Melloni, Javier: El Cristo interior. Herder, Barcelona, 2010. 150 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Javier Melloni (Barcelona, 1962) es jesuita, doctor en Teología y licenciado en Antropología Cultural. También es miembro de Cristianisme i Justícia y profesor en la Facultad de Teología de Cataluña. Vive en la Casa de Sant Ignasi en Manresa, donde acompaña y reflexiona sobre las diversas manifestaciones de la experiencia de Dios. Está especializado en mística comparada y diálogo interreligioso. Es autor de diversas publicaciones, entre las que destacamos:
- Ignacio de Loyola. Un mistagogo de la justicia. Cristianisme i Justícia, Barcelona, 1990.
- Los caminos del corazón. El conocimiento espiritual en la "Filocalia". Sal Terrae, Santander, 1995.
- Los ejercicios en la tradición de Occidente. Cristianisme i Justícia, Barcelona, 1998.
- Los ciegos y el elefante. El diálogo interreligioso. Cristianisme i Justícia, Barcelona, 2000.
- Itinerario hacia una vida en Dios. Cristianisme i Justícia, Barcelona, 2001.
- El uno en lo múltiple. Aproximación a la diversidad y unidad de las religiones. Sal Terrae, Santander, 2003.
- El cine y la metamorfosis de los grandes relatos. Cristianisme i Justícia, Barcelona, 2004.
- Los ejercicios y tradiciones de Oriente. Cristianisme i Justícia, Barcelona, 2004.
- Relaciones humanas y relaciones con Dios. El yo y el tú trascendidos. San Pablo, Madrid, 2007.
- Vislumbres de lo real. Herder, Barcelona, 2007.
- El no-lugar del encuentro religioso. Trotta, Madrid, 2008.
- El deseo esencial. Sal Terrae, Santander, 2009.
- Hacia un tiempo de síntesis. Fragmenta, Barcelona, 2011.
- Voces de la mística. Invitación a la contemplación. Herder, Barcelona, 2012.
- Voces de la mística II. Herder, Barcelona, 2012.
Una vez conocida su obra, pasemos ahora al contenido del libro que nos ocupa. Vayamos por partes.
En la presentación se nos dice que hay una cristología descendente y otra ascendente, y que también se puede hablar de una cristología interior. Esta cristología, que no es ajena al mundo, tiene la capacidad de poner de manifiesto tres puntos fundamentales: primero, revela lo que el mundo es; segundo, revela la esencia íntima del hombre; y tercero, revela que hay semillas de divinidad en lo Real (las tradiciones religiosas y la Iglesia).
Desde este punto de partida, Melloni recorre la vida de Jesús, estructurando el libro en cuatro partes. Todos los seres humanos estamos llamados a seguir el mismo camino que Jesús recorrió.
I.- Horizonte.
1.- Venid y lo veréis. Observar. Abrir la mirada interior y aprender a reconocerle, porque ya está entre nosotros. El Ser uno y único se nos comunica desde la profundidad de sí mismo como Fuente originaria (Padre), como Receptáculo con capacidad constitutiva de acoger (Hijo) y como Flujo constante de devenir para dejar que los seres advengan (Espíritu).
2.- Tú eres mi Hijo, en quien me complazco. Experiencia fundante, estructurante de Jesús. A partir de ese momento invocará a Dios como Abbá.
3.- Conviene que yo disminuya y él crezca. Disminuir en Aquel que es para ser en Quien todo es. La filiación nace de la conciencia cada vez más nítida de no pertenecerse a uno mismo, sino de saberse continuamente recibido. Vamos siendo a medida que entregamos nuestro ser, porque el Ser es continuamente cesión de sí mismo.
II. Camino.
1.- Muy de madrugada, se retiró a orar. Orar es pronunciar el Tú principal en el cual nace la conciencia de un yo que diciendo Tú regresa a su matriz originante. Orar es conjuntar el centro de las propias decisiones con el Centro del que dimana la realidad. Orar da la posibilidad de co-crear.
2.- Hablaba con autoridad. El comportamiento de Jesús plantea algo fundamental a toda religión y a toda sociedad: ¿Dónde se funda la legitimidad de las normas colectivas? ¿Dónde acaba la libertad y comienza la arbitrariedad?
3.- Felices los que eligen ser pobres. Dios se retira para dejarnos ser. Su pobreza es el espacio de nuestra posibilidad. Nuestra pobreza nos hace uno con Él al renunciar a toda posesión que no sea Él. La pobreza se convierte así en la participación del ser desnudo que es Dios, que es sin tener. Las bienaventuranzas recuerdan que sin los demás no hay acabamiento.
4.- Buscad el reino de Dios y su justicia. El reino de Dios es la revelación de la inmanencia de Dios que brota por doquier. La justicia del reino es la adecuación de cada cosa y cada persona a su lugar. La categoría del reino nos introduce en otro orden del tiempo que no tiene que ver solo con el porvenir, sino también y, sobre todo, con el presente.
5.- Te bendigo, Padre, porque lo has revelado a los sencillos. Nuestra capacidad de conocer está en relación con nuestra disponibilidad ante la vida. Cuando se produce el vaciamiento entonces se da el desvelamiento, la revelación.
6.- La verdad os hará libres. Lo que nos impide ser libres es el temor a perdernos.
7.- Pasad a la otra orilla. El verdadero vivir no es estar pendiente del propio pan, sino recibirlo para entrar en esa vida de Dios.
III. Vaciamiento.
1.- Se puso a lavarles los pies. No es que la divinidad se rebaje, sino que la divinidad está abajo, libre de toda pretensión, sosteniéndonos desde nuestra base.
2.- Tomad y comed. Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo repartió. Así con nuestras vidas.
3.- No se haga mi voluntad, sino la tuya. El Hijo del hombre renuncia a su pulsión de apropiación para entregarse a una Voluntad que le sostiene. Lo que está en juego no es hacer la voluntad de Dios, sino ser su voluntad. El endiosamiento lleva a la absolutización del yo, mientras que la divinización conduce a su olvido en el Tú de Dios y de los otros, en una donación cada vez mayor.
4.- Este es el hombre. Obedecer (ob-audire) significa escuchar la realidad en lugar de huir de ella.
5.- ¡Tengo sed! Su sed es el deseo que Dios tiene del ser humano y el ser humano de Dios. Esta sed de Él, este clamor irresistible, es la ocasión para discernir la cualidad y la dirección de nuestros deseos.
6.- Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. No hay venganza ni juicio por parte de Dios, solo su per-don, un don mayor. Tendemos a ver la cruz como una amenaza o una condena, cuando precisamente es una revelación. El per-don que invoca Jesús desde la cruz es el don de recordarnos nuestra esencia para que nos reconozcamos receptáculos del Ser.
7.- En tus manos entrego mi espíritu. En el modo de morir se refleja cómo hemos vivido. También nosotros estamos llamados a la misma obertura: a reconocer más allá de nuestro sistema de creencias destellos de donación, se den donde se den y con el nombre que sea.
IV. Gestación.
1.- En un sepulcro nuevo. Este saber interpretar los signos es la tarea siempre por retomar de la experiencia creyente, tanto personal como comunitaria. Si la gestación de Jesús fue la introducción de Dios en la carne humana, en el Sábbat se gesta la divinización del ser humano y de la historia en la carne de Dios. Tenemos a Cristo dentro de nosotros esperando resucitar.
2.- Mujer, ¿por qué lloras? No me retengas. Quedamos atrapados en la angustia de la pérdida y se alarga nuestro dolor, incapaces de acoger lo que nace a través de esa privación. El resucitado pronuncia la sustancia de nuestro ser y la despierta. El reconocimiento se produce en el centro de cada cual, allá donde sentimos que es invocado nuestro nombre. Necesitamos ser alcanzados en nuestra hondura, allí donde mente y corazón son uno, para recibirle y reconocerle no solo resucitado, sino también resucitando.
3.- Bautizad en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. Jesús envía a sumergir la realidad toda en la toma de conciencia de su fondo divino (Padre), en la capacidad de fraternidad (Hijo) y en el impulso plenificador del mundo (Espíritu).
4.- Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos. La historia es la continua encarnación, gestación y maduración de lo divino en la materia.
5.- El Padre y yo somos uno. Este ser uno no se refiere únicamente a estar unidos entre nosotros, formando su Cuerpo, sino a ser uno con Dios como él es uno con la Fuente. Jesús es lo que acontece cuando alguien se abre plenamente a la acción de Dios. Donde culmina la cristología comienza una nueva antropología.
6.- Permaneced en mí. Permanecer en Jesús supone alcanzar una nueva calidad de existencia.
7.- El Espíritu os conducirá hasta la verdad plena. Las verdades de la fe son comienzos, no límites. La verdad a la que conduce el Espíritu es el reconocimiento de que donde hay vida vivida desde la donación, está su Presencia, más allá del nombre que le pongamos. Al final, el criterio de veracidad viene dado por la calidad de nuestra existencia. Vivir según la verdad conduce a un modo de ser transfigurado en comunión creciente con la Presencia que funda lo Real.
Bueno, hasta aquí el resumen del libro. Como habrás podido observar, se pueden reconocer ciertas influencias en el planteamiento del libro, desde Tony de Mello y su espiritualidad de la India, hasta la raíces místicas de santa Teresa o de san Juan de la Cruz, pasando por la antropología o la cosmología de Teilhard de Chardin. El resultado es una obra deliciosa, que conviene leer despacio, pues en ocasiones está llena de un lenguaje al que normalmente no estamos acostumbrados.
Recuerda que la clave está en la cristología interior y en que todos estamos llamados, de una manera u otra, a seguir los mismos pasos que dio Jesús. Recuerda también que Dios no está en lo alto de la montaña ni en lo profundo de los abismos, sino dentro de tu corazón. Entra en lo profundo de ti mismo, allí donde reina el silencio, y te encontrarás cara a cara con Él. ¿Te atreves? De seguro, el libro de Javier Melloni te ayudará.
- Hacia un tiempo de síntesis. Fragmenta, Barcelona, 2011.
- Voces de la mística. Invitación a la contemplación. Herder, Barcelona, 2012.
- Voces de la mística II. Herder, Barcelona, 2012.
Una vez conocida su obra, pasemos ahora al contenido del libro que nos ocupa. Vayamos por partes.
En la presentación se nos dice que hay una cristología descendente y otra ascendente, y que también se puede hablar de una cristología interior. Esta cristología, que no es ajena al mundo, tiene la capacidad de poner de manifiesto tres puntos fundamentales: primero, revela lo que el mundo es; segundo, revela la esencia íntima del hombre; y tercero, revela que hay semillas de divinidad en lo Real (las tradiciones religiosas y la Iglesia).
Desde este punto de partida, Melloni recorre la vida de Jesús, estructurando el libro en cuatro partes. Todos los seres humanos estamos llamados a seguir el mismo camino que Jesús recorrió.
I.- Horizonte.
1.- Venid y lo veréis. Observar. Abrir la mirada interior y aprender a reconocerle, porque ya está entre nosotros. El Ser uno y único se nos comunica desde la profundidad de sí mismo como Fuente originaria (Padre), como Receptáculo con capacidad constitutiva de acoger (Hijo) y como Flujo constante de devenir para dejar que los seres advengan (Espíritu).
2.- Tú eres mi Hijo, en quien me complazco. Experiencia fundante, estructurante de Jesús. A partir de ese momento invocará a Dios como Abbá.
3.- Conviene que yo disminuya y él crezca. Disminuir en Aquel que es para ser en Quien todo es. La filiación nace de la conciencia cada vez más nítida de no pertenecerse a uno mismo, sino de saberse continuamente recibido. Vamos siendo a medida que entregamos nuestro ser, porque el Ser es continuamente cesión de sí mismo.
II. Camino.
1.- Muy de madrugada, se retiró a orar. Orar es pronunciar el Tú principal en el cual nace la conciencia de un yo que diciendo Tú regresa a su matriz originante. Orar es conjuntar el centro de las propias decisiones con el Centro del que dimana la realidad. Orar da la posibilidad de co-crear.
2.- Hablaba con autoridad. El comportamiento de Jesús plantea algo fundamental a toda religión y a toda sociedad: ¿Dónde se funda la legitimidad de las normas colectivas? ¿Dónde acaba la libertad y comienza la arbitrariedad?
3.- Felices los que eligen ser pobres. Dios se retira para dejarnos ser. Su pobreza es el espacio de nuestra posibilidad. Nuestra pobreza nos hace uno con Él al renunciar a toda posesión que no sea Él. La pobreza se convierte así en la participación del ser desnudo que es Dios, que es sin tener. Las bienaventuranzas recuerdan que sin los demás no hay acabamiento.
4.- Buscad el reino de Dios y su justicia. El reino de Dios es la revelación de la inmanencia de Dios que brota por doquier. La justicia del reino es la adecuación de cada cosa y cada persona a su lugar. La categoría del reino nos introduce en otro orden del tiempo que no tiene que ver solo con el porvenir, sino también y, sobre todo, con el presente.
5.- Te bendigo, Padre, porque lo has revelado a los sencillos. Nuestra capacidad de conocer está en relación con nuestra disponibilidad ante la vida. Cuando se produce el vaciamiento entonces se da el desvelamiento, la revelación.
6.- La verdad os hará libres. Lo que nos impide ser libres es el temor a perdernos.
7.- Pasad a la otra orilla. El verdadero vivir no es estar pendiente del propio pan, sino recibirlo para entrar en esa vida de Dios.
III. Vaciamiento.
1.- Se puso a lavarles los pies. No es que la divinidad se rebaje, sino que la divinidad está abajo, libre de toda pretensión, sosteniéndonos desde nuestra base.
2.- Tomad y comed. Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo repartió. Así con nuestras vidas.
3.- No se haga mi voluntad, sino la tuya. El Hijo del hombre renuncia a su pulsión de apropiación para entregarse a una Voluntad que le sostiene. Lo que está en juego no es hacer la voluntad de Dios, sino ser su voluntad. El endiosamiento lleva a la absolutización del yo, mientras que la divinización conduce a su olvido en el Tú de Dios y de los otros, en una donación cada vez mayor.
4.- Este es el hombre. Obedecer (ob-audire) significa escuchar la realidad en lugar de huir de ella.
5.- ¡Tengo sed! Su sed es el deseo que Dios tiene del ser humano y el ser humano de Dios. Esta sed de Él, este clamor irresistible, es la ocasión para discernir la cualidad y la dirección de nuestros deseos.
6.- Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. No hay venganza ni juicio por parte de Dios, solo su per-don, un don mayor. Tendemos a ver la cruz como una amenaza o una condena, cuando precisamente es una revelación. El per-don que invoca Jesús desde la cruz es el don de recordarnos nuestra esencia para que nos reconozcamos receptáculos del Ser.
7.- En tus manos entrego mi espíritu. En el modo de morir se refleja cómo hemos vivido. También nosotros estamos llamados a la misma obertura: a reconocer más allá de nuestro sistema de creencias destellos de donación, se den donde se den y con el nombre que sea.
Javier Melloni |
1.- En un sepulcro nuevo. Este saber interpretar los signos es la tarea siempre por retomar de la experiencia creyente, tanto personal como comunitaria. Si la gestación de Jesús fue la introducción de Dios en la carne humana, en el Sábbat se gesta la divinización del ser humano y de la historia en la carne de Dios. Tenemos a Cristo dentro de nosotros esperando resucitar.
2.- Mujer, ¿por qué lloras? No me retengas. Quedamos atrapados en la angustia de la pérdida y se alarga nuestro dolor, incapaces de acoger lo que nace a través de esa privación. El resucitado pronuncia la sustancia de nuestro ser y la despierta. El reconocimiento se produce en el centro de cada cual, allá donde sentimos que es invocado nuestro nombre. Necesitamos ser alcanzados en nuestra hondura, allí donde mente y corazón son uno, para recibirle y reconocerle no solo resucitado, sino también resucitando.
3.- Bautizad en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. Jesús envía a sumergir la realidad toda en la toma de conciencia de su fondo divino (Padre), en la capacidad de fraternidad (Hijo) y en el impulso plenificador del mundo (Espíritu).
4.- Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos. La historia es la continua encarnación, gestación y maduración de lo divino en la materia.
5.- El Padre y yo somos uno. Este ser uno no se refiere únicamente a estar unidos entre nosotros, formando su Cuerpo, sino a ser uno con Dios como él es uno con la Fuente. Jesús es lo que acontece cuando alguien se abre plenamente a la acción de Dios. Donde culmina la cristología comienza una nueva antropología.
6.- Permaneced en mí. Permanecer en Jesús supone alcanzar una nueva calidad de existencia.
7.- El Espíritu os conducirá hasta la verdad plena. Las verdades de la fe son comienzos, no límites. La verdad a la que conduce el Espíritu es el reconocimiento de que donde hay vida vivida desde la donación, está su Presencia, más allá del nombre que le pongamos. Al final, el criterio de veracidad viene dado por la calidad de nuestra existencia. Vivir según la verdad conduce a un modo de ser transfigurado en comunión creciente con la Presencia que funda lo Real.
Bueno, hasta aquí el resumen del libro. Como habrás podido observar, se pueden reconocer ciertas influencias en el planteamiento del libro, desde Tony de Mello y su espiritualidad de la India, hasta la raíces místicas de santa Teresa o de san Juan de la Cruz, pasando por la antropología o la cosmología de Teilhard de Chardin. El resultado es una obra deliciosa, que conviene leer despacio, pues en ocasiones está llena de un lenguaje al que normalmente no estamos acostumbrados.
Recuerda que la clave está en la cristología interior y en que todos estamos llamados, de una manera u otra, a seguir los mismos pasos que dio Jesús. Recuerda también que Dios no está en lo alto de la montaña ni en lo profundo de los abismos, sino dentro de tu corazón. Entra en lo profundo de ti mismo, allí donde reina el silencio, y te encontrarás cara a cara con Él. ¿Te atreves? De seguro, el libro de Javier Melloni te ayudará.
Muchas gracias por compartirlo, me voy ahorita mismo a buscar ese libro que será sin duda un verdadero tesoro.
ResponderEliminarGracias a ti, Mª Ángeles. Estoy convencido de que te encantará la lectura de Melloni. Todo lo que él ha escrito está francamente bien.
EliminarUn saludo.
Gracias por este compartir tan enriquecedor. Me ha tocado en lo profundo.
ResponderEliminarGracias a ti, Ana. Es cierto, si algo caracteriza a Melloni es la capacidad de tocar en lo profundo, de ir a lo más nuclear.
EliminarUn saludo.
Me encantó! Mil gracias por compartirlo!!
ResponderEliminarGracias a ti, Paula. Confío en que la lectura del libro te haga descubrir a ese Cristo que todos llevamos dentro.
EliminarUn saludo.