Lohfink, Gerhard: Jesús de Nazaret. Qué quiso, quién fue. Herder, Barcelona, 2013. 608 páginas. Traducción de Marciano Villanueva Salas. Comentario realizado por Alejandro Labajos.
G. Lohfink es un reconocido biblista, profesor emérito de la Facultad Católica de Teología de Tubinga (Alemania). La obra que nos presenta constituye un acercamiento mayor a la figura de Jesús de Nazaret. Nos encontramos ante un libro acrisolado por toda una trayectoria investigadora. Podríamos calificar el trabajo como de síntesis; de ahí su capacidad para tocar los núcleos esenciales de la cristología y las lúcidas posturas teológicas ante las cuestiones complejas del tratado. Tal vez por ello, Jesús de Nazaret. Qué quiso. Quién fue evita la abstracción erudita buscada por sí misma o como muestra de excelencia académica, para regalar a un público amplio un texto sencillo en su lectura y profundo en su planteamiento. Su simplicidad, poco al uso en este tipo de obras mayores, constituye precisamente una muestra de dominio teológico maduro indiscutible.
La obra está estructurada en dos piezas. La primera aborda los planteamientos epistemológicos y metodológicos del estudio. En este aspecto cabe destacar la defensa de la crítica histórica —por una parte, un irrenunciable de la cristología— como instrumento para conocer la figura de Jesús de Nazaret. Esta constituye un precioso instrumento que ha de ser completado —por otra parte— desde la perspectiva de la fe. Esa mirada creyente, según el autor, es estrictamente necesaria para comprender la complejidad y el alcance de su persona. Junto a las herramientas históricocríticas y a la inclusión de la fe como base de la cristología, Lohfink subraya el lugar decisivo de la Iglesia en tanto que comunidad interpretativa. Aproximarse a Jesús desde la plaza pública donde se sitúa la Iglesia, pero sin pasar por el interior del templo y sin escuchar a la comunidad que le celebra y le confiesa, da como resultado un acercamiento incompleto. Estos tres aspectos, colocan a la obra muy cerca de los tres recientes volúmenes sobre Jesús del papa Ratzinger.
La segunda parte de la obra constituye un recorrido por los aspectos nucleares de la cristología bíblica. Se trata de un reportaje urdido por el eco del Antiguo Testamento en la conciencia y el ministerio de Jesús de Nazaret. Lohfink aborda temas clásicos de la cristología: el Reino de Dios, las parábolas, los milagros, el seguimiento, y los dramáticos acontecimientos de la Pascua. Resulta llamativo que el autor silencie los relatos evangélicos de la infancia; tal vez por dar peso decisivo al ministerio de Jesús como clave de bóveda para comprender sus hechos y palabras. Este aspecto le diferencia de la trilogía de Benedicto XVI señalada más arriba.
Ante una obra tan amplia, resulta imposible iluminar aquí todos los aspectos valiosos que contiene. Por eso, destacaremos aquellos que articulan la obra. En primer lugar, Lohfink hace una apuesta decidida por la escatología de presente. Es decir, acentúa la presencia del Reino de Dios que llega en la persona de Jesús de Nazaret; de tal modo que la escatología aparezca como el contexto y el escenario en el que tiene lugar el acontecimiento de Jesucristo, la gestación imparable del Reino; no es un acontecimiento futuro que Jesús anuncia sin más. Tal vez por ello, el autor concede tanta importancia a las parábolas de crecimiento. En segundo lugar, otra clave de articulación es lo que podríamos denominar cristología eclesiológica. El profesor de Tubinga subraya durante toda la obra, especialmente en un capítulo, el carácter decisivo que en el ministerio de Jesús ocupa la reunificación de Israel anunciada por los profetas veterotestamentarios. Con ello, Lohfink no solo salva el posible abismo entre Antiguo y Nuevo Testamento —y sus correspondientes imágenes de Dios—, sino que sienta las bases para justificar su postura con respecto a la necesaria eclesialidad de la cristología y su arraigo bíblico. En tercer lugar, la obra aparece atravesada por el reflejo de una preocupación política, en el sentido más noble de la misma. Para el autor no se puede entender a Jesús de Nazaret sin tener en cuenta el carácter social y político de su misión. En tiempos como el nuestro de acentuación del individuo, la obra parece invitar a una superación de un acercamiento a Cristo puramente interior o privado. La misión escatológica de Jesús posee una insoslayable dimensión pública. Estos tres aspectos, entre otros, recorren la obra como corrientes subterráneas que afloran en determinados pasajes ofreciendo claves hermenéuticas destacadas.
La obra está estructurada en dos piezas. La primera aborda los planteamientos epistemológicos y metodológicos del estudio. En este aspecto cabe destacar la defensa de la crítica histórica —por una parte, un irrenunciable de la cristología— como instrumento para conocer la figura de Jesús de Nazaret. Esta constituye un precioso instrumento que ha de ser completado —por otra parte— desde la perspectiva de la fe. Esa mirada creyente, según el autor, es estrictamente necesaria para comprender la complejidad y el alcance de su persona. Junto a las herramientas históricocríticas y a la inclusión de la fe como base de la cristología, Lohfink subraya el lugar decisivo de la Iglesia en tanto que comunidad interpretativa. Aproximarse a Jesús desde la plaza pública donde se sitúa la Iglesia, pero sin pasar por el interior del templo y sin escuchar a la comunidad que le celebra y le confiesa, da como resultado un acercamiento incompleto. Estos tres aspectos, colocan a la obra muy cerca de los tres recientes volúmenes sobre Jesús del papa Ratzinger.
La segunda parte de la obra constituye un recorrido por los aspectos nucleares de la cristología bíblica. Se trata de un reportaje urdido por el eco del Antiguo Testamento en la conciencia y el ministerio de Jesús de Nazaret. Lohfink aborda temas clásicos de la cristología: el Reino de Dios, las parábolas, los milagros, el seguimiento, y los dramáticos acontecimientos de la Pascua. Resulta llamativo que el autor silencie los relatos evangélicos de la infancia; tal vez por dar peso decisivo al ministerio de Jesús como clave de bóveda para comprender sus hechos y palabras. Este aspecto le diferencia de la trilogía de Benedicto XVI señalada más arriba.
Gerhard Lohfink |
Estamos ante una obra de gran peso teológico, profunda y sencilla al tiempo, completa, coherente y audaz. En un panorama editorial en que cada año se publican múltiples escritos sobre Jesús de Nazaret, conviene rescatar estos trabajos de los que el lector no solo aprende cristología, sino que madura como creyente.
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