La muñeca de sal
Tratando de explicar a Blanca Arregui (extraordinaria amiga) una experiencia profunda de Dios que había tenido a raíz de la muerte de mi padre, viendo que yo no encontraba palabras (o que las que encontraba eran muy torpes), me sugirió la imagen de la muñeca de sal, de Tony de Mello. Sé que esta historia es muy conocida por muchos de vosotros, pero hoy os la quiero compartir. Creo que define muy bien lo que san Pablo decía: "En él nos movemos, existimos y somos".
de kilómetros de tierra firme,
hasta que, por fin, llegó al mar.
Quedó fascinada por aquella móvil
y extraña masa, totalmente distinta
de cuanto había visto hasta entonces.
"¿Quién eres tú?", le preguntó
al mar la muñeca de sal.
Con una sonrisa, el mar le respondió:
"Entra y compruébalo tú misma".
Y la muñeca se metió en el mar.
Pero, a medida que se adentraba en
él, iba disolviéndose, hasta que
apenas quedó nada de ella.
Antes de que se disolviera el
último pedazo, la muñeca exclamó
asombrada: "¡Ahora ya sé quién soy!".
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