Beorlegui, Carlos: Humanos. Entre lo prehumano y lo pos- o transhumano. Sal Terrae – UPCo, Madrid, 2019. 647 páginas. Comentario realizado por Leandro Sequeiros (Asesor de la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de Comillas, y miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Zaragoza).
Dedicado a los alumnos del doctorado en Filosofía en la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador (junio de 2017), este ambicioso estudio del profesor Carlos Beorlegui va mucho más allá de sus trabajos anteriores. Si en Antropología filosófica. Nosotros: urdimbre solidaria y responsable (1999, 2009), el autor ofrecía un espléndido libro de texto en el que muchos hemos bebido, el presente volumen, Humanos. Entre lo prehumano y lo pos- o transhumano, dirige su mirada hacia el futuro y desde las neurociencias, la inteligencia artificial, la ingeniería genética, la robótica, los ciborgs, los BigData y la evolución programada (Hawking) accedemos al debate interdisciplinar sobre el futuro de la evolución y de la especie humana (capítulo 7) y a las respuestas a la gran pregunta: ¿estamos abocados a una pos-/transhumanidad?
Dedicado a los alumnos del doctorado en Filosofía en la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador (junio de 2017), este ambicioso estudio del profesor Carlos Beorlegui va mucho más allá de sus trabajos anteriores. Si en Antropología filosófica. Nosotros: urdimbre solidaria y responsable (1999, 2009), el autor ofrecía un espléndido libro de texto en el que muchos hemos bebido, el presente volumen, Humanos. Entre lo prehumano y lo pos- o transhumano, dirige su mirada hacia el futuro y desde las neurociencias, la inteligencia artificial, la ingeniería genética, la robótica, los ciborgs, los BigData y la evolución programada (Hawking) accedemos al debate interdisciplinar sobre el futuro de la evolución y de la especie humana (capítulo 7) y a las respuestas a la gran pregunta: ¿estamos abocados a una pos-/transhumanidad?
“La fascinación que desde hace mucho tiempo produce el saber tecno-científico en los humanos resulta extraordinaria”, -escribe Beorlegui en la Introducción a su estudio (p. 11). Pero “no cabe duda de que esta fascinación tiene muchos ingredientes místicos y religiosos, como no pocos estudiosos de la sociología de la ciencia resaltan, entremezclándose con el reconocimiento de las aportaciones científicas de sesgo cosmovisional y filosófico que, por un lado, colorea el ámbito de la ciencia con un halo mistérico y religioso y, por otro, impregna la vida de una cosmovisión naturalista y reduccionista empobrecedora.
Es esta tendencia al predominio de un naturalismo reduccionista la que nos interesa resaltar aquí, en la medida en que tiene repercusiones directas e inquietantes sobre nuestra identidad humana” (p. 11). Podríamos decir, utilizando la terminología de Lakatos, que este es el “núcleo duro” que estructura y orienta el sólido armazón intelectual de la hoja de ruta de este programa de investigación. Por eso, “el hilo argumental que queremos seguir en este libro va a consistir precisamente en recorrer el conjunto de aspectos comparativos entre humanos y animales, desde las estructuras genética, cerebral, evolutiva, mental y comportamental, para advertir lo que nos acerca a los demás animales y lo que nos diferencia de ellos, y poder llegar a la conclusión de que la tesis humanista y antropocéntrica sigue teniendo mayores apoyos en los datos de la investigación científica que las tesis antropológicas contrarias” (p. 12). Pero la antropología filosófica del siglo XX está siendo sustituida por otra perspectiva de lo que significa la identidad del ser humano.
“La tendencia que va predominando y se va extendiendo, —prosigue Beorlegui— empujada por el prestigio aplastante del enfoque científico y de sus supuestas evidencias empíricas aportadas por su método empírico y objetivo, es la que defiende que al ser humano hay que bajarlo del pedestal en el que se había situado (…). A fin de cuentas somos una especie animal más surgida del proceso evolutivo, y llamada a ser superada también, en un futuro no muy lejano, por otros modelos de humanidad, los hombres biónicos o ciborgs, o los robots inteligentes, androides/ginoides, como defienden los denominados poshumanistas y transhumanistas” (p. 18).
Estructurado en ocho extensos capítulos, los seis primeros intentan aproximaciones interdisciplinares que tienen como eje las ciencias de la vida en un sentido amplio.
El primer capítulo se centra en las aportaciones de la genética y de la epigenética a la descripción de la identidad humana.
El capítulo segundo está destinado a abordar la misma reflexión incluyendo los datos de las neurociencias afrontando el espinoso tema de las diferencias cuantitativas y cualitativas con el resto de los seres vivos.
El capítulo tercero aborda la identidad del ser humano desde los datos de la paleoantropología y de la biología molecular sistematizando lo que acertadamente se suele denominar el proceso de hominización, el estudio de los procesos biológicos que identifican la rama de los homínidos.
Pero, desde el punto de vista del autor —que compartimos—, el proceso de la evolución biológica dio lugar a la emergencia de comportamientos que no son —desde nuestro punto de vista— reductibles a la mera biología (capítulo cuarto). La humanización, tal como ya apuntó Teilhard de Chardin, implica un “salto” cualitativo que nos describe como animal bio-cultural. Los humanos somos “la única especie que se halla troquelada por su propio entorno cultural” (p. 23).
Desde este diálogo biología-cultura es desde donde se entiende la mente humana en toda su complejidad (capítulo cinco), así como su estructura de comportamiento y la personalidad irrepetible de cada individuo, y el conjunto de los elementos que configura cada cultura humana (capítulo sexto).
Pero en la actualidad los avances en el terreno de las biotecnologías, sobre todo las aplicadas al terreno interno de los humanos (antropotecnias), nos están confrontando con otro ámbito de comparación, con una era futura en la que se pretende poder superar la era de “lo humano” para situarnos en un mundo que muchos están llamando poshumano o transhumano (capítulo séptimo).
“Ante los graves y cercanos retos (tal vez inmediatos, podríamos añadir) que estos avances tecnológicos nos están proponiendo, tanto en el terreno tecnológico como en el ético, nos vemos abocados a plantearnos cuál es en definitiva la naturaleza o condición humana, en la medida en que desde ella tenemos que dilucidar la posibilidad o la necesidad de presentar una serie de límites o líneas rojas que se enfrenten a ciertas pretensiones utópicas de dejar las manos libres a todo tipo de propuestas eugenésicas y tecnorrobóticas. Este será el contenido del capítulo octavo y último” (p. 24).
En el fondo de estas reflexiones (muy prudentes, sin duda, sin caer en alarmismos o catastrofismos) está el debate ya presente desde la filosofía griega: ¿quiénes somos los seres humanos? El autor ha intentado —creemos que con acierto— presentar al final de cada uno de los extensos capítulos una bibliografía actualizada y selecta. Tal vez algunos echen de menos algunas obras que se consideran de impacto editorial hoy, pero agradecemos a Beorlegui el esfuerzo titánico de ofrecer al lector una orientación bibliográfica actualizada de las múltiples disciplinas filosóficas, científicas y teológicas que conspiran en la construcción interdisciplinar de la condición humana en la era tecno-científica.
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