viernes, 7 de junio de 2024

Jean-Pierre Jossua: ¿Es posible hablar de Dios? Por Víctor Chacón Huertas

Jossua, Jean-Pierre: ¿Es posible hablar de Dios? PPC, Madrid, 2008. 138 páginas. Comentario realizado por Víctor Chacón Huertas.

La pregunta que hace en su título este dominico francés parece fundamental. Y lo parece en dos sentidos. Primero, porque en nuestra sociedad posmoderna y poscristiana (alejada, al menos, de la antigua Cristiandad demográfica y social) ya no se pueden hallar fácilmente verdades graníticas y certezas inconmovibles. Por eso, su planteamiento, una pregunta, se presenta tan sugerente como estimable. Es importante, dice veladamente el autor, no sólo creer firmemente, sino también preguntarme por Aquel en quien creo y por mi posibilidad de comunicarlo a otros. Una pregunta puede en muchas ocasiones reconducir una situación difícil o conflictiva. Afirmar, y más aún aseverar, puede ser tarea pretenciosa, sobre todo cuando el objeto de nuestra afirmación es Dios. Segundo, porque su misma perspectiva teológica es fundamental, va a las bases, a los cimientos donde se sostiene el edificio de la teología. Y cualquier teología que hoy día quiera tener siquiera un tímido diálogo con la cultura y con nuestro mundo habrá de adoptar mínimamente una perspectiva humilde, abierta al cuestionamiento y fundamentadora de su sentido. 

Jean-Pierre Jossua sitúa a los lectores de este libro en una tesitura delicada. ¿Se puede nombrar a Dios? ¿Cómo hablar de Dios si la filosofía no nos lleva necesariamente a Él? ¿Cómo evocarle hoy día en nuestro mundo desacralizado? En palabras del propio autor: «La fe en Dios es la respuesta a su iniciativa y sólo puede ser un descubrimiento positivo dentro de un proceso de profundización existencial que permite generar una dinámica inagotable de amor y de esperanza». La pregunta de Dios sólo puede ser respondida afirmativamente desde la fe, con sus propios desarrollos lógicos y argumentativos, pero siempre en el ámbito de la fe. Intentar otra vía sería traicionar el contexto de relación libre y gratuita en la que los cristianos concebimos a Dios como alteridad y como Padre. Jossua, entonces, viene a decir que esa «relación» se vehicula a través de la palabra, a través del lenguaje. Por ello en su obra se detiene a analizar la manera y el sentido en que podemos nombrar a Dios. A Dios se le nombra, no en el sentido semítico, que considera que se poseen aquellas realidades nombradas, sino en el sentido salvífico de la relación que se establece con Él al hacerlo. Así, lo que el autor plantea en su pregunta inicial es si podemos hablar de Dios, es decir, si cabe la posibilidad de expresarlo y comunicarlo sin reducirlo ni anularlo: dejando a Dios ser Dios y permaneciendo nosotros humanamente en nuestro lugar. 

El autor francés logra estructurar su obra en cinco capítulos de amena lectura, en los que va haciendo un proceso con el lector: las palabras que nombran a Dios, Dios y el hombre, qué palabra para referirse a Dios, la búsqueda de la sabiduría y, por último, la tradición mística. En este camino a través del lenguaje y la experiencia humana podremos llegar, con la iluminación bíblica, a decir una palabra sobre Dios. Sobre lo que ha supuesto para los hombres y lo que puede seguir significando aunque no se hable explícitamente de Él o se rehúya mencionar su nombre en determinados contextos. 

Por todo ello, creo que este libro puede resultar interesante para aquellas personas que desarrollen alguna actividad pastoral con jóvenes y adolescentes. De modo especial, los docentes y aquellos que se están iniciando en la teología, pues este libro podrá aportarles, con seguridad, alguna luz nueva en su labor. ¿Cómo nombrar aquello que creemos que existe? A Dios se le confiesa sólo con pronunciar su nombre, con admitir su lugar en nuestro lenguaje y en nuestra realidad, para luego descubrirlo en nuestro interior y celebrarlo en la comunidad creyente, junto a otros que pronuncian su nombre. 


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