Hershey, Terry: El poder de la pausa. Cómo ser más haciendo menos. Sal Terrae, Santander, 2010. 246 páginas. Comentario realizado por Rosario Paniagua.
«Si en la vida quieres gestionar bien el tiempo, quizás lo único que necesitas es algo tan sencillo como hacer una pausa» (Tomás Moro en El cuidado del alma).
El autor nos pone frente a una serie de preguntas en las que nos podemos ver reflejados muchos de nosotros, tales como: ¿alguna vez te has sentido abrumado al añadir tareas interminables a una ya dilatada lista de tareas? ¿Alguna vez has deseado tener algún día extra a la semana? ¿Aceptas responsabilidades cuando lo único sensato sería decir no? ¿Deseas hacer una pausa y no te la concedes? A decir del autor, si estas cosas suceden, se está en la mejor disposición de saborear las páginas de este libro en el que se plantea hacer menos y descubrir que de ese modo se es más. El libro plantea un aprendizaje para hacer menos y disfrutar de la vida, de las personas, de las cosas, del tiempo de ocio y descubrir la grandeza de lo pequeño.
Terry Hershey es el fundador de Hersey & Associates, una asociación que organiza talleres y seminarios para personas que quieren llevar una vida equilibrada y construir y mantener relaciones sanas. Ha escrito nueve libros entre los que podemos destacar Beginning Again y Soul Gardening.
Vivimos en un mundo que nos obliga a admirar y a perseguir todo lo que es más rápido, todo lo que es más nuevo, todo lo que es más grande, ávidos de velocidad y creyendo que la productividad es el objetivo prioritario. De esta forma, la vida se basa en la prisa y en el hacer y esto cuesta un precio muy alto como es el no vivir, o vivir una vida incompleta. Desde ahí el autor nos va adentrando en el auténtico valor de la pausa que se traduce en vivir plenamente con menos tareas y menos cosas, sintiendo el latido de la auténtica vida.
Hemos sido creados para estar atentos, para estar, pero el exceso de prisa ahoga nuestra música y nuestra poesía. El autor se basa en el principio del shabbat o lo que es lo mismo el principio de parar, de descansar. Esta es la piedra angular de la fe judía, pero la práctica del shabbat resuena en personas de todas las creencias, de todas las tradiciones religiosas incluso en muchas filosofías de vidas no necesariamente religiosas.
Todas las tradiciones reconocen que hay un espacio para la acción y un espacio para el ser. En el espacio de la acción se trabaja, se produce, pero en el espacio del ser se hace hueco a la contemplación, al descanso, a la admiración. Cuidando el espacio de la pausa se puede ser mejor persona no por adición sino por sustracción. Practicando el sano ejercicio de la pausa se obtienen beneficios incontables y también se desarrollan nuevas potencialidades tales como: prestar atención, estar centrados, aprender a decir sí, aprender a decir no, practicar la escucha, desarrollar los cinco sentidos etc.
El autor plantea la obra siguiendo el inicio y el final de las cuatro estaciones del año, como ocurre en la vida misma se va viviendo con distintas tonalidades como las estaciones, los procesos del alma pasan por fases muy diferentes, por ello el autor ha dispuesto los capítulos como secuencias temporales de las etapas del año natural. Pero en definitiva es una llamada a la serenidad, una invitación a saborear la vida en su ritmo natural, gustar del silencio, de ser sin hacer. El silencio es más abundancia que vacío, sirve para recuperar la intimidad, la identidad perdida por exceso de sociabilidad y actividad febril; quedarse en silencio es abrir una puerta a la espiritualidad, al crecimiento interior, es practicar el shabbat, dejar aparcada la actividad habitual y entrar en una quietud superior. Al finalizar cada capítulo el autor propone un ejercicio de pausa tratando de ayudar a los lectores a poner distancia de la actividad que ahoga y sentir el interior simplemente estando.
Cuando la vida está llena de ruidos y de prisas la pausa es una excelente razón para percibir la música interior; decía Rumi:
Lleva el baile en la sangre.
Baila, cuando estés abatido.
Baila, si te has quitado la venda.
Baila en medio de enfrentamientos.
Lleva el baile en la sangre.
Baila cuando seas totalmente libre. (p. 26).
El autor continuamente está invitando a permanecer en el momento presente percibiendo lo que está pasando no pensando en lo que ha pasado ni en lo que va a pasar, sino centrados y ser conscientes del olor, sabor, visión, tacto, gusto. En definitiva, se trata de educarnos para sentir, para tener asombro, venerar, contemplar. El hombre actual puede caer en dos tentaciones ambas muy perjudiciales para el tema que estamos señalando. La primera es la de pensar que valemos por lo que hacemos, cuanto más mejor, motivados sólo para ser eficaces y si es posible indispensables. La segunda, considerar el descanso el shabbat como tiempo perdido del que sentirse culpable por no estar en la actividad. El autor concluye que el retiro, la pausa no es opcional sino un alimento imprescindible e invita a ponerlo en práctica. Se trata de poner un letrero en la puerta del alma que diga: ahora estoy ocupado. (p.59).
«...La belleza, una puesta de sol, la gran majestuosidad de las cataratas del Niágara, el fantástico estruendo de los Aleluyas finales del Mesías de Haendel, ese nudo que se pone en la garganta cuando el sol se pone sobre el mar dibujando una línea dorada sobre la tranquilidad de las aguas...» (Atribuido al Reverendo Gardner Taylor, p. 69). Todo esto lo dejaremos de vivir si no hacemos pausa para que entren estos registros en el alma y hacerla vibrar.
Esperar, discernir es esa pausa que permite tomar distancia y hacer un análisis de la propia vida. Todos los maestros espirituales lo han señalado de distintas formas, Eckhart recomienda entrar en nuestro interior para conocernos mejor a nosotros mismos, para Juan de la Cruz esa es la escucha de la música silenciosa, ya que sólo en el silencio podemos oírla, Isabel de la Trinidad expresa que el silencio hace posible una soledad dentro del alma. El salmista dice: mantente en silencio y conocerás. Decía San Agustín que la persona se maravilla de las bellezas de la naturaleza, pero las bellezas de su interior le pasan inadvertidas por estar demasiado ocupado en otras cosas.
Sin duda el libro nos introduce en una dimensión diferente, nos hace transitar hasta la calma, la quietud oyendo la voz interior que se hace imperceptible si hay el exceso de ruido y actividad, terminamos con una sentencia de Buda en la línea del libro que presentamos y animamos a su lectura y puesta en práctica.
Si pudiéramos ver con claridad, el milagro que se produce en una sola flor, toda nuestra vida cambiaría.
Si quieres adquirir un ejemplar: https://gcloyola.com/p/salterrae/proyecto/el-poder-de-la-pausa-como-ser-mas-haciendo-menos/
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