García Domínguez, Luis María: La entrevista en los Ejercicios Espirituales. Mensajero-Sal Terrae, Bilbao-Santander, 2010. 318 páginas. Comentario realizado por Manuel García Bonasa.
Uno de los momentos más decisivos y a la vez más «comprometidos» en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola es el de la entrevista con la persona que está haciendo los Ejercicios. Allí el acompañante, con demasiada frecuencia, tiene que «echar mano» de su intuición y de su sabiduría para que el pequeño o grande ejercicio de discernimiento que se hace sobre las mociones recibidas en la oración sea lo más veraz y conforme posible a la voluntad de Dios. Habitualmente este «saber acompañar ejercicios» se sustenta en la intuición, en la experiencia, en la habilidad y en el conocimiento que posee el acompañante. A pesar de todo, no deja de ser un tiempo construido casi a partes iguales por la pericia del acompañante y el poco o mucho conocimiento técnico del mismo. Se echaba a faltar una reflexión cualificada y organizada sobre dicha cuestión.
Ese espacio necesario para la sistematización y la técnica en el acompañamiento espiritual en clave ignaciana es el que viene a ocupar este libro de Luis María García Domínguez. Espacio, que tal y como el propio autor señala, ha sido poco trabajado y elaborado por aquellos que trabajan y reflexionan sobre el acompañamiento ignaciano, al menos de un modo estructurado y organizado. Confieso, desde ya mismo, que el libro me ha gustado mucho. Me ha costado leerlo porque es un libro complejo, rico, denso y, en mi opinión, bastante completo. Señalo algunas «virtudes» que a mí me parece que posee este hondo trabajo. Buen conocimiento tanto de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio como de las fuentes de la espiritualidad ignaciana. Lo que se afirma y se sostiene se fundamenta en los «principios y fundamentos» de la propuesta espiritual de Ignacio de Loyola. Una excelente sistematización de las ideas y contenidos que quiere comunicar el autor. La parte primera del libro está dedicada a la entrevista ignaciana en los Ejercicios Espirituales, en otros textos ignacianos y en los Directorios de Ejercicios. En la misma queda recogida el dinamismo y la fuerza de este medio ignaciano y las muchas posibilidades que ofrece para el acompañamiento espiritual. La segunda parte está centrada en lo que supone e implica el acto de acompañar procesos espirituales. Confieso que a mí es la que más luz me ha aportado y más sugerente me ha resultado por su excelente ensamblaje con el proceso y la propuesta de los Ejercicios Espirituales. Y finalmente una tercera parte, menos teórica, más práctica y experimental, fruto de la capacidad analítica del autor, pero también de sus muchos años de experiencia como acompañante espiritual de jesuitas y no jesuitas, y que se ofrece como una síntesis clarificadora y de gran ayuda para llevar a cabo la entrevista espiritual.
Probablemente esta tercera parte con su epílogo y sus apéndices será la que más útil y valiosa puede resultar a los que acompañan Ejercicios Espirituales. Se ofrece tanto una metodología y unas pautas para familiarizarse con la experiencia de los Ejercicios en general como con la realidad de la entrevista espiritual en particular. No deja de ser algo acertado, especialmente para quien no esté demasiado adiestrado en la espiritualidad ignaciana, la selección de textos sobre la entrevista en los Ejercicios Espirituales que constituyen el apéndice primero de la parte tercera del libro.
La vocación sistematizadora y sintetizadora del libro lo inclina levemente a la categoría de libro manual. En parte por su desarrollo lineal, su estructura bien ensamblada y una reflexión que progresivamente va haciéndose más honda, integradora y sintética. No es un libro de lectura fácil o superficial. Requiere entrega por parte del lector, y sobre todo un conocimiento mínimo de la espiritualidad ignaciana, de la dinámica y el contenido de los Ejercicios Ignacianos y de los procesos espirituales. En ocasiones resulta quizá en exceso exhaustivo y técnico. Probablemente porque el autor aúna en su reflexión su gran conocimiento de la espiritualidad ignaciana, su mucha práctica de entrevistas y acompañamientos espirituales, pero también su saber y su largo recorrido como terapeuta. Nuestro autor conoce bien al ser humano y lo conoce de una manera integral y totalizadora, de modo que sin descuidar ninguno de sus aspectos, no se deja llevar tampoco por la benevolencia o la ingenuidad.
A pesar de que Luis María García limita su trabajo a la «entrevista en los ejercicios espirituales», ciñéndolo al ámbito de la espiritualidad ignaciana, creo yo, que la reflexión rompe por momentos dicho contexto y penetra en ámbito de los procesos espirituales y el acompañamiento espiritual en general, sea en clave ignaciana o no. El patrón de los ejercicios espirituales ignacianos es un patrón tan generalizado, tan internalizado y asumido por la tradición espiritual de la Iglesia en general, que puede iluminar, facilitar y contribuir a cualquier acompañamiento o procesos de discernimiento espiritual en general; aunque no se puede ocultar que nos encontramos ante un libro que rezuma espiritualidad ignaciana por todos lados.
El libro se ofrece como un medio, un instrumento en manos del acompañante de ejercicios o espiritual para discernir la presencia, las mociones y la voluntad de Dios en el acompañado. No pretende ocupar espacios y ámbitos que desde luego no le corresponden y que quedan fuera de las pretensiones, en mi opinión, del trabajo del autor. Se ofrece como palabra antepenúltima o penúltima. La última palabra, como en todo para el creyente, la tiene la gracia y la misericordia de Dios.
Lectura recomendable para todos aquellos que han hecho del acompañamiento de Ejercicios en particular y del acompañamiento espiritual en general su servicio a la comunidad eclesial. Encontrarán en ella una gran ayuda para su trabajo, pero también apoyo y fuerza para seguir viviendo el mismo como una vocación apasionada y muy necesaria para todos los creyentes.
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