Mair, Peter: Gobernando el vacío. La banalización de la democracia occidental. Alianza, Madrid, 2016. 173 páginas. Traducción de María Hernández Díaz. Comentario realizado por Jaume Torres i Rocaginé.
La democracia tal y como la habíamos concebido en el mundo occidental durante las últimas décadas ha entrado en una profunda crisis. El motivo principal, según el autor, es que esta se asentaba sobre el papel que jugaban los partidos políticos. Un papel de canalización y enganche entre la sociedad civil con sus conflictos y su diversidad de intereses y un ejercicio del gobierno legitimado democráticamente a través de las elecciones. Esto está siendo puesto en cuestión debido principalmente a la crisis y transformación que están viviendo los partidos.
A través de abundantes datos, el autor demuestra hasta qué punto esta crisis se ha hecho más aguda: descenso en el número de afiliados, crecimiento de la abstención en las elecciones, volatilidad electoral… Es evidente que existe un alejamiento por parte de la sociedad respecto al papel de los partidos, pero no solo esto, también los representantes políticos (las élites) los están abandonando para refugiarse sobre todo en las instituciones. Con estos dos alejamientos crece un espacio vacío que es el que manifiesta más claramente la crisis de la democracia tal como la hemos conocido.
Mair no se limita, sin embargo, a una descripción de los hechos, sino que intenta sumergirse en las causas de este fenómeno. Y es allí donde creo, modestamente, que el libro adquiere más interés. El peso creciente de instituciones internacionales que no se rigen por criterios “democráticos”, entendidos como criterios de participación electoral, representatividad, etc., está generando una sensación creciente de irrelevancia de los actores tradicionales. Se reduce su capacidad de maniobra y de generar políticas en base a un perfil ideológico claro que es el que movía a la fidelización de militantes y votantes. El autor, buen conocedor del mundo anglosajón, cita el caso de Blair y la Tercera Vía como ejemplo de esa difuminación de perfiles y de los ejes izquierda y derecha que generaban entre la población identidades fuertes. También dedica un capítulo del libro a la Unión Europea como ejemplo de institución supraestatal que ha contribuido con su funcionamiento y sus mecanismos de decisión a alejar la política de los ciudadanos.
Una de las virtudes o limitaciones del libro es que se queda en el análisis y no va más allá a la hora de proponer respuestas. Sí que advierte, sin embargo, del riesgo que el vacío que se ha generado sea ocupado por fenómenos políticos como el populismo, fenómenos en ningún modo nuevos, pero que sí que habían sido desterrados durante los decenios de gobierno de partidos. Un buen libro pues para asentar un análisis pero que deja pendiente una profunda reflexión sobre el futuro de nuestras democracias y las maneras de superar su banalización.
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