López Romero, M.ª Ángeles: Un columpio en el desierto. Lecciones y paradojas sobre cooperación, desarrollo y utopía. PPC, Madrid, 2016. 224 páginas. Comentario realizado por Ángel Benítez-Donoso.
La periodista M.ª Ángeles López Romero, redactora jefe de la revista 21, ha publicado en los últimos años distintos libros en los que recoge su experiencia ante distintas situaciones de la vida como la paternidad (Papás Blandiblup, 2009), la muerte (Morir nos siente fatal, 2011) o la transmisión de la fe (Adiós al “Jesusitodemivida”, 2014). En esta, su quinta obra, la autora se aleja de su temática habitual para intentar poner de relieve los múltiples matices que ocultamos cuando desde los países ricos hablamos de pobreza, solidaridad o cooperación internacional. Para ello, López Romero recorre países como Kenia, India, Marruecos o Brasil compartiendo en cada estación un sinfín de testimonios directos recogidos gracias a sus más de veinte años de experiencia periodística. Todo el relato se va entretejiendo gracias a los propios aprendizajes de la autora, a sus descubrimientos y a sus incomprensiones.
El libro no pretende ofrecer un análisis exhaustivo del desequilibrio Norte-Sur, sino más bien descubrir el abanico de matices escondidos bajo el término genérico de pobreza. De esta forma el viaje propuesto comienza descendiendo de la mano de las niñas ciegas de Marruecos, de las mujeres obligadas a prostituirse en la India y de los enfermos de SIDA africanos, para más adelante poder ir subiendo gracias a la educación, el trabajo asociativo y una cooperación internacional no basada en la caridad sino en la justicia.
Para las personas con algo de experiencia en la cooperación internacional la obra les puede resultar anecdótica, de mero recuerdo afectuoso, pues la gran cantidad de temas tratados hace que en ocasiones no se pueda ofrecer un análisis en profundidad de los problemas expuestos. Pero como ya he dicho anteriormente no es ese el objetivo principal de la obra sino más bien ofrecer al público en general un grito profético que permita en primer lugar reconocer las múltiples ramificaciones de los problemas actuales y por otro denunciar una situación estructuralmente injusta para la mayor parte de los habitantes del mundo.
Quizás lo mejor del libro sea, en mi opinión, el profundo tono de esperanza que atraviesa sus páginas. Esta esperanza no es un mero optimismo bienintencionado expuesto desde la comodidad de los países ricos sino que se trata del compromiso real de los actores principales de esta obra, hombres, mujeres y niños con nombres concretos, que con su esfuerzo diario no solo han conseguido cambiar ya su propia realidad sino que ellos empujan hacía esa utopía dinamizante de la que habla la autora.
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