Vanier, Jean: Grito del pobre, grito de Dios. Meditación sobre el Espíritu Santo. PS, Madrid, 2017. 100 páginas. Traducción de Javier Sánchez Villegas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Acaba de salir. Todavía está caliente. Tras el éxito de Jesús vulnerable, la editorial PS se ha lanzado a publicar otro libro de Jean Vanier. Y sí, ya sabes, en función de cómo se venda este, se planteará la publicación de más libros de este autor.
Yo reconozco que no soy imparcial con Jean Vanier. De hecho, en este blog ya hemos comentado varias obras suyas, con las que me siento especialmente unido, pues he tenido el honor y el privilegio de traducirlas yo mismo. Quizá por eso, y por todo lo vivido con El Arca y con Fe y Luz, Jean Vanier ocupa un lugar muy importante en mi vida. Si quieres leer los comentarios a sus obras publicados en Libris Liberi, pincha aquí.
Para Jean Vanier, todo lo que tiene que ver con el hombre, tiene que ver con Dios; y todo lo que tiene que ver con Dios, tiene que ver con el hombre. Por eso, este libro tiene ese título tan llamativo. Alguien podría pensar: pero esto, ¿qué tiene que ver con el Espíritu Santo? Este libro, ¿no es una meditación sobre el Espíritu Santo, el Paráclito, el Consolador? Esta es la cuestión.
Efectivamente. Este libro gira en torno al Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad (tan relegada, por otra parte, a un segundo plano). Es el resultado de un retiro que dio Jean Vanier y que fue publicado en Francia el año pasado (en marzo de 2016). En él, Vanier parte del grito del pobre (cap. 1), de ese grito que surge de lo más profundo del ser humano que vive situaciones verdaderamente indignas de opresión o de esclavitud. El grito del pobre (sea cual sea su limitación) es el que provoca el grito de Dios, un Dios deseoso de darse y de dar vida. Ante la sed del ser humano, él se convierte en fuente. Ante nuestra violencia, él se convierte en ternura. Ante el odio que nos sume en la más profunda de nuestras angustias, él se convierte en amor. Así, la fuente, la ternura y el amor de Dios se concretan en su Espíritu, el Paráclito, el Consolador. A su vez, los que hemos sentido su agua, su ternura y su amor, estamos llamados a ser Paráclitos para los demás (cap. 7): Paráclitos junto a los crucificados. ¿Tiene otro sentido seguir a Jesús (el que se encarnó para dar vida y vida en abundancia) si no es para continuar su obra y su mensaje?
Jean Vanier desgrana esta idea ilustrándola (como suele ser habitual en él) con múltiples ejemplos tomados de su experiencia personal en las comunidades de El Arca y de Fe y Luz. Unas comunidades que son un claro ejemplo de que todo esto es posible. No sin dolor, en ocasiones, pero posible. ¿No estamos en este mundo sino para amar y ser amados? Realmente todo lo que hacemos va en una dirección o en la otra. Y sí, si esto se vive en comunidad, lo más grande que podemos escuchar es: "Estoy contento de vivir contigo". ¿Hay algo mejor?
Supongo que el libro lo podréis encontrar ya en las librerías religiosas (siempre queda la opción de Amazon para los perezosos). Y, como en otras ocasiones, te voy a pedir que hagas toda la publicidad que puedas. De cómo se venda dependerá el que se publiquen más obras de Vanier (todavía quedan bastantes por traducir y publicar). Así que, si lo consideras oportuno, compártelo con todos tus amigos y conocidos. Es por una buena causa.
Por lo demás, el libro te va a encantar. Pero no lo leas sin más. Es mejor meditarlo. Y ten cuidado, que tiene efectos secundarios: te hace mejor persona. ¿Lo podrás soportar? Hasta la próxima.
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