miércoles, 17 de abril de 2019

Margarita Saldaña Mostajo: Cuidar. Por Javier Sánchez Villegas

Saldaña Mostajo, Margarita: Cuidar. Relato de una aventura. PPC, Madrid, 2019. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Cuidar. Acompañar. Hacerse presente. Estar. Vigilar. Intervenir. Integrar. Asumir. Ayudar. Observar. Entrar en relación. Estar atento. Abrir los ojos. Confiar. Velar. Aprender. Aventurarse. Facilitar. Apoyar. Sostener. Transmitir. Conducir. Buscar. Ser consciente. Comunicarse. Respetar. Aceptar. Reconocer. Tranquilizar. Proponer. Agradecer. Reír. Acariciar...

Todos estos verbos y expresiones se encuentran en el campo semántico de "cuidar", término que da título al libro que hoy os quiero presentar. Seguramente tú, lector de este comentario, puedes añadir otros muchos verbos a este pequeño listado que he elaborado a partir de la lectura de esta obra. Todos ellos son muy importantes y necesarios cuando nos llega el momento (y, casi con total seguridad, a todos nos llega tarde o temprano) de tener que cuidar a un ser querido que, o bien está enfermo, o bien se encuentra en el proceso del final de la vida.

Margarita Saldaña (licenciada en Periodismo y en Teología Dogmática), que pertenece a la familia espiritual de Charles de Foucauld y que actualmente vive en París, ha pasado por esta experiencia de acompañamiento. La vida, dice la autora, no viene con manual de instrucciones. Y la muerte tampoco. Aun siendo "no cuidadores", personas sin formación sanitaria y sin cursos especializados de geriatría, la vida es capaz de proponernos el desafío de "cuidar". Y este desafío puede darnos miedo. Tan es así, que corremos el riesgo de olvidar que, en esta fase esencial para toda persona que es el final de la vida, ningún confort material (por necesarios que sean) podrá sustituir jamás la presencia, el vínculo y el afecto. Justamente de esto va este libro.

Margarita da testimonio de su experiencia de acompañamiento en el final de la vida de Andrea. Tras los primeros titubeos y dificultades, algunos causados por el nivel básico de francés que tenía la autora cuando comenzó, poco a poco se fue produciendo todo un proceso de transformación en ella. Andrea, la persona anciana, se convirtió para Margarita en maestra de vida, a pesar del declive cognitivo que aquella estaba sufriendo, provocado por una enfermedad neurodegenerativa. Así, con una delicadeza y ternura exquisitas, Margarita va narrando sus reflexiones al hilo del momento vital que estaban viviendo; fundamentalmente cuatro: el tiempo fugitivo, el tiempo roto, el tiempo suspendido y el tiempo transfigurado. Cuatro etapas en la pendiente resbaladiza del final de la vida. Cuatro etapas marcadas por una luz especial que las iluminaba a las dos, tanto a Andrea como a Margarita.

¿El resultado? El libro no es un conjunto de ideas generales sobre lo que deben ser los cuidados. No. Simplemente es una reflexión profunda, tranquila y pausada sobre lo que significa cuidar a una persona, fruto del contacto cotidiano, durante tres años, de dos corazones que se introducían en un terreno desconocido desde el punto de vista vivencial. Resalta sobre todo la vida, y la visión positiva de lo que es acompañar en el trance último e íntimo de la muerte. El libro rebosa humanidad, porque cuidar es un ejercicio humano. El libro rebosa amor, porque en última instancia es lo que nos queda cuando todo lo demás va desapareciendo.

Yo, personalmente, he pasado en dos ocasiones por este proceso. Y cuidé lo mejor que pude y supe a mis seres queridos. Ojalá en aquellos momentos hubiera tenido esta lectura a mi alcance. Me hubiera iluminado en los momentos más oscuros. Gracias, Margarita, por tu testimonio y haberlo querido compartir con los demás.

[Nota.- El próximo día 24 de abril se presentará este libro en Madrid. En concreto, en la Casa San Ignacio (La Ventilla), Calle Geranios, 30. Si tienes oportunidad, no te la pierdas.]

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