lunes, 11 de febrero de 2013

José Gómez Caffarena: El Enigma y el Misterio. Por Javier Sánchez Villegas

Gómez Caffarena, José: El Enigma y el Misterio. Una filosofía de la religión. Trotta, Madrid, 2007. Colección Estructuras y Procesos. Religión. 704 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

No es casual que hoy quiera compartir con vosotros esta obra de este autor. Hace escasas horas, cuando escribo este comentario, he recibido un correo electrónico de mi amigo Juan Carlos Velasco en el que me dice que José Gómez Caffarena ha muerto. Al recibir esta noticia, se han despertado sentimientos confusos, incluso contradictorios, pero ha habido uno que ha emergido por encima de los demás: la tristeza. A José Gómez Caffarena (Pepe para los amigos y Caffarena para los demás) lo conocí hace muchísimos años, casi treinta, en un seminario de filosofía de la religión que se impartía en el Instituto de Filosofía (CSIC) cada quince días. Yo, por entonces, era estudiante de Filosofía en la Autónoma (estaba en tercero) y allí me iba cada quincena, con el ánimo de aprender de todas esas personas que, para mí, eran auténticos maestros. Estoy hablando de José Antonio Gimbernat, Raimon Panikkar, Manuel Reyes Mate, Manuel Fraijó, Agustín Andreu, José María Mardones, Antonio García Santesmases, Javier Sádaba, Carlos Gómez... y otros que iban y venían por el seminario. Fueron momentos de auténtica efervescencia intelectual en los que se respiraba en el ambiente la venida de un aire fresco renovado cargado de proyectos innovadores y de ideas que anunciaban la posibilidad de pensar en un mundo mejor. Eran, por otra parte, los años de la movida madrileña, de los garitos abarrotados de gente en la calle Huertas, Libertad, Malasaña, etc., de la música de Mecano, de la Mandrágora, de las pelis de Almodóvar... ¡Cuántos recuerdos de juventud!
José Gómez Caffarena, para mí, brillaba más que los demás. Hablaba pausadamente, no decía nada que no hubiera pensado con anterioridad, que no hubiera sopesado y analizado. Era sencillo, austero. Su mirada era penetrante. Su pensamiento, profundo. Fue el gran iniciador de la filosofía de la religión en España y un gran conocedor del pensamiento de Kant. Durante muchos años fue el director del instituto Fe y Secularidad, en la calle Diego de León. Fue allí donde le dije, al terminar mi licenciatura en Filosofía, que quería hacer una tesis sobre algún tema de filosofía de la religión y que había pensado en él como mi director de tesis. Él aceptó. Así, mi relación con él se estrechó también a nivel personal. La tesis no llegué a terminarla (lo siento, Caffarena), entre otras cosas porque él mismo se dio cuenta de que tenía muchas lagunas en teología, y que la mejor opción era estudiar primeramente la carrera de Teología (esto sí lo terminé, Pepe) y luego continuar con la tesis. A él le debo por entero mi actual formación.

Caffarena respondía a la imagen del "viejo profesor" en el sentido más pleno y auténtico de la expresión. Toda su vida la dedicó a la investigación filosófica y al diálogo fe-razón. Fue profesor de Metafísica y Filosofía de la Religión en Comillas, creador del instituto Fe y Secularidad y un sinfín de cosas más. Escribió muchísimos libros, entre los que quisiera destacar el ciclo que forman Metafísica fundamental, Metafísica trascendental y Metafísica religiosa; El teísmo moral de Kant y La entraña humanista del cristianismo. El Enigma y el Misterio es su obra definitiva, en la que recoge todo su quehacer investigador en filosofía de la religión.


Si alguien me dijera que no sabe nada de filosofía de la religión, le diría que se leyera este libro. Con calma, sin prisas. Ahí está prácticamente todo. Es el perfecto manual para superar con matrícula de honor esta asignatura y siempre el perfecto libro de referencia para alguien que necesite consultar cualquier tema relacionado con ella. Pero voy a dejar al propio Caffarena que presente su obra (páginas 16-17).

"Es obligado que añada aún unas observaciones sobre la estructura del libro. Consta de tres partes muy diferentes.
La primera (El hecho religioso: historia y estructura) es una presentación sumaria del hecho religioso. ...No se trata de hacer una historia de las religiones, aunque sí de recoger rasgos relevantes de los trabajos especializados que la han hecho. ...Es la lectura que hace de lo histórico alguien que lo ve con talante filosófico y porque se propone filosofar sobre ello. Y, como está hecha desde la circunstancia actual (Occidente moderno, finales del siglo XX y principios del XXI), tiene en cuenta como parte relevante del hecho histórico religioso su crisis en la modernidad.
La segunda parte (Posiciones filosóficas ante lo religioso) es una presentación de lo que han pensado sobre lo religioso una serie de filósofos; comprensiblemente, se centra en los modernos, que han sido en buena medida determinantes de la mencionada crisis. Y dando especial relevancia a los que se han propuesto hacer "filosofía de la religión".
La tercera parte (Sobre la plausibilidad filosófica de la fe en Dios) presenta, por fin, algo de mi propia reflexión filosófica. Ante la imposibilidad de extenderla solventemente a todas las tradiciones religiosas, restrinjo mi objetivo a la religiosidad monoteísta y, dentro de ella, a lo que constituye su clave. No para retomarla e intentar directamente sobre ella ninguna argumentación, favorable o adversa; sino para algo más modesto: reflexionar filosóficamente sobre la plausibilidad de la fe en Dios".


José Gómez Caffarena
en un campamento de verano,
hará unos treinta años.
Pero, ¿cuál es la conclusión del libro? En la página 681 Caffarena dice lo siguiente:
"El mensaje del libro es, entonces -y espero que esto sí haya quedado claro-, un mensaje complejo. Ante todo, un reconocimiento de que la condición humana está sujeta a mucho dolor y a mucha incertidumbre. Pero hay, ulteriormente, otra constatación: ¡no es la última palabra! Una intuición de la humanidad, que cabe decir prácticamente universal, no se ha rendido, sino que ha buscado claves de esperanza, y, entre ellas, el Misterio, al que abrían las experiencias religiosas.
Así, pues, no es ninguna necedad ni locura esperar. El enigma que somos puede tener en el Misterio al que abren las religiones una clave para una esperanza fundada; que puede dar sentido a las vidas humanas y alentar su quehacer en los complejos avatares del vivir en la Tierra".

Imposible describirlo mejor. Efectivamente, la muerte no tiene la última palabra. Es razonable esperar. Caffarena lo pensó y lo encarnó en su vida. También con los más pobres en el Pozo. Allí también llevó una palabra de esperanza y de vida. Porque si grande es el sufrimiento de los hombres, mayor tiene que ser la palabra que ilumine y haga salir al ser humano de la esclerosis en la que se encuentra sumido, que le paraliza, anquilosa y no le deja expandirse en plenitud. Estamos hechos para la eternidad, pero nos enredamos en lo caduco. Gracias, Caffarena, por tu legado intelectual; pero, sobre todo, por tu testimonio de vida. Tenía pensado ir a verte uno de estos días, pero la parca se me adelantó. Sirva este comentario como homenaje y como despedida. Hasta siempre, maestro.



4 comentarios:

  1. Hola Javier:

    Una lástima lo que cuentas sobre la muerte de este hombre.

    Por otro lado me ha gustado esa evocación de la juventud de los 80 que haces. La verdad es que me da envidia; creo que a mí también me hubiese gustado estudiar filosofía, o cuanto menos filología hispánica.

    un saludo
    David

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  2. Hola, David.

    Me he reprimido mucho a la hora de escribir sobre Caffarena. De verdad. Solo me salen palabras de agradecimiento hacia él y... hacia Dios por haberle conocido.

    Con respecto a la evocación de los años 80, ya lo hemos hablado alguna vez, fueron años locos pero llenos de vida y de creatividad. Tú viviste los 90 a tope. Es lo que tiene ser 8 o 10 años mayor que tú.

    Un abrazo,

    Javier.

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  3. Nos dio Metafísica Funtamental y Metafísica Transcendental (Teodicea) en 2º y 3º de filosofía en la Universidad de Comillas cuando vinimos a Madrid el curso 1968-69. Suscribo tu comentario y mi profunda admiración por su forma de enseñarnos a filosofar con un gesto muy característico de pasear por el estrado rascándose la cabeza.

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  4. Muy buenas, Paco. No sabía que tú hubieras estudiado Filosofía en Comillas ni que Caffarena te hubiese dado clase.
    Efectivamente, en el seminario de Filosofía de la Religión, Caffarena también tenía la costumbre de rascarse la cabeza mientras exponía sus posiciones. Genio y figura...
    Un abrazo

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