viernes, 3 de julio de 2015

Marino Pérez Álvarez: El mito del cerebro creador. Por Alfonso Salgado Ruiz

Pérez Álvarez, Marino: El mito del cerebro creador. Cuerpo, conducta y cultura. Alianza, Madrid, 2011. 240 páginas. Comentario realizado por Alfonso Salgado Ruiz.

Algunos libros son originales en la propuesta y defensa de sus tesis; otros basan su calidad en la buena y novedosa organización de contenidos ya conocidos, que estructuran de manera mejor y tienen mayor impacto; otros resultan claros en la formulación de sus postulados porque el autor domina el contenido, está seguro de sus afirmaciones y cuida magistralmente el lenguaje. Y otros (pocos), además de todo esto, resultan necesarios y oportunos porque ayudan a poner luz en cuestiones clave donde nos jugamos mucho, y desmontan creencias que (por repetidas incluso sin demasiado fundamento) se asumen de manera acrítica y causan entuertos que tardan mucho en ser deshechos. El libro de Marino Pérez es uno de estos últimos: oportuno, necesario, contundente en sus afirmaciones, bien justificado en sus razonamientos, bien ordenado en su desarrollo y magistralmente escrito.

El texto es una respuesta bien argumentada, una réplica desde dentro, al excesivo protagonismo que últimamente (y de forma desmedida e interesada) se ha concedido al cerebro como protagonista principal (mejor dicho, único) en la determinación de la conducta humana y de todos los productos culturales que las personas hemos construido a lo largo de los siglos. Así, se afirma que el cerebro "segrega conducta" o se formula  que la cultura, la filosofía, las relaciones sociales e incluso la religión y la economía deben ser realmente consideradas "neurocultura", "neurofilosofía", "neurorreligión" y "neuromarketing". De pronto, parecería que todo depende de un conjunto de neuronas que definen lo que una persona es, la neurociencia (y especialmente las técnicas de neuroimagen funcional) se convierte en la ciencia guía, el patrón-oro de toda explicación posible y verdadera, y se asumen las conclusiones oportunas de este modo de proceder sin cuestionamiento alguno. Es (este modo de entender) la neurociencia la nueva referencia epistemológica del siglo XXI, como lo fue la física en el siglo XIX.

El texto (y aquí reside su oportunidad) no es una crítica a las neurociencias, ni siquiera una propuesta no materialista acerca de la explicación de la conducta. Es una crítica, desde dentro de las propias ciencias de la conducta entendidas desde una perspectiva experimental y materialista, al "cerebrocentrismo", que queda desenmascarado como mito, moda e ideología. El cerebrocentrismo se refiere aquí como la tendencia a explicar las actividades humanas en términos cerebrales. Esta posición está teniendo gran éxito tanto en textos divulgativos, que contribuyen a crear razonamiento popular, como entre los propios académicos de ciencias humanas y sociales, deslumbrados por la neurociencia, que parece dar un "plus" de veracidad a sus tesis cuando éstas comienzan desde el prefijo neuro-. Y realmente, el estudio del cerebro, desde la propia neurociencia, nunca ha dicho nada de esto. Es más, la propia neurociencia, y en esto se basa sobre todo la tesis del libro, ha demostrado hace mucho que el cerebro es plástico, esto es, que la influencia de la conducta y del ambiente (especialmente cultural) sobre el cerebro es tanto o más que la influencia del cerebro sobre la conducta. No pueden entenderse el uno sin el otro, de manera que el propio funcionamiento del cerebro es el principal argumento contra el cerebrocentrismo: el genio del cerebro no está en ser el centro creador de la actividad humana, sino en su capacidad funcional abierta, para mediar y habilitar (no causar ni crear) lo que tienen y tengan que hacer las personas para vivir. La propia plasticidad cerebral devuelve a la persona el protagonismo que le corresponde, y coloca al cerebro dentro de un cuerpo, en relación con una conducta psicológicamente constituida (en el sentido aristotélico de la palabra psyché) y en el marco de un contexto cultural que pre-existe al cerebro concreto de alguien y le determina.


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