Netz, Reviel: Alambre de púas. Una ecología de la
modernidad. Editorial Clave Intelectual - Eudeba, Madrid, 2015 (edición original de 2004). 257 páginas. Traducción de Jaume Sastre i Juan. Comentario realizado por Fernando Vidal (Universidad Pontificia Comillas, @fervidal31).
Alambre de púas es una interesante investigación monográfica sobre el papel de ese
objeto tan determinado y singular en la modernidad. Su conclusión es que “El
alambre de púas fue tan eficaz porque podía ejercer dolor a gran escala de
forma rápida y barata, y por eso se usó para conseguir el control a gran
escala” (p.241). El libro apoya una perspectiva que comprende el alambre de
púas como un dispositivo que construye topologías y cuyo poder principal es el
dolor de la carne. Esa visión carnal y topológica alimenta una visión
biomaterialista en el análisis del alambre de púas. Aunque el libro tiene un
ánimo foucaultiano, no integra una comprensión integral del objeto que exponga
la experiencia y las intenciones plurales que hay detrás de sus aplicaciones.
No obstante, Netz hace una aportación estimable que suscita en el lector mayor
curiosidad y demanda más investigación. Especialmente se echa de menos el papel
de la alambrada de púas en las fronteras, aspecto muy destacado en las últimas
décadas y que no se entiende muy bien que esté ausente.
En una perspectiva foucaultiana, este libro
versa sobre “una tecnología simple pero altamente significativa: el alambre de
púas” (p.14), en donde el autor encontrará un fenómeno que revela parte de la
estructura interna de la modernidad. El autor insiste en un enfoque físico del
objeto, una “simple e inmutable ecuación entre la carne y el hierro” (p.15),
“una historia de fuerza sobre cuerpos, una historia de violencia y dolor”
(p.14). “La historia está encarnada… La historia no es en absoluto abstracta,
sino que es una cuestión de individuos de carne y hueso que interactúan en el
espacio material… La historia, pues, no sólo tiene que ver con la sociología o
la economía. La historia tiene lugar a medida que la carne se mueve dentro del
espacio, de modo que, entre otras cosas, también tiene que ver con la biología
de la carne y la topología del espacio” (p.239). Reviel Netz es profesor de
Historia y Filosofía en la Universidad de Stanford y ha realizado un análisis
de ciertas características de la modernidad a través de uno de sus objetos
singulares, el alambre de púas. La estructura del libro recorre la historia del
invento, desde su creación para controlar el ganado de las Grandes Llanuras de
Estado Unidos, a su aplicación bélica en la Guerra de los Bóers, su exaltación
macabra en el sistema de trincheras de la I Guerra Mundial y finalmente su
papel sustancial en la creación de los campos de concentración. Echamos de
menos un capítulo añadido en el que se haga el análisis de las concertinas
dentadas en fronteras como las que España levanta contra África. Es un libro
erudito que se recrea mucho en el detalle. Entendemos que se desvía del foco
–tan centrado en el alambre de púas- cuando en la última parte cuenta los
sistemas de campos de concentración de la Alemania nazi y del Gulag soviético.
Creemos que la obra hubiera sido más eficaz si no abordara ese tema lateral
sino que continuara profundizando.
En cuanto a la perspectiva, no es
fenomenológica sino biomaterialista. La teoría se acerca más a la biosociología
que a la fenomenología foucaultiana. La alambrada de púas es presentada como un
dispositivo de dolor contra la carne, una máquina de represión carnal contra el
ganado y luego los humanos tratados como ganado. Aunque es atractiva la
perspectiva y trata de revelar un principio bioestructuralista, es difícil de
dar una visión integral de la alambrada de púas sin analizar las intenciones.
Junto con los efectos y fines negativos y punitivos, existían otras
motivaciones. La visión es hipercrítica y patologizante, asentada en algunas
formulaciones cerradas –aunque atractivas por su asertividad-, pero quizás
incompleta. Motivos de salud, protección, organización, etc. constan también
como parte de la experiencia. Quizás la necesidad de una visión radicalmente
biomaterialista, impide una mirada equilibrada. No obstante, es una aportación
que merece la pena incorporar porque lo que dice no es falso y forma parte de
la vivencia –la peor- de la alambrada de púas. Echamos de menos un análisis
psicosocial de la alambrada de púas en la literatura y el arte –quizás hubiera
sido mejor que extenderse en la vía lateral del Lager y el Gulag-. El libro
resulta atractivo también como un ejercicio intelectual e interpretativo
centrado en un objeto tan determinado y limitado como la alambrada de púas. Desde
ahí, echamos de menos un análisis cultural que casi está ausente. Hay un
estudio económico y bélico, pero no cultural ni vivencial. Continuar este
trabajo requiere afrontar esa otra perspectiva para completar –y también
ponderar mejor- las tesis vertidas en esta investigación de Reviel Netz.
Las Grandes
Llanuras alambradas
“El alambre de púas se inventó [en Illinois] en 1874 para su uso en las Grandes Llanuras norteamericanas” (p.17). Las vacas cornilargas texanas se habían asilvestrado tras su introducción por los colonizadores españoles, vagaban con libertad la mayor parte del tiempo y eran autosuficientes y no muy distintas de los bisontes a los que sustituyeron en la praderas. De ahí que el problema fuera dominar a las vacas en las llanuras y para eso se inventó el alambre de púas (p.31). Además había que proteger las vías del tren del inoportuno paso de ganado. “Había que limitar de alguna manera todas esas vacas y todo ese movimiento” (p.37). “Los setos no eran apropiados para el peculiar proceso de colonización que estaba teniendo lugar en el Oeste americano, en el que se estaban poniendo bajo control vastas extensiones de tierra, en un espacio de tiempo muy breve y que tenía que realizarse con el máximo de flexibilidad y beneficios” (p.38).
El proceso de invento no fue largo. En 1867,
William D. Hunt patentó un alambre en el que instaló unas piezas inspiradas en
las espuelas. En 1868, Michael Nelly adhirió clavos partidos enganchados en
alambre. Henry Rose patentó tablones tachonado con trozos afilados de alambre y
lo expuso en la feria de De Kalb. Allí, Joseph F. Glidden vio la propuesta e
ideó algo mejor: enroscar las púas de Rose a un alambre de doble hilo. “Glidden
decidió fijar las púas para resistir el
envite de la vaca e infligirle dolor real… Fue una idea natural en la que
confluyó todo lo que estaba sucediendo en el Oeste: la violencia, la necesidad
de controlar el espacio, el hierro y la producción en masa” (p.42). Glidden
publicitó su nuevo invento alabando sus virtudes: “Es la valla más barata y
duradera que existe”, “Necesita menos postes que cualquier otra valla”, “Puede
instalarse con el mismo trabajo que cualquier otra valla”, “Ganado, mulas y
caballos no se frotarán contra la valla ni la echarán abajo”, “EL viento no la
afecta y los incendios de las praderas no la consumen”, “El ganado no saltará
por encima ni se arrastrará por debajo de ella” (p.43). A finales de la década
de 1880s, los animales ya habían sido condicionados y aprendido la experiencia
para no acercarse a las vallas de alambre de púas. “El alambre de púas pasó a
ser natural y necesario” (p.53). A la patente de Glidden le siguieron otras
cinco patentes, señal de que en esas condiciones muchos buscaban una tecnología
simple y masiva. El alambre de púas se parecía a otros dos inventos del
momento: el ferrocarril y el telégrafo. Eran repetidas bases de madera
colocadas perpendicularmente para sostener grandes líneas hechas de metal. “La
propagación de estas líneas determinó la transformación del espacio” (p.45). En
los años 1850s, el ferrocarril pasó de 14.500 a 48.000 km. de raíles y en 1880
ya se habían vallado 80.000 km con alambre de púas. La diferencia era que
mientras que el ferrocarril trataba de mover, el alambre trataba de impedir el
movimiento. Aquí se sostiene una de las conclusiones de la investigación, en
las cuales se formula algo que podríamos llamar la Ley de Netz: “Toda conexión conlleva una desconexión igual
ortogonal a ella. Un ferrocarril, por ejemplo, conecta Nueva York y Chicago en
una línea que conecta el Este con el Oeste. Poco después se levanta una línea
de alambre de púas que desconecta el Norte del Sur… El coche y el teléfono
conectaron familias con sus parientes y amigos lejanos y, en última instancia,
los desconectaron de sus vecinos” (p.245).
Washburn y Moen, una compañía de hierro y
acero de Massachusetts compró la mitad de los derechos de una de las patentes e
industrializó su producción. En vez de hierro se usó acero, capaz de ser más
ligero y capaz de resistir mejor la fuerza de los animales. Eso abarató la
producción y era tan sencilla que fue fácil de piratear. En los diez años
siguientes operaron al menos 114 empresas productoras de alambre de púas.
Washburn y Moen trabajaron para convertirlas en productoras y distribuidoras
autorizadas y a finales del siglo XIX, en 1897, John W. Gates lideró –con apoyo
financiero de J.P.Morgan en persona- la fusión de todo el sector en un solo
conglomerado que dominaba la producción mundial de alambre de púas. En Europa
aparecieron empresas competidoras pero también se produjeron fusiones
(Provoloka en Rusia o GMBH de Alemania). El autor ve cierta correspondencia
entre el alambre de púas y esas concentraciones capitalistas: poner el espacio
bajo control y a gran escala. “La verdadera importancia económica del alambre
de púas no reside en la producción agrícola de las Grandes Llanuras, sino más
bien en la concentración capitalista propiamente dicha” (p.70).
“Las compañías delimitaron con alambradas los
territorios en los que llevaban a pastar a sus vacas, tuvieran o no título
legal de esa tierra. En 1885 un informe establecía que casi 2 millones de
hectáreas habían sido valladas ilegalmente” (p.47). “El sector de los grandes
ranchos trataba de desplazar el sector de la ganadería a campo abierto” y “las
grandes empresas contrataron grupos de pistoleros a sueldo y les entregaban
listas de pequeños vaqueros errantes a los que debían asesinar” (p.48).
Massachusetts tenía experiencia en la
comercialización internacional y extendió el alambre de púas por todos los
lugares con necesidades similares a las de las Grandes Llanuras. Se exportó a
Cuba, Ceilán, Rusia, Nueva Zelanda o Australia. Pero el primer lugar en usarse
con tal escala como Estados Unidos fue la Pampa argentina. En 1907 ya había
instalado en Argentina suficiente alambre para rodear 140 veces el perímetro
del país. “El alambre de púas llegó a Australia cuando ésta se encontraba en un
estadio comparable no al de la vaca norteamericana sino al del bisonte norteamericano:
un estadio en el que la dominación humana sobre otros animales precisa de su
exterminio. La violencia del alambre de púas podía aplicarse fácilmente también
al exterminio: bastaba con vallar las fuentes de agua (Crosby, 1986: 187)… El
resultado fue una transformación radical de la ecología australiana por medio
del alambre de púas” (p.57).
En definitiva, “la vaca de las llanuras fue
el detonante de un tipo temprano de modernidad basado en el control mediante el
hierro” (p.50) y recurriendo al “dolor… algo verdaderamente universal, algo que
trasciende especies, lugares y épocas. Una útil herramienta de globalización,
en definitiva” (p.55).”La imagen resultante [es que] la vida de los animales se
encuentra en todo el planeta bajo una nueva forma de control mediante la
violencia y el dolor que los humanos explotan para obtener beneficios” (p.69).
Esa transformación del espacio generó la
explotación intensiva, pero la tierra no estaba ecológicamente preparada para
ese régimen y se erosionaron sin remedio a la altura de la década de los 1930s.
El Dust Bowl levantó tormentas de polvo de hasta dos km de grosor, pesar
cientos de toneladas y recorrer cientos de km en las llanuras abiertas.
Plantas, animales y construcciones humanas quedaban sepultadas bajo la arena.
“En la parte centromeridional de las Grandes Llanuras, la colonización
estadounidense tuvo como resultado un disparate ecológico que en cierto modo
nunca fue subsanado… Kansas no fue precursora del futuro desarrollo sino del
futuro subdesarrollo. En todo el Tercer Mundo, a lo largo del siglo XX, la
modernidad trajo consigo la ilusión de un rápido desarrollo. La tentación fue
seguir la vía de un monocultivo ecológicamente irresponsable” (pp.71-72).
Grandes Batallas
alambradas
En 1899 hubo un punto de inflexión, “la
Guerra de los Bóers estaba a punto de encauzar el alambre de púas hacia la
historia humana” (p.74). El alambre de púas era una herramienta de
globalización de los Europeos y norteamericanos (p.74). En junio de 1900, la
Guerra entre Bóers y británicos parecía haber llegado a su fin con la caída de
las ciudades controladas por los primeros, pero entonces éstos comenzaron la
guerra de guerrillas. La topología era el Veld sudafricano: los Bóers
controlaban el plano y los británicos los puntos. La confrontación planteaba en
definitiva un problema de movilidad: los británicos dependían del tren y los
Boérs de los caballos. El tren era más vulnerable y por tanto el objetivo
estratégico era proteger el ferrocarril y limitar el movimiento de los
caballos. El objetivo de los británicos era, por tanto, “invertir la topología
para poner el plano bajo control y aislar a los Bóers en puntos inconexos”
(p.80). El alambre fue la solución revolucionaria. Tendieron alambre de púas y
a la vez tenían que defenderlo, para lo cual se construyeron fortificaciones
para las guarniciones que los defendieran (en términos técnicos se llaman
“blocaos”).
El sistema de blocaos tuvo su precedente en
la Guerra de Cuba: los españoles dividieron la isla mediante una táctica muy
similar, la trocha. En 1901, la 23ª Compañía de Ingenieros de Campo, comandada
por el mayor S.R.Rice dio con la solución perfecta. Un blocao hecho con un
octágono con lados de dos metros –una pequeña cabaña de hierro resistente a los
disparos- que se fue convirtiendo en un círculo o cúpula. Durante la guerra se
construyeron 8.000, lo cual supuso 15 construidos cada día. En un mes (de
febrero a marzo), casi todos los ferrocarriles de Sudáfrica estaban protegidos
por líneas de este nuevo sistema de alambre, púas, blocaos y cencerros colgados
del alambre. “EL territorio quedó dividido en distintas parcelas rodeadas de
alambre de púas”: en junio de 1901 el sistema de alambre y blocao extendió sus
alas y se expandió independientemente del ferrocarril para dominar todo el
espacio abierto. Se extendieron 6.000 km de alambre. La relación
coste-efectividad era extraordinaria porque el coste del total de la inversión
se amortizó con un solo mes de producción de las minas de oro que habían pasado
a manos de los británicos. En abril de 1902, los Bóers se rindieron. “La
modernidad hizo que el control ejercido desde un centro fuese por primera vez
una posibilidad real” (p.86).
La I Guerra Mundial planteó un nuevo problema
que fue estudiado por el mayor general M.F. Rimington en 1912. En su idea, “La
caballería necesita espacio para maniobrar y luchar mientras que el terreno
intrincado siempre favorece el combate con armas de fuego” (p.103). “casi toda
la atención académica se ha concentrado en el desarrollo de las armas de fuego
y casi ninguna en la evolución del territorio” (p.106). El campo europeo se
había transformado con el vallado generalizado y cuando el alambre se impuso,
se fragmentó en millones de parcelas. “El alambre llegó y el caballo se fue. El
hierro remplazó a la carne” (p.106). “Fue la combinación de fuego y campo la
que creó el nuevo tipo de guerra que se puso en práctica en la Primera Guerra
Mundial” (p.106).
El alambre de púas pasó a formar parte de las
marañas (una maraña era un obstáculo construido clavando en el suelo estacas
resistentes conectadas con alambre enrollado a su alrededor) y éstas formaron
parte del sistema de trincheras de la I Guerra Mundial. Ayudaron a “ejercer más unidades de violencia
en menos unidades de espacio” (p.118). A partir de 1914, “de pronto el alambre
de púas pasó a ser un rasgo fundamental de la experiencia humana” (p.120).
“Cada trinchera tenía por delante un mínimo de diez cinturones de alambre”
(p.124). Es difícil encontrar analogías a la trinchera; es una estructura muy
peculiar que costaba mucho destruir.
Alambrar campos de
concentración
El alambre de púas abarató e hizo muy rápida
la construcción de campos de concentración para prisioneros. En las Guerras
Napoleónicas, los prisioneros se concentraban en un solo lugar. Por ejemplo,
Gran Bretaña internó a la mayoría de prisioneros de guerra franceses –unos
7.000- en una única prisión, en Dartmoor. La I Guerra Mundial fue larga y
masiva. Sólo en el frente occidental ambos bandos elevaron el número de
prisioneros por encima del millón de personas y en el oriental se multiplicó
hasta cinco millones. “Los campos de alambre de púas se convirtieron
rápidamente en la norma… Basta rodear una escuela con alambre de púas para
tener un campo de prisioneros” (pp.163-164). El formato habitual era un recinto
rodeado por alambrada de púas de unos tres metros de altura y una segunda
alambrada a unos 25 metros de la primera. En el interior, barracones de madera
en forma de cuadrícula (p.164) formando un panóptico con sus torretas de
control.
A mitad de siglo, Netz sostiene que el papel
del alambre de púas declinó. Quizás tenía que haber analizado su nueva
significatividad en las fronteras, un hecho novedoso que engarza con aquella
modernidad metálica. No dudamos de que este nuevo interés está detrás de la
oportunidad de la publicación de este estudio en la España actual. No obstante,
es cierto que como elemento permanente en la vida diaria, la alambrada ha
perdido su centralidad. Netz lo explica, para terminar, no como el fracaso de
la alambrada sino como la culminación de su éxito. “La violencia no se ha
reducido, sino que se ha concentrado más en los márgenes y así se ha vuelto
menos visible para la gente del centro” (p.247). “El alambre de púas fue una
herramienta de transición en un momento en que la dominación del mundo desde un
centro tenía que establecerse mediante la violencia. No es que la importancia
del alambre de púas disminuyera porque la historia cambiara su curso, sino todo
lo contrario: tuvo éxito” (p.247).
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