lunes, 16 de enero de 2023

José María Rodríguez Olaizola. En tierra de todos. Por Inocencio Martín

Rodríguez Olaizola, José María: En tierra de todos. Sal Terrae, Santander, 2020. 216 páginas. Comentario realizado por Inocencio Martín.

En tierra de todos
es la reflexión de un creyente que intenta vivir su fe en medio de la complejidad de este mundo, pero no quiere hacerlo por libre, sino perteneciendo a una Iglesia a la que ama, pero que también le duele; y así desfilan por sus páginas las luchas y los desvelos, con el deseo de acertar, con el mismo planteamiento que hizo el autor hace 15 años en su libro En tierra de nadie, aunque luego resultó que los pobladores eran muchos; auguro que algo parecido va a pasar con éste pues, si no todos, muchos compartirán este recorrido existencial. 

Pero tras 15 años y a la velocidad de hoy, esta tierra no es la de entonces. Ni el autor tampoco. Hace bien, pues, que, antes de describirnos la situación de esta tierra de todos, dedique todo un capitulo, el segundo, a señalar algunos rasgos que son específicos de este siglo XXI. La lectura de este capítulo se hace necesaria para captar el mensaje del libro y, sobre todo, para encontrar, en parte, el porqué de las tres actitudes: la rigidez intransigente, la liquidez sin raíz y el rechazo cuando de fe o de Iglesia se trata. 

Es a partir del capítulo 4 y hasta el 10, cuando el autor, que pretende describir un mapa de la situación actual, ve un mundo más amplio que el que se mueve entre las tres encorsetadas actitudes, las coloca en el mapa y las acompaña con algunas vivencias propias. Hay que agradecer al autor la fijación en el mapa de estas situaciones y personas, la moderación en el tratamiento y lo que supone de interpelación para la Iglesia. Termina esta primera parte con una pregunta: ¿estuvo Jesús en tierra de nadie? Yo creo que sí, porque las comidas de Jesús eran inclusivas, era una mesa en la que cabían todos.

La segunda parte se titula "Vivir en tierra de nadie". Faltan muchas cosas y el ritmo de la Iglesia es lento, pero seguimos porque la Iglesia de Jesús ensancha la mirada, hay servicio, testimonio, hay caricias para un mundo herido, belleza y en ella se celebra la fe… y se anuncia una buena noticia

Por todo esto seguimos, aunque, tal vez, nos corresponda ser en esta sociedad más levadura que catacumbas, cristiandad o circo; y, además, porque en este mapa con tanta diversidad puedo encontrar mi lugar en el mundo. Estoy seguro, lector, que el libro aumentará tu fe y esperanza.


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