Vílchez, Luis Fernando (con la colaboración de Jacqueline Glaser): Inteligencia moral. Perspectivas. PPC, Madrid, 2016. 213 páginas. Comentario realizado por Álvaro Lobo Arranz.
Entre tanta bibliografía sobre la educación, entre tanta fórmula acertada que propiciará el éxito de nuestras escuelas y entre tanto debate sobre qué no sale del punto de partida, ¿qué motivos encuentra el lector para dedicar unas horas a este libro?
El primer motivo está en que se fundamenta en la base y el origen de la educación: la filosofía. Un saber que explica, sostiene y cuestiona el resto de campos de la ciencia y que frecuentemente olvidamos al hablar de educación. Vílchez no reduce la filosofía a la moral, sino que mantiene una mirada holista e integral de la educación, propia de los orígenes de la filosofía antigua con una visión completa del hombre. Una visión más que necesaria de la persona que nunca aparece en el debate de la educación. Un modo de entender la educación que no se olvida de claves tan importantes para la persona y la sociedad como la libertad, la responsabilidad con los otros, el hecho religioso o una mirada crítica del mundo. Elementos imprescindibles para entender al ser humano pero que nunca aparecen en los medios.
Otra razón para aproximarse a este trabajo es la actualidad de la temática, que no se debe confundir con oportunismo. El enfoque de las inteligencias múltiples es una realidad en la educación. Vílchez no solo lo argumenta apoyándose en autores como Piaget, Kohlberg o antes Kant, que han desarrollado este nuevo modo de ver la educación, sino que es capaz de ir más allá y apostar por el concepto de la inteligencia moral. Una nueva posibilidad completamente interrelacionada con las otras inteligencias y, sobre todo, tan necesaria en el mundo en que vivimos. Se usa, y a veces se abusa, del leitmotiv “aprender a aprender”. En este caso es necesario recordar que la inteligencia moral es una competencia que se adquiere ejercitándola. Vílchez es generoso en su propuesta.
Por último, el autor no pretende vender su idea por medio de una amalgama de conceptos vacíos o muy complicados de poner en práctica en el aula o, más difícil aún, en nuestro sistema educativo. Más bien pretende abrir el debate de la importancia de una educación integral, innovadora y que no olvide el rasgo tan esencial del ser humano como es la capacidad de resolver dilemas y problemas morales. Todo ello bien estructurado y basado en la experiencia, en la actualidad y fundamentado con buen criterio y rigor en la filosofía y en la psicología.
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