lunes, 14 de agosto de 2023

Mª Dolores Lasheras Aguirre: Silencios elocuentes. Por Urbano Valero

Lasheras Aguirre, Mª Dolores: Silencios elocuentes. Pedro Arrupe S.J. consejero y amigo, 1958-1985. Ediciones Lestonnac (ODN 25), Digitarte, 2017. 176 páginas. Comentario realizado por Urbano Valero.

La autora de este bello libro de Ediciones Lestonnac, primorosamente editado por la Tipografía Vaticana, es una religiosa de la Compañía de María, primer instituto femenino de espiritualidad ignaciana surgido en la Iglesia (aprobado por el papa Paulo V en 1607), quien mantuvo una larga y estrecha relación con el Padre Pedro Arrupe (1958- 1985). Como este, Mª Dolores Lasheras fue una de las primeras misioneras de su Orden en Japón (1959 a 1973) y luego Superiora General de la misma durante doce años, viviendo ambas situaciones en contacto directo con aquel. Recordándolas vivencialmente con calor y emoción, va contando a través de multitud de anécdotas y hechos de vida lo que el Padre Arrupe significó para ella y sus hermanas de religión, tanto en su aterrizaje en Japón y la instalación de sus primeras misiones, como, más tarde, en la dirección de su Orden en los años palpitantes y complicados de la renovación conciliar propiciada por el Concilio Vaticano II. 

El resultado es un relato espontáneo y jugoso, vibrante y hasta tierno, –y, sobre todo, agradecido– de lo sucedido en esa riquísima relación de intercambio espiritual y apostólico, que ha llevado a otorgar al P. Arrupe los títulos de “Consejero y Amigo” de la autora y, a través de ella y de algunas de sus compañeras, de su propia Orden. Este relato confirma lo ya sobradamente conocido del Padre Arrupe: hombre llevado por el Espíritu, explorador de nuevos caminos de servicio y solidaridad, sensible a las carencias y heridas del mundo, desprendido de sí mismo viviendo siempre “para los demás”, hijo fiel y humilde de la Iglesia hasta la muerte. Tiene además la ventaja de ofrecer el mismo paisaje contemplado desde “otro ángulo”, distinto del habitual. No son solo sus admiradores jesuitas los que así ven y veneran a su Padre General de los tiempos difíciles, sino también otras muchas personas que se beneficiaron limpiamente de su amistad y consejo y de su impulso iluminado en la renovación acomodada de la vida religiosa. 

A ello se añade el encanto aportado por varias cartas autógrafas del Padre Arrupe, despojadas de cualquier formalismo oficial, insertas en el texto, dirigidas a algunas religiosas de la Compañía de María y a su Madre General. 

Al comienzo de su relato, confiesa sentidamente la autora: “Hemos considerado siempre como una de las mayores gracias recibidas del Señor que [el Padre Arrupe] estuviera tan cerca del ‘camino’ emprendido por la Compañía de María. Con su consejo, su sabiduría apostólica y su cercanía, se forjó nuestro espíritu misionero”. Por ello había que preservar esa gracia del olvido de quienes la conocían o del desconocimiento de quienes la ignoraban, sacándola a la luz, para que aquellos y aquellas a quienes llegara noticia de ella, glorificaran al Padre que está en el cielo y le alabaran por sus obras magníficas. En momentos de posible desolación u oscuridad, no tan raros en estos tiempos, la lectura de estas páginas puede levantar de nuevo el soplo dulce y consolador del Espíritu, que, con su frescor y su luz, las disipe. 

Por todo lo cual esa lectura sería muy beneficiosa y recomendable para cualquier persona interesada en conocer las rutas secretas del Espíritu. (Para adquirir el libro, dirigir los pedidos al correo electrónico: secretaria-prov.odn@companiademaria.org).


1 comentario:

  1. Dolores Lasher...
    Regalo para la Compañía de María... Por su visión , entrega generosa y cercana...

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