González-Carvajal, Luis: El clamor de los excluidos. Reflexiones cristianas ineludibles sobre los ricos y los pobres. Sal Terrae, Santander, 2009. 288 páginas. Comentario realizado por José María Vaca Nieto.
Tal y como explica el autor en la introducción, el presente no es un libro novedoso por sus ideas —todas ellas han sido desarrolladas en múltiples trabajos ya publicados—, la novedad se encuentra sobre todo en la sistematización que se intenta con él. Es decir, se trata de una síntesis ordenada de reflexiones en torno al tema de la riqueza y la pobreza, que partiendo de las ciencias sociales, se encamina a un fin de tipo teológico. De ahí que existan tres partes muy claramente diferenciadas: las dos primeras cortas, un capítulo dedicado a la aportación al tema desde las ciencias sociales, y otro dedicado a lo que aporta la reflexión ética al tema; y la tercera, larga, en la que aparecen los ocho capítulos dedicados a la teología moral. Veámoslo en detalle.
En la primera parte se fijan conceptos tales como pobreza, riqueza y exclusión, todo ello desde la aportación de las ciencias sociales, con el fin de establecer un análisis acerca de las realizaciones del Estado de Bienestar. Cuando se trata del Estado de Bienestar, se está planteando ese tipo ideal político que ha sido un horizonte de desarrollo al que se han enfocado las sociedades occidentales y se está planteando también su crisis. Una crisis que nace tanto de la situación de crisis económica que estamos sufriendo, como de determinadas ideologías, más partidarias de limitar la acción del estado que de defender su intervención equilibradora en el orden económico.
En la segunda parte se trata de reflexionar sobre las aportaciones anteriores, es decir, responder a la pregunta sobre el alcance y el límite de la igualdad como valor. Igualdad que tipifica el autor de diferentes maneras: dependiendo de ante quien se sitúa, ante Dios y ante la ley, o de sus contenidos mismos, oportunidades y resultados.
Dilucidados estos prolégomenos, se despliega en el libro la labor del teólogo que comienza planteando, en primer lugar, ese tópico de la Doctrina Social de la Iglesia en torno al destino universal de los bienes de la tierra. Tópico que fundamentado en el Antiguo Testamento, es confirmado en el Nuevo Testamento y desarrollado más tarde a lo largo de toda la historia milenaria de la Iglesia, dejando especialmente su reflejo en las grandes encíclicas sociales. El segundo despliegue se hace en torno al valor que se ha de dar al dinero, consultando tanto el AT como el NT en torno a la riqueza y la pobreza: ¿se trata, una y otra, de una bendición de Dios o de un escándalo? Se contempla esta parte con dos cuestiones: la primera sobre el nivel de vida que se puede permitir un cristiano y la segunda acerca de cuándo se puede elogiar a un buen empresario. En el quinto capítulo se enfoca la opción evangélica de Jesús por los pobres, de cómo la historia de la Iglesia manifiesta en su desarrollo un olvido por esta opción, y cómo se ha tenido que elaborar un programa de retorno a ella. En el sexto capítulo se desarrolla el difícil tema de las relaciones entre justicia y caridad; según la formulación del autor, la caridad debe abrir camino y poner ternura en la justicia social.
El capítulo séptimo analiza dos conductas compasivas actuales: la de la comunicación de bienes, como forma de superar la limosna, y la del voluntariado social. El capítulo octavo centra la atención en la reciente historia samaritana de la Iglesia, marcando dos tiempos bien diferenciados: el del abandono del estado que suscitó la aparición de San Vicente de Paúl y el del Estado de Bienestar que ha ocupado y desplazado a los grupos religiosos que antes atendieron estas necesidades. El capítulo noveno se centra en la lucha contra la pobreza en tres frentes: el de la asistencia, el de la promoción y el del cambio de estructuras. El capítulo décimo analiza la dimensión pastoral del servicio a los pobres.
Creo que con este recorrido se justifica la afirmación inicial acerca del carácter sintético y completo del libro.
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