Juan Santos, José Fernando: Pregunta sin miedo sobre Dios. Dialogar con jóvenes del siglo XXI. PPC, Madrid, 2019. 216 páginas. Comentario realizado por Luis Ignacio Martín Montón.
José Fernando Juan Santos, licenciado en Estudios Eclesiásticos y profesor de Religión, Filosofía y Ética en Secundaria y Bachillerato, nos presenta un libro en el que plantea 99 cuestiones sobre las que dialoga con jóvenes —unas más concretas, otras más generales—, no para darles respuestas tajantes, sino para invitar a la reflexión, para proponer en lugar de imponer y, en algunos casos, tratar de resolver dudas.
Con una estructura clara —tres bloques (Dios y religión, Jesús y el cristianismo, y la Iglesia y la sociedad) de treinta y tres preguntas cada uno, y en cada cuestión, dos comentarios breves de dos chavales que generalmente divergen, a los que el autor responde con su propia reflexión—, aborda prácticamente todos los asuntos de interés que pueden plantear los jóvenes alumnos de cualquier instituto de nuestro país, no solo de fe y religión sino también sobre la misma naturaleza humana y cuestiones sociales.
Esta misma estructura, que le da coherencia, puede jugar en su contra; por un lado, limita la respuesta del autor a una sola página y, en algún caso, puede quedar corta, y, por otro lado, se echa de menos una nueva pregunta o intervención del alumno ante dicha respuesta, que haya un diálogo más extenso, un toma y daca por parte de ambos para conocer la valoración del joven sobre la respuesta obtenida. En cualquier caso, el autor nos propone continuar el diálogo leyendo y realizando aportaciones en su propio blog.
Sus principales lectores objetivos son primordialmente los jóvenes que alberguen estas dudas o similares —y adultos no tan jóvenes que también precisen respuestas—, y también catequistas, profesores o cualquier persona que trabaje con chavales de estas edades y que busquen material que les inspire, ayude e ilumine. Pero que nadie crea que la función del libro es la de ser un mero consultorio. En primer lugar, escucha a quien quiere ser escuchado, tratando de otorgar cierta paz a quien la necesita; y en segundo plano, revisa cuestiones establecidas, ligeramente crítico con la Iglesia cuando considera que debe serlo, a modo de “culparse a uno mismo”, “reconocer el pecado”, no acusando.
El lector encontrará siempre un tono suave y humilde, y extraerá sus propias conclusiones, pero no distarán mucho de que gran parte de las respuestas se centran en abrirse y huir de egoísmos, que la felicidad está en el otro (“El cristiano es el que se hace prójimo de los demás”, p. 21), proporcionando esperanza en tiempos difíciles a unos jóvenes que, pese a todo, no son indiferentes al mundo que les rodea. Y que, pese a haber leído el libro o precisamente por ello, no dejen de preguntar, cuestionar, dudar.
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