¿Quién puede desafiar la primera ley de Newton? ¿Quién no ha oído o escrito alguna vez la ecuación E = mc2 de Einstein? Se podría decir que estos dos genios nos acompañan todos los días en nuestros quehaceres cotidianos y, sin embargo, sabemos muy poco de ellos, no los conocemos. El físico español Eduardo Battaner nos los presenta y nos cuenta cómo fueron estos grandes hombres, buscando acercar al lector a sus vidas con un telescopio maravilloso que descubre secretos, pequeños pecados, peleas, anécdotas… muchas cosas de las que nadie se ha preocupado en contar… es como si su producto los hubiera superado, sus leyes han eclipsado a sus creadores.
Después de leer este libro, no podemos dejar de sentirlos un poco más cerca, de tener la sensación de conocerlos… Qué gusto poder hablar de una ley de la Física con algo más de cariño, con calidez; las ecuaciones ya no son tan frías como hasta ahora, las leyes se vuelven más dulces, qué maravilla… ¿serán así más asequibles?
La familia de Newton fueron fundamentalmente sus experimentos, sus razonamientos y sus teorías, resultado del silencio y la meditación en solitario. Fue un autodidacta, un trabajador incansable que muchas veces estaba tan enfrascado en sus desarrollos matemáticos que se olvidaba de comer y dormir. Pero también le llamaban “el león”, por cómo defendía a muerte sus teorías y sacaba sin timidez sus uñas en estas guerras entre sabios sobre quién había sido el primero en tener una idea. Su libro Principia es una de las obras más grandes de la humanidad de todos los tiempos.
Dice el autor que Einstein fue un hombre honesto comprometido con los problemas de la humanidad, ocurrente, bondadoso, valiente y rebelde. Una de sus lecturas favoritas era El Quijote, con el que se identificaba. Sus trabajos más importantes los hizo robando tiempo de su trabajo en una oficina. Para mostrar al mundo la nueva física, tuvo que destrozar la física clásica, arrancarla de cuajo. “Solo un hombre profundo, de pensamiento libre, rebelde y genial, podía hacerlo” nos dice Battaner.
Decían que se podían contar con los dedos de una mano las veces que se había reído Newton en su vida. Einstein se rio mucho más que Newton, seguro que él habría conseguido hacer reír a nuestro serio Newton. Como siempre, Dios vuelve la debilidad en fortaleza, esta vez con la mediación de Eduardo Batanner. Así nuestros queridos genios, cuanto más humanos, pecadores y sencillos los conocemos, más grandes y admirados se vuelven con solo pasar una página.
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