Bartolomé, Juan José: Jesús de Nazaret, formador de discípulos. Motivo, meta y metodología de su pedagogía en el evangelio de Marcos. CCS, Madrid, 2007. 308 páginas. Comentario realizado por M.ª Ángeles Gómez-Limón.
Juan José Bartolomé es salesiano, profesor de Sagrada Escritura, particularmente dedicado a los estudios neotestamentarios. Autor de numerosas publicaciones, entre las que destacan Pablo de Tarso y Cuarto Evangelio, cartas de Juan, ha ofrecido recientemente títulos como Dichosa tú, que has creído o Mar adentro.
En el caso en que nos encontramos, la colección que la editorial titula «Adultos en formación» incluye, con acierto, esta nueva obra del autor. En ella, J.J. Bartolomé pone de relieve que el primer evangelio puede leerse como un auténtico manual de formación para los seguidores de Jesús, llamados a constituirse en comunidad evangelizadora (cf. p. 5). Desde esta perspectiva se adentra en el relato de Marcos y, aun cuando no comenta todas las perícopas, sí engarza adecuadamente la continuidad del proceso formativo que se adivina sin especial dificultad en la base del evangelio. Con todo, el autor es consciente de que «Marcos no nos ha dejado un tratado de la pedagogía de Jesús; nos ha regalado el –primer– evangelio de Jesús, Cristo, el Hijo de Dios» (p. 7); lo cual no es óbice, sino todo lo contrario, para la propuesta de acercamiento al relato que se busca en el presente volumen.
La obra sigue una estructura lineal, inherente a la lógica interna del Evangelio. De ahí que, tras el Prólogo de Pascual Chávez, Rector Mayor de los Salesianos, y la Introducción, a cargo ya del autor, se sucedan cuatro partes, una Conclusión y el Epílogo. La Primera Parte, titulada «El evangelio de Marcos y Jesús de Nazaret. Relato literario y realidad histórica», se ocupa de diversos aspectos introductorios, fundamentales para la comprensión de la presente obra, como son «El mundo literario de Marcos», «El proyecto editorial», «Jesús de Nazaret y su “mundo”», etc. La Segunda Parte –«Galilea, unos inicios prometedores»– inaugura la andadura al hilo del relato evangélico, deteniéndose en las primeras etapas formativas de los discípulos: «El discípulo, inicio del Reino»; «Siguiendo a Jesús, para que siga con nosotros»; «La libertad que da estar con Jesús»; «Enviados serán sólo los íntimos»; «Discípulos y hermanos de Jesús»; «Los Doce: elegidos para ser enviados»; «Invitados a calmar el hambre de la gente»; «Sin Jesús, todo son fantasmas». La Tercera Parte –«Camino de Jerusalén, tiempo de catequesis»– busca reflejar el interés de Jesús en la formación del discípulo en su marcha hacia la Ciudad Santa y hacia el cumplimiento de su misión; para ello incluye capítulos como «El primer creyente, un buen “diablo”»; «El precio del discipulado»; «A solas con un Jesús encantador»; «Persiguiendo otros fines en el seguimiento de Jesús»; «Dejando a Jesús por no dejar a cuantos él tiene»; «La suerte del discípulo, un cáliz y el bautismo de Jesús»; «Primeros son siempre los siervos». La Cuarta Parte –«Jerusalén, tumba de la fidelidad del discípulo»– pone de relieve el momento decisivo del seguimiento, el lugar y la circunstancia en que se evidencia la totalidad de la entrega de Jesús y la incapacidad de los llamados para ir tras él. Para ello recoge los siguientes capítulos: «La catequesis de la higuera maldita»; «Con Jesús como huésped y alimento»; «Getsemaní: el hijo de Dios y unos soñadores»; «Traidores son sólo los íntimos; el que más prometía, el más renegón». La Conclusión –«Un final truncado... ¿o trucado?– busca dar razón, desde la perspectiva en que se concibe el presente volumen, de «un final tan poco glorioso» (p. 276) e «inacabado», así como su significado para toda persona que haya sido llamada a continuar la vida y misión de un Jesús que ha resucitado. El Epílogo –«Jesús de Nazaret, formador de discípulos»– constituye, en cierto modo, una síntesis de la obra y una confirmación, desde el final, de la pedagogía de Jesús.
J.J. Bartolomé escribe, en este caso, con una finalidad que podríamos llamar bíblico-pastoral; de ahí los acentos que caracterizan estas páginas: el modo de acercarse al relato de Marcos; el género literario que utiliza; la manera de presentar los datos de la exégesis; la explicación de símbolos y expresiones bíblicas comunes; el hecho de concluir cada capítulo con unas «Pistas para la reflexión» y un comentario puntual, a modo de ampliación de contenidos, a propósito de la temática tratada en el capítulo. Destinado a un público amplio, interesado por el tema y sin ser experto en cuestiones escriturísticas, el libro se lee con facilidad, permite aplicaciones catequéticas de cierta profundidad y despierta interés para adentrarse en el relato evangélico en su rica desnudez. Valoramos la perspectiva utilizada, sobre todo teniendo en cuenta la intencionalidad de la obra; pero se echan de menos algunas alusiones –clásicas, por otra parte– a la perspectiva del discipulado que subyace, por ejemplo, a la secuencia de las curaciones de ciegos (de Betsaida, de Jericó), de ubicación estratégica en el relato de Marcos. En síntesis, consideramos que J.J. Bartolomé, fiel a su preocupación por despertar el interés por la Escritura desde las necesidades pastorales de las comunidades cristianas, logra una obra que aporta un valioso medio formativo para personas interesadas y catequistas que quieren un conocimiento a la vez riguroso y accesible.
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