lunes, 17 de junio de 2024

Julio L. Martínez: Libertad religiosa y dignidad humana. Por José Manuel Caamaño

Martínez, Julio L.: Libertad religiosa y dignidad humana. Claves católicas de una gran conexión. San Pablo-UPCo, Madrid, 2009. 370 páginas. Comentario realizado por José Manuel Caamaño.

Nunca se ha hablado tanto de derechos humanos como en el momento actual, probablemente porque su incumplimiento sigue siendo clamoroso en los distintos lugares del planeta. Precisamente la obra que presentamos se entregó a los editores justamente cuando se cumplía el 60 aniversario de la Declaración Universal de 1948, coincidencia que nos da ya la clave de la intención del autor: la libertad religiosa es un derecho fundamental necesitado de protección, para lo cual se precisa un riguroso análisis de sus aspectos y significación profunda. Tan sólo así podrá ser defendido, y tan sólo así podrá ser realizado en todos los lugares del planeta. 

Se trata del décimo volumen de la colección Teología Comillas y el segundo del profesor Julio L. Martínez, SJ en la misma, continuando así la tarea de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid de hacer contribuciones serias y significativas al panorama teológico actual. La presente obra se enmarca, pues, perfectamente en tal objetivo general, tratando además uno de los temas más candentes del momento presente. Basta con referirse a diversas propuestas de la llamada laicidad positiva francesa o a la reforma de la ley de libertad religiosa que el Gobierno español está acometiendo.
El libro consta de seis capítulos en los cuales se va desgranando la visión teológica y –¿por qué no? católica de la libertad religiosa, tomando como núcleo fundamental la declaración Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II. Desde aquí se hace una aproximación histórica a los antecedentes del texto conciliar, para pasar a continuación a una profundización teológica del concepto de libertad religiosa en todos sus aspectos, con las consiguientes aplicaciones prácticas. 

Así, en el primer capítulo el autor nos traslada al centro mismo de los debates sobre la libertad religiosa que se venían produciendo desde León XIII hasta los años sesenta del siglo pasado. En él da cuenta, de forma clara y precisa, de las dos líneas principales que colisionarían en el Concilio: la de la tolerancia religiosa, basada en la «tesis-hipótesis», y la de la libertad, basada en la dignidad humana. 

El segundo capítulo nos sitúa ya en el último de los documentos aprobados en el Concilio Vaticano II el 7 de diciembre de 1965, la Declaración sobre la libertad religiosa Dignitatis Humanae, concebida como complementaria de un documento mayor aprobado el mismo día, como es la Constitución Pastoral Gaudium et Spes. El autor nos adentra en los debates conciliares previos a la elaboración del texto, analizando las principales líneas en conflicto y el argumento jurídico-político de la libertad religiosa. Resultan de extraordinario interés las discrepancias entre los partidarios de fundamentar la libertad religiosa en la conciencia y los que pretendían fundamentarla, como luego ha ocurrido, en la dignidad humana, sobre todo bajo la influencia de uno de los principales teólogos conciliares como fue J.C. Murray. El autor analiza pormenorizadamente el texto definitivo, la fuerza de sus argumentos, e incluso afronta algo tan nuclear como es el desarrollo de la doctrina en el dinamismo de la Tradición.

El capítulo tercero es todavía más novedoso, dado que constituye un acercamiento al magisterio de Juan Pablo II en relación con la libertad religiosa. Realmente, se puede decir que se trata de una profundización teológica en el concepto de libertad, algo en lo que el texto conciliar no había insistido de forma extensa. Por ello, el autor deja constancia del significado de la libertad poniéndola en conexión con algo tan importante para Juan Pablo II como es su vinculación con la verdad, eliminando de esta forma cualquier sospecha de subjetivismo o relativismo de la libertad en sus distintas vertientes. 

Igual de novedoso e importante es el capítulo cuarto, dado que, si anteriormente se había tratado de la libertad, ahora le toca el turno al fundamento de la misma, es decir, a la dignidad. Con la afirmación de la libertad religiosa en el Concilio y su fundamentación en la dignidad, se supera la visión precedente sustentada en la defensa de que tan sólo la verdad tiene derechos. Ahora el centro está en el ser humano mismo, dado que es la persona la que tiene derechos, pero no la verdad ni el error. Es el ser humano, en su dignidad, el que tiene derecho a equivocarse. Por ello resulta tan interesante la profundización humanista que hace el autor desde la teología de la creación y la teología de la cruz, en diálogo con autores modernos como Descartes, Kant, Feuerbach, Marx o Nietzsche. Si el ser humano es digno, es porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y está llamado a la comunión definitiva con Él. 

En los dos últimos capítulos, el quinto y el sexto, el autor hace una aplicación al contexto social actual de los presupuestos teóricos analizados en los capítulos precedentes. En este sentido, y en un marco de globalización, no sólo insiste en la defensa de la dignidad humana como fundamento de derechos humanos tan importantes como el desarrollo o la justicia, sino que presenta una revalorización de la concepción conciliar de la libertad religiosa en las actuales sociedades multiculturales, debido sobre todo al aumento de las migraciones, y como punto de reconciliación entre posibles reducciones confesionales y laicistas ante las religiones, superando imposiciones religiosas, pero respetándolas como parte integrante del bien común social. Por ello se insiste tanto en el diálogo interreligioso e intercultural, así como en la necesidad de cooperación entre creyentes y no creyentes –concretada en una justa laicidad– en la búsqueda de sociedades más justas. 

En definitiva, se trata de una obra sobre una cuestión importante, tratada de forma rigurosa y que, sin embargo, resulta asequible a un público no especialista en la materia. Es de destacar la síntesis conclusiva en siete puntos que hace el autor. Ni que decir tiene la calidad del formato o la escasez de errores de imprenta, algo de agradecer por el lector. Sin duda, será una obra de referencia indudable en un tema tan concreto como éste, dado que, al fin y al cabo, las religiones son hechos ineludibles más allá de todos los cambios sociales que se puedan producir. Por ello –dice el autor en la introducción– «si la religión es y va a ser importante, sin duda no lo es menos que las religiones demuestren su capacidad de contribuir a la convivencia de la diversidad, promoviendo en particular la resistencia contra los dos grandes enemigos de la experiencia intercultural: el racismo y el fundamentalismo». 

No hay comentarios:

Publicar un comentario