y ambicioso. Se trata de trabajar por los chavales concretos y por el mundo entero en su conjunto. No valen los métodos ordinarios, las periferias requieren su propio camino de acercamiento, reconciliación, apertura de posibilidades. La acción allí comienza por el encuentro y la acogida, y se desarrolla en el grupo, con tiempos muy diversos. Empujado siempre por un carácter evangélicamente gratuito.
El libro dibuja la figura de un educador comprometido, pese a la pobreza del entorno, con sacar al muchacho adelante contando con él mismo, dialogando y reconstruyendo en él el valor de la educación y el trabajo, de la solidaridad y el equipo, capaz de mirar así el mundo, con la imprescindible bondad y la libre creatividad. Un libro que, a mi entender, hace mucho bien al educador que lo lee y lo trabaja, porque esponja y plantea muchos interrogantes sobre aquello que se hace comúnmente en las aulas empujados por la inercia y la falta de responsabilidad. Pero también es un libro para quien está buscando su vocación y está dispuesto a escuchar una llamada potente. Quien pueda, que en su ciudad pregunte y se acerque a conocer de primera mano lo que en estas páginas muchos pueden creer que son solamente buenas palabras y poco más. Lo mejor del libro es que está encarnado.
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