Díaz-Salazar, Rafael: España laica. Ciudadanía plural y convivencia nacional. Espasa, Madrid, 2008. 319 páginas. Comentario realizado por José Antonio García.
Laicismo y laicidad se han convertido en tema de debate cultural no sólo en nuestro país, sino en todo el espacio europeo. ¿Cómo convertirlo de conflicto en oportunidad? ¿Qué hacer en nuestro caso para que el pluralismo ciudadano no derive en una reedición de las dos Españas que dirimen sus diferencias a «garrotazos» como en el famoso cuadro de Goya? Tal es el propósito de este libro que presentamos aquí.
Dos primeras cosas hay que agradecer al autor, profesor de Ciencias sociológicas y políticas de la universidad Complutense. En primer lugar, la de aclarar los términos laicismo y laicidad, en torno a los cuales existe una enorme confusión, así como las distintas corrientes de pensamiento que los han encarnado en nuestro pasado y en el momento actual. En segundo lugar, el análisis de esta misma problemática en el espacio europeo, principalmente Francia e Italia. Ello arroja luz sobre nuestra propia situación y nos ayuda a ver dónde estamos los españoles en relación a este debate. Tal es el contenido del primer capítulo titulado «El laicismo en Europa». Laicidad, según el autor, es «la autonomía del Estado, de la política, de la conciencia moral, de la educación y de la vida espiritual. Una autonomía con fundamento ético que se establece frente a la dominación de esas esferas por las iglesias, las religiones y las ideologías ateas o agnósticas que rechazan el pluralismo moral, ideológico, religioso y político (cf. pp. 18-19). Laicidad habla, pues, de finalidad, laicismo de los medios para conseguirlo. De ahí que el autor distinga varios tipos; el laicismo antirreligioso o de exclusión; el laicismo de neutralidad frente a la religión, que a veces se convierte en laicismo de neutralización; el laicismo de inclusión (Sárkozy acaba de bautizarlo como laicismo positivo); y finalmente el laicismo religioso, es decir, el de aquellos ciudadanos que aun siendo creyentes (y quizá por serlo) defienden la idea de una España laica (pp. 20-25).
Tras un recorrido muy documentado sobre los laicismos en Europa, Díaz Salazar se centra en el laicismo español y sus principales manifestaciones: en sus raíces históricas, en los personajes, movimientos sociales e ideologías que lo encarnaron, en el papel que jugó la Iglesia católica en su nacimiento y posterior desarrollo, etc. El autor analiza en consecuencia las diversas posiciones teórico–prácticas de las asociaciones laicistas de nuestro país, al igual que las políticas oficiales del PSOE e IU y la posición de las jerarquías católicas. Siempre de un modo respetuoso, pero siempre también de un modo crítico. Un segundo capítulo sumamente ilustrativo.
Con ello llegamos a la tercera parte —casi la mitad del libro— en la que Díaz Salazar plantea su propuesta personal a la que define como «Alianza de culturas para construir una España laica». Se trata sin duda del capítulo más original e interesante del libro. Su título anuncia ya que el autor ve esa construcción como una «articulación dialéctica del pluralismo ideológico, moral y religioso» en la que los individuos e instituciones religiosas tomen parte en los procesos de deliberación generadores del sujeto moral y de la razón pública, renunciando al mismo tiempo a imponer una verdad que ellos creen absoluta sobre la sociedad entera. En esa construcción de «tolerancia activa» (Habermas), tan rechazable como la clericalización de la política resultaría un laicismo de exclusión o de neutralización. Sólo a través de una cultura del diálogo, a cuyas condiciones de posibilidad y objetivos dedica el autor un espacio precioso (pp. 203-215 y 272-287), podremos llegar a esa España plural, moralmente implicada y pacífica con la que soñamos.
Si nuestra sociedad es inevitablemente plural, ese pluralismo no tendría por qué traducirse en enfrentamiento o en vacío moral, sino en la búsqueda compartida de una convivencia de mayor calidad ética y relacional. Libros como éste ayudan y animan a intentarlo porque aclaran panoramas y abren caminos en un tema brumoso que se presta a todo tipo de peligrosas simplificaciones.
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