Gallagher, Timothy M.: Discernimiento de espíritus. Guía ignaciana para la vida cotidiana. Herder, Barcelona, 2016. 384 páginas. Traducción de Renata Furst. Comentario realizado por Luis María García Domínguez.
El autor, que tiene diversas publicaciones sobre espiritualidad ignaciana, es doctor en teología por la Universidad Gregoriana (Roma) y tiene amplio conocimiento teórico y práctico de los Ejercicios ignacianos. Conoce bien los Ejercicios Espirituales y maneja los principales comentaristas del discernimiento ignaciano, así como también autores clásicos y modernos de la tradición espiritual.
El libro comenta por su orden las reglas ignacianas de discernimiento llamadas de la Primera semana (Ejercicios Espirituales, nn. 313-327), sin entrar en las de la Segunda semana. En sus capítulos, por lo tanto, recorre la experiencia espiritual de la persona que se va acercando a Dios, es visitada con la consolación espiritual y es tentada por la desolación. Con las reglas citadas, propone distintas maneras de hacer frente a la desolación, explicando su sentido y recordando la habitual alternancia espiritual entre consolación y desolación. Finalmente presenta las tres tácticas más ordinarias del mal espíritu en la vida espiritual y propone medios para afrontarlas.
El autor ofrece también unas reflexiones introductorias que proponen el sentido del discernimiento en la vida cristiana, remitiendo a la experiencia humana
universal, reflejada en clásicos de la literatura como Tolstói, de la presencia de la consolación espiritual y de la alternancia de consolación y desolación. Citando a Juan Casiano, el autor nos recuerda que estas mociones de los diversos espíritus «están presentes en todos nosotros» y, sin embargo, «nadie las conoce» antes de que se las revele un maestro; es lo que desea hacer apelando a la enseñanza de san Ignacio. Pues constata que las reglas de discernimiento son útiles para el creyente de hoy, facilitando un acto de liberación de la desolación espiritual y de los engaños espirituales.
El libro ayudará, sin duda, a los que practican los Ejercicios ignacianos y a los que los ofrecen como camino de encuentro con Dios. Pero también iluminará a todo el que quiera adentrarse en un método de discernimiento que vaya un poco más allá del sentido común y de la mera intuición cristiana. Nuestro mundo interior es complejo y la sabiduría multisecular del discernimiento, recogida en las reglas ignacianas, puede abrir horizontes insospechados para “sentir y conocer” ese mundo interior, facilitando la lucha contra los muchos “demonios” interiores que nos frenan en el seguimiento de Cristo.
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