Estrada, Juan Antonio: Las muertes de Dios. Ateísmo y espiritualidad. Trotta, Madrid, 2018. 214 páginas. Comentario realizado por Leandro Sequeiros (Colaborador de la Cátedra CTR, Universidad Pontificia Comillas de Madrid).
¡Dios ha muerto! Esta afirmación se ha hecho popular y hoy la utilizamos para hablar de la crisis de Dios y de las religiones en nuestras sociedades secularizadas”. Con esta frase se inicia la introducción (p. 13) de este denso ensayo de Juan Antonio Estrada, teólogo y catedrático de Filosofía de la Religión de la Universidad de Granada. Pero ¿en qué sentidos se habla de las muertes de Dios? ¿De qué Dios reniegan los ateos? ¿En qué sentido se habla de “crisis de Dios y de las religiones”? ¿En qué sentido es secularizada nuestra sociedad? ¿En qué sentidos se usan los conceptos de “religión” y “espiritualidad” en una sociedad científico-técnica? ¿Existen alternativas? Los medios de comunicación y las redes sociales, con frecuencia, difunden ideas y planteamientos demasiado rotundos y tópicos que no se resisten a una crítica filosófica racional. Desde este punto de vista, el texto de Estrada puede ser iluminador para muchos creyentes y no creyentes que intentan una fundamentación a sus planteamientos.
Estrada no oculta su simpatía por la modernidad y sus reticencias hacia determinados planteamientos posmodernos respetables, pero con evidente fragilidad argumental. La crítica filosófica a la Ilustración ha sido determinante para la erosión de la fe. Primero, con una impugnación de la metafísica, cuestionando el posible acceso a Dios por la razón humana (Kant), con la consiguiente crisis de las pruebas tradicionales de su existencia. Luego, con una filosofía de la historia marcada por el progreso, en el marco de una escatología secularizada e intrahistórica, que convertía a la Humanidad en la encarnación del Espíritu Absoluto (Hegel). Feuerbach culminó el proceso, sustituyendo a Dios por el hombre y la teología por la antropología. La cosmovisión judeocristiana dejó de ser el referente cultural de Occidente, produciéndose una revolución social y una descalificación del cristianismo. El agnosticismo, el ateísmo humanista y la crisis de la ética y de la metafísica son parte de la herencia de la crítica ilustrada, sobre la cual se asientan las distintas versiones de la muerte de Dios.
Estructurado en cinco extensos capítulos, este ensayo recorre algunos de los hitos más sobresalientes de las críticas filosóficas al sentido de Dios y de la religiosidad en la modernidad y en la posmodernidad. El primer capítulo aborda la cuestión de “las muertes de Dios en la filosofía”, seguido (capítulo 2) por “la crisis filosófica y teológica del monoteísmo bíblico”. Desde una perspectiva más teológica (y en concreto de la teología católica), los capítulos 3 y 4 se centran en qué posibles respuestas racionales se pueden invocar sobre “la cruz y la muerte de Dios” y “la resurrección y la muerte de Dios”. El capítulo 5 (del que se ha publicado una extensa síntesis en el blog de la Cátedra Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión [https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/]) se centra en las respuestas a la muerte de Dios desde los nuevos “humanismos y espiritualidades sin Dios”.
Después de este recorrido, concluye Estrada, ¿tiene sentido y alternativas “creer después de las muertes de Dios”? A la luz de la deconstrucción de la fe tradicional y de sus fundamentos teológicos, ¿es posible seguir siendo cristiano hoy? ¿Cómo superar el nihilismo ambiental y salir de un pensamiento deconstructivo? ¿Cómo se puede creer, después de la muerte de Dios? ¿Es posible ser un cristiano no teísta? ¿Se puede reducir el cristianismo a una espiritualidad y un humanismo ético, sin que se pierda la continuidad con la fe tradicional? ¿Es posible un cristianismo no teísta? Es más, ¿es posible afirmar al cristianismo como una oferta de sentido, sin plantearse la verdad del significado que se ofrece? ¿Se puede mantener la pretensión de universalidad y de salvación del cristianismo a pesar de que hoy tenemos un mayor conocimiento de las otras religiones? ¿Es posible una pretensión de absoluto en formulaciones y hechos que son siempre históricos y contingentes?
Estas son algunas de las preguntas en el nuevo marco cultural, social y religioso que ha surgido a finales del siglo XX. Para responder a ellas hay que analizar el contexto social y cultural actual. La postmodernidad y la globalización caracterizan al tercer milenio. El simbolismo de la muerte de Dios está vinculado al creciente déficit de sentido, al nihilismo ontológico, cognitivo y moral de nuestras sociedades. La pluralidad y la carencia de fundamentos son constitutivos de la mentalidad postmoderna. La globalización genera la relativización de lo particular y arruina los sistemas con pretensiones de universalidad. La crítica de la modernidad llevó a la laicización del Estado y a la secularización de la sociedad, que generó la crisis de las religiones y la pérdida de irradiación de lo religioso en la cultura. Con la postmodernidad podemos hablar de una segunda secularización, que ha agravado la falta de correspondencia entre la sociedad y la cultura, por un lado, y las religiones por otra. El cristianismo tiene dificultades para echar raíces en la nueva sociedad democrática y pluralista de los últimos cincuenta años. La mentalidad científica ha desplazado a la religión, y con ella se ha impuesto una forma de conocimiento en que solo se puede hablar de aquello que es observable y comprobable empíricamente. Las propuestas que no pueden falsarse con hechos comprobables carecen de validez. A esto se añaden las consecuencias culturales de la “muerte de Dios” en la época de la postmodernidad. Se ha impuesto una inmanencia cerrada, que limita radicalmente las trascendencias intramundanas de las utopías, las éticas y los proyectos de emancipación. En este marco, también lo sobrenatural y cualquier teología del más allá queda descalificada como especulación o proyección sin posibilidad de refrendo. Hay una doble crisis de sentido y de fe, que es la otra cara del nihilismo. Cada vez es más difícil creer en algo o alguien y abrirse a que otra sociedad y forma de vida son posibles. Este ensayo del profesor Estrada ayudará a los que buscan a encontrar algunas vías de respuesta.
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ResponderEliminar¡LEE ESTO!
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Eternamente
Joaquín Gorreta Martínez 62 años
Me parece bien todo lo que dices, anónimo amigo. Y espero que tú mismo des testimonio con tu vida. Si no, se quedaría en palabras vanas. Un saludo
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