Arana, Juan (dir.): La cosmovisión de los grandes científicos del siglo XIX. Convicciones éticas, políticas, filosóficas o religiosas de los protagonistas de las revoluciones científicas contemporáneas. Tecnos, Madrid, 2021 454 páginas. Comentario realizado por Leandro Sequeiros (Presidente de la Asociación Interdisciplinar José de Acosta, ASINJA).
En un comentario anterior hemos publicado una recensión de un volumen correspondiente a las convicciones de los científicos del siglo XX. Ofrecemos en estos momentos un comentario al volumen más reciente, correspondiente a la descripción histórica, filosófica, histórica y, en algunos casos, la descripción teológica de la cosmovisión de los científicos del siglo XIX. Para el director del volumen, el profesor Juan Arana, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla, “la ciencia decimonónica resulta más fresca y esperanzada que la del veinte” (p. 17).
Detrás de la edición y presentación de este volumen sobre los grandes científicos del siglo XIX está la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno que “tiene la finalidad de servir a la sociedad mediante el estudio y cuidado de la naturaleza, el apoyo a la investigación científica y la formación de la juventud”.
La lectura de este volumen y el conocimiento de la cosmovisión de estos científicos pueden resultar de gran utilidad para nuestra época, cuando vuelven a surgir voces que proponen poner a la humanidad al servicio de la ciencia, en lugar de la ciencia al servicio de la humanidad.
Este volumen viene precedido por una densa introducción programática del director del volumen, el profesor Juan Arana. Para él, “el deseo más ferviente del siglo XIX era que la ciencia llegara a controlar nuestras vidas; la tarea que ha dejado pendiente el XX es lograr que no se nos vaya de las manos” (p. 18).
Como justifica el profesor Arana, “sin la tutela exploradora y crítica de su hermana [la filosofía], la parte científica conoció un crecimiento inflacionario que hizo posible (y no consiguió evitar), primero, la explotación colonial de los países atrasados por aquellos a los que la ciencia había empoderado y, segundo, la lucha a muerte entre sí de las potencias imperiales” (p. 19).
No es este el momento de valorar las afirmaciones tal vez pesimistas del profesor Arana sobre el cañamazo político, cultural, histórico, filosófico y religioso que construye la cosmovisión del siglo XIX y las convicciones que alimentaron especialmente a los científicos. Pero respetamos su punto de vista.
En este volumen han colaborado 27 expertos en historia y filosofía de las ciencias que avalan la calidad del esfuerzo de síntesis realizado. Desde la perspectiva de cada uno de los científicos, se elaboran muy diversas visiones del mundo natural. Cada capítulo tiene su propia autonomía y se acompaña de una selecta bibliografía, a veces demasiado extensa.
Estructurado el volumen en 32 breves capítulos de muy desigual extensión y factura, se articula en siete secciones correspondientes a otras tantas disciplinas científicas. La elección de estas disciplinas, y el orden en que se sitúan en el texto, debe tener un sentido aunque el director del volumen no lo comunica. Puede llamar la atención el hecho de que el lenguaje es masculino y en ningún momento se alude a ninguna mujer científica aunque sí las hubo. De hecho, el contenido de este volumen es esencialmente masculino.
La primera sección del libro está dedicada a los matemáticos del siglo XIX. Y se centra en cuatro figuras de gran talla: Georg Cantor, Augustin Cauchy, Carl F. Gauss y Bernhard Riemann. Otros cuatro capítulos están dedicados a cuatro científicos del siglo XIX que destacaron en el campo de la química: John Dalton, Michael Faraday, Louis Pasteur y Alessadro Volta. Su inclusión dentro del grupo de químicos es muy subjetiva, ya que mucho de su trabajo se realizó dentro del ámbito que hoy llamaríamos física.
Esto nos lleva a la tercera de las secciones de este volumen: la dedicada a los físicos. Son nueve los capítulos dedicados a otros tantos científicos del siglo XIX a los que el director del volumen incluye entre los físicos: André-Marie Ampère, Ludwig Boltzmann, Sadi Carnot, Joseph Fourier, Josiah Willard Gibbs, Hermann von Helmholtz, Lord Kelvin, Pierre Simon Laplace y James C. Maxwell.
Desde nuestro punto de vista estas tres secciones (las de los matemáticos, químicos y físicos) parecen un tanto artificiales, pues en el siglo XIX las fronteras entre ambas eran mucho más porosas que en la actualidad.
Lo que hoy se denomina las ciencias de la vida y de la salud ocupan dos secciones del volumen. Son seis las figuras que se integran en la sección dedicada a los biólogos: Georges Cuvier, Charles Darwin, Hans Driesch, Ernst Haeckel, Juan Bautista Lamarck y Johann Gregor Mendel. La etiqueta “biólogos” es generosa pues la mayor parte de ellos se dedicaron a un campo más amplio: el de las ciencias de la naturaleza, que incluye también los aspectos de las ciencias de la tierra y la paleontología.
Bajo el epígrafe de “los médicos y fisiólogos” se incluyen cuatro figuras del mundo de las ciencias de la salud: Claude Bernard, Emil du Bois-Reymond, Jean-Martin Charcot y Philippe Pinel. Y entre los Ingenieros e Inventores se citan a Charles Babbage y a Leonardo Torres-Quevedo (la única contribución española a la ciencia en el volumen).
Tres figuras se incluyen en la séptima y última de las secciones del libro bajo el epígrafe de “los hombres de ciencia del cambio de siglo”: Pierre Duhem, Ernst Mach y Henry Poincaré. Un índice alfabético de los 32 científicos citados y una relación de los 27 autores de los diferentes capítulos con una breve biografía completan el volumen.
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