miércoles, 17 de mayo de 2023

Erri de Luca: Hueso de aceituna. Por Javier Sánchez Villegas

De Luca, Erri: Hueso de aceituna. Sígueme, Salamanca, 2021. Traducción del italiano de Jorge Sans Vila. 126 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Hace ya un par de años que lo leí, en 2021, al poco de salir en su edición española (la original italiana es de 2002). Y me gustó. Es cierto que previamente había leído La natura expuesta (cuyo comentario salió en Libris Liberi en enero de 2019 [pinchar aquí]) y Y dijo, los cuales me encantaron. Obviamente, con esa carta de presentación (y el hecho de que me lo recomendaran vivamente) no he podido resistirme a su lectura y, como es el caso ahora, a su relectura.

Hueso de aceituna (igual que el cuarto título: Las santas del escándalo) es una obra que recoge distintos acercamientos del autor a los textos bíblicos. Como él mismo indica en la llamada "Premisa", se declara ateo. Es decir, una persona que siente verdadera atracción por la lengua hebrea y por los textos sagrados, pero que no ha sido llevado a vivir una dimensión de fe en ellos. No obstante, y agradeciendo la honestidad del autor, su nivel de profundidad vivencial y existencial es muy superior al de muchos de los llamados "creyentes". ¿Por qué digo esto? Porque Erri de Luca reconoce, en primer lugar, la imposibilidad de hacer oración (como muchos creyentes, digo yo) al no ser capaz de relacionarse con lo trascendente dirigiéndose a él como un "tú". En segundo lugar, existe otra dificultad: el perdón. Confiesa el autor que es incapaz de perdonar y, como consecuencia, de admitir el ser perdonado.

Según su criterio, se limita a leer historias santas, a captar la inmensidad de su sentido, aunque con el riesgo de quedarse en la superficie de las palabras. A pesar de ello, no encuentra dificultad en compartir el resultado: la lectura es comida, memoria y rumia.
La lectura es comida. Porque se necesita para vivir humanamente. Y cuando el texto es sagrado, lo humano se diviniza a cada palabra que recorren los ojos y musitan los labios.

La lectura es memoria. Porque conecta al lector con todos aquellos que lo precedieron. De modo que, en ese mismo instante, logra salvar del olvido de la muerte algunas pocas vivencias de amor y gozo, dolor y derrota, reparación y anhelo.

La lectura es rumia. Porque en un punto se necesita volver una y otra vez sobre lo leído para limar las paredes que protegen el misterio tras el que se oculta el sentido de la realidad. Sólo en esa tarea constante, repetitiva y persistente el lector puede ser sorprendido cada día con la certeza de que sigue vivo.
Estas palabras no son mías, sino de Erri de Luca. Sintetizan de maravilla su tarea de leer los textos sagrados y de sacarles su jugo. Y apuntan a lo que es su verdadera vocación: ser lector; dejarse poseer por los textos, por sus palabras, sus traducciones, su dinámica interna... y dejar fluir la energía que encierran en sus entrañas, energía que libera, dinamiza y te saca de ti, y te lleva hacia donde no sabes... por un itinerario que te absorbe pero que te colma... Ciertamente, yo me siento muy identificado con esto. Se nota, ¿no? Por eso, cuando la gente me anima para que siga escribiendo libros, suelo contestar lo mismo: todavía no he leído lo suficiente, que es lo que realmente me gusta. En fin...

Libro muy recomendable, como toda la obra de Erri de Luca. Espero que puedas conectar con las historias que cuenta al hilo de los textos bíblicos. Están llenas de vida. Hasta la próxima.


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