Lamet, Pedro Miguel: El esclavo blanco. Pedro Claver. Mensajero, Bilbao, 2017. 359 páginas. Comentario realizado por Diego A. Cristancho.
Son varias, y conocidas, las novelas históricas que Pedro Miguel Lamet nos ha regalado sobre santos jesuitas: El caballero de las dos banderas: Ignacio de Loyola; Duque y jesuita: Francisco de Borja; El aventurero de Dios: Francisco de Javier. En esta ocasión, ve la luz esta nueva obra: El esclavo blanco: Pedro Claver.
A diferencia de los tres primeros santos, a quienes nos podemos acercar a partir de sus propias obras, son muy escasos los escritos autógrafos de san Pedro Claver. Para conocerle debemos acudir a los testimonios de las personas que lo trataron. Pues, como señala el autor, el esclavo blanco destacó por ser un hombre “corto en palabras y largo en hechos”.
Es característico de Lamet conjugar en sus libros bastante bien la dimensión novelada con la dimensión histórica, con mayor peso de esta última. En este libro aparece al final una nota histórica confirmando este aspecto.
La novela la iniciamos de la mano del marinero gaditano Miguel Orozco quien, a modo de testamento, nos va adentrando e introduciendo en los ambientes del trato negrero, de la navegación, de los procesos inquisitoriales, de las agitadas vidas de Sevilla y Cartagena de Indias; así como en otros detalles de las costumbres y geografía de aquellas tierras a comienzos del siglo XVII.
En medio de esta historia, surge la figura de Pedro Claver, el esclavo blanco. Un santo que, sin duda, perforó la realidad de su tiempo, encontró a Dios en ella y se dejó conducir por Él. Un santo que, a pesar de que nunca tuvo clara su opción sacerdotal, sin embargo, con su manera de vivir en pobreza y entrar en contacto con los esclavos negros, impactó sacerdotalmente en la vida de sus contemporáneos.
Ciertamente, Pedro Claver no se hizo solo. Sin la ayuda y colaboración de los mismos esclavos negros, el trabajo de Claver no hubiera alcanzado la resonancia que hoy en día tiene. A lo largo del libro no se deja de pasar por alto la influencia que tuvieron en su modo de proceder dos de sus compañeros jesuitas que más influyeron en él: Alonso de Sandoval y Alonso Rodríguez. El primero, marcándole el estilo apostólico; el segundo, dirigiéndole la vida espiritual. Con todo, una descripción de la personalidad de Pedro Claver sigue siendo difícil. Aunque nadie dudaba de su santidad, fueron muy pocos, incluso en su misma comunidad, los que lograron entenderle y valorarle.
El libro de Lamet resulta ameno, de fácil lectura y rico en imágenes. Para quien desee acercarse al mundo en que se movió Pedro Claver y conocer el tipo de apostolado que lo llevó a ser considerado como el pionero en la defensa de los derechos humanos y el patrono de las misiones entre los esclavos negros, El esclavo blanco es una muy buena opción. Con todo, aún nos sigue haciendo falta un estudio más profundo sobre su espiritualidad y su manera de abordar los conflictos sociales de su tiempo.
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