Hermano John de Taizé: La Novedad y el Espíritu. Introducciones bíblicas. Narcea, Madrid, 2012. 156 páginas. Comentario realizado por María Arinero García.
El pasado año, el papa Francisco centraba su homilía de Pentecostés en las dos palabras clave del título del libro que aquí se presenta. Abordaba como primer punto la novedad y, como segundo punto, el Espíritu. Y se dirigía a todos diciendo: «La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien». Y a propósito del Espíritu decía que, «aparentemente, crea desorden en la Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía».
Son innumerables las veces que se repiten en el libro que nos ocupa los vocablos «novedad», «nuevo» y sus derivados: tantas como la palabra «Espíritu». No en vano, aquí se presenta la novedad de Jesús al ritmo del Espíritu. Toda una apasionante experiencia de oración, de reflexión vital y de sentido.
Hablar de la novedad que encierra el mensaje de Jesús no es tema ajeno para la mayoría de los creyentes. A menudo se afirma que sus palabras y hechos se concretan en valores, en criterios, en una visión del mundo y de la vida muy determinados. Pero a menudo es necesario re-cordarlos, pasarlos de nuevo por el corazón. La intervención de Jesús un sábado en la sinagoga de Nazaret da idea de que su pretensión no era eliminar lo anterior, sino dar cumplimiento a lo antiguo («Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura [Is 61,1-2] que acabáis de escuchar (Lc 4,21)». Y los judíos, que en Nazaret se preguntaban si él era el hijo de Dios, se asombraban también en Cafarnaún exclamando: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva expuesta con autoridad!» (Mc 1,27).
¿Qué son estas preguntas y este asombro, sino reacciones ante la novedad del mensaje de Jesús? Sin embargo, no son los contemporáneos de Jesús los únicos que reaccionan con sorpresa ante su mensaje. Una de las riquezas de este libro y que justifica su subtítulo es el acompañamiento de las afirmaciones sobre la novedad de Dios con abundantes citas bíblicas. El recorrido se inicia en el Antiguo Testamento (o «primera alianza», como prefiere el autor) y lo atraviesa para llegar a los Evangelios, Hechos y Cartas.
Está dividido en tres secciones. La primera («Belleza antigua y siempre nueva») parte de la historia del pueblo de Israel para enraizar en este origen la acción liberadora y novedosa. Yahveh se hace presente en lo cotidiano, en la creación del ser humano, en la vida de Abraham, Isaac y Jacob, en la miseria del pueblo en Egipto, para conducirlo a una tierra nueva, para sellar con él una alianza en el Sinaí. La risa de Sara es una respuesta de asombro. El Decálogo o el canto de Miriam son también el asombro y agradecimiento de los israelitas al Dios que los ha liberado.
La segunda («El dinamismo del Espíritu») repasa los evangelios mostrando cómo presenta Jesús esta novedad. Él llama a otra manera de vivir. La nueva vía es la de «ser perfecto», la vía del perdón, la de responder al odio con amor, al mal con el bien. No está separado de lo anterior, sino que supone también continuidad con el Padre: Jesús parte de la misma vida cotidiana, trastocándola, actuando como levadura en la masa, mostrando al mismo Dios misericordioso que crea, actúa en el desierto y alza su voz a través de los profetas.
La tercera parte («Todo es nuevo») comienza con las palabras de Pablo a los cristianos de Galacia («Nada cuenta la circuncisión ni la incircuncisión, sino la creación nueva»: Ga 6,15). El capítulo se refiere a la Iglesia, a la comunidad y comunidades de creyentes que surgen de la Pascua y de la efusión del Espíritu. El autor justifica la redacción del libro de los Hechos de los Apóstoles como necesaria para mostrar el alcance de la resurrección de Jesús y el don del Espíritu que actúa inmediatamente.
Sin embargo, en esta tercera parte hay también continuas vueltas atrás para seguir imbricando la novedad de Jesús en la iniciativa de Dios, que a través de los profetas llama a transformar el corazón, a ser fiel a su alianza.
En definitiva, es todo un ejercicio de relectura de la vida a través de la Palabra. John, hermano de la comunidad ecuménica de Taizé desde 1974, imparte estas y otras introducciones bíblicas a quien se acerca allí para vivir una semana de oración. Es su propia experiencia de orante la que le ha llevado a presentar a un Dios que entra en la existencia humana dando sentido y renovando. Propiciar la experiencia en los demás se hace posible al facilitar el encuentro con Cristo en el Espíritu. Por ello, al final de cada capítulo se incluyen unas preguntas para la profundización individual o en grupo a partir de textos bíblicos, que son la mejor excusa para reconocer la acción renovadora del Espíritu en la propia vida.


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