sábado, 12 de enero de 2019

Antonio Ávila Blanco: Acompañamiento pastoral. Por Luis María García Domínguez

Ávila Blanco, Antonio: Acompañamiento pastoral. PPC, Madrid, 2018. 392 páginas. Comentario realizado por Luis María García Domínguez (Instituto Universitario de Espiritualidad, Universidad Pontificia Comillas, Madrid).

El autor es sacerdote, licenciado en psicología y doctor en teología, ha sido formador en el seminario de Madrid y es profesor en el Instituto Superior de Pastoral y en la Facultad de Teología “San Dámaso” de la misma ciudad. Tiene distintas publicaciones de psicología pastoral, que le preparan sobradamente para el enfoque del libro que presentamos, que ofrece una visión “complexiva” e interdisciplinar del acompañamiento pastoral. 

El contenido del libro está estructurado en cuatro partes: la primera fundamenta el acompañamiento pastoral, la segunda aborda los medios que emplea, y las dos últimas desarrollan distintos tipos de acompañamiento. Se desarrolla en trece capítulos, cada uno de los cuales concluye con unas breves referencias bibliográficas “para seguir leyendo” sobre el tema tratado; el libro finaliza con una amplia bibliografía (pp. 357-375) que recoge todas las referencias citadas en el libro. Un amplio índice final puede hacer las veces de un índice de materias, que el libro no ofrece. 

La fundamentación es teológica (pp. 11-26) e histórica (pp. 27-52), pero incluye también un recorrido por las “principales corrientes de psicoterapia y sus aportaciones al acompañamiento pastoral” (pp. 53-98), como muestra de un diálogo interdisciplinar que se establece en distintos momentos del libro: al hablar de la transferencia y contratransferencia y de los mecanismos de defensa (pp. 147-161), al presentar las técnicas de la entrevista (pp. 139-147), al indicar los problemas que exigen una derivación a otros profesionales (pp. 191ss.) y, en general, cuando ofrece aportaciones de la psicología al acompañamiento pastoral.


La segunda parte afronta los medios para el acompañamiento pastoral, que deben partir de las “relaciones fraternas” (pp. 101-105) como referencia para la relación de acompañamiento. El “diálogo pastoral” (pp. 123-162) señala las condiciones y las herramientas para la entrevista, como la escucha y distintas técnicas no directivas o directivas. El “proceso del acompañamiento” supone distintas etapas (inicio, desarrollo, finalización) donde los objetivos (pp. 180-183) pautarán mucho el camino a seguir y el momento de la finalización. Los diferentes tipos de acompañamiento pastoral se presentan en distintos capítulos, que ocupan toda la segunda mitad del libro. 

La tercera parte (capítulos 7 a 11) señala cinco tipos de acompañamiento personal donde la fragilidad humana se muestra más patentemente, a cada una de las cuales dedica un capítulo. Los “acompañamientos para la derivación” (pp. 191-204) presentan la evidencia de que no todo acompañante pastoral sabe o puede acompañar cualquier tipo de problemas y, por lo tanto, debe “derivar” a algunas personas para ayudarlas realmente; puede tratarse de problemas psiquiátricos, de adicciones, o problemas sociales o legales. Los “acompañamientos de ayuda” (pp. 205-232) se refieren a “socorrer y acompañar en las situaciones de vulnerabilidad y exclusión social” con “atención samaritana”, incluyendo la atención al duelo, el trauma o el suicidio. El “acompañamiento para el crecimiento y la maduración personal” (pp. 233-263) apoya la toma de decisiones y la articulación y realización de un proyecto personal propio, y la puesta en juego de todas sus potencialidades para llevarlo a cabo (p. 233); un acompañamiento para la adolescencia y juventud, para la mitad de la vida y para la “crisis de reducción” o en situaciones terminales. “Acompañar las relaciones humanas” (pp. 265-279) se refiere especialmente a las parejas y las familias, así como las relaciones problemáticas a las que el Papa Francisco (Amoris laetitia, 78-79) pide acompañar. El “acompañamiento para la responsabilidad moral y el perdón” (pp. 281-304) incluye el tratamiento de la culpa, la reconciliación y el perdón.

La cuarta parte (capítulos 12 y 13) se refiere más directamente a lo que suele considerarse como acompañamiento espiritual ordinario. Parte del “cambio de paradigma en el acompañamiento para el ejercicio de la vida cristiana” (pp. 307-326), propiciada por la vuelta a la espiritualidad de algunos sectores del mundo contemporáneo, reflejada en la crisis de la “dirección espiritual” tradicional, la superación del individualismo y el espiritualismo dualista, buscando una mayor integración para “superar la división entre lo profano y lo sagrado y asumir que el lugar donde se realiza la vida cristiana es la vida diaria, en la que se manifiesta la presencia de Dios, que todo lo hace santo”, del que nacería un “acompañamiento psico-histórico-espiritual” (p. 315). El fin último de este acompañamiento es “encontrar la voluntad de Dios sobre nuestras vidas, con el fin de ser dóciles a su Espíritu” (p. 317), fin del que derivan otra serie de objetivos y tareas (pp. 317-320). El capítulo 13 y último (pp. 327-355) presenta tres situaciones en las que el acompañamiento se puede desempeñar, a saber, acercándose a los alejados (evangelización), acompañando a los que se inician en la fe (iniciación cristiana) y ayudando a “crecer en profundidad, vitalidad y autenticidad en todas las dimensiones de la vida cristiana” (cuidado pastoral).

En su conjunto, el libro trata del acompañamiento pastoral de una forma sistemática, desde planteamientos teológicos, y pastorales, con un enfoque claramente interdisciplinar en diálogo con la psicología, y presentando las múltiples modalidades y posibilidades de este diálogo. A pesar de los tecnicismos inevitables que toma de la psicología, el estilo es claro y directo, con el esfuerzo pedagógico de quien ha dedicado muchas horas a la enseñanza y al diálogo con sus alumnos. En ese sentido es un magnífico acercamiento para la reflexión de toda persona (laica, consagrada o sacerdote) que tiene el carisma o misión de acompañar cristianamente a otros; y puede servir muy bien para ir formando en la Iglesia los agentes de pastoral que el Papa Francisco reclama para llevar a cabo este necesario “acompañamiento pastoral” del pueblo de Dios. Si alguna limitación podría presentar esta notable publicación sería justamente el precio pagado por la amplitud temática y el esfuerzo de sistematización; por ejemplo, cuando algunos complejos modos de acompañamiento pastoral quedan muy bien encuadrados, pero no especialmente desarrollados; problema menor en una obra muy completa.


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