lunes, 6 de mayo de 2019

Éloi Leclerc: Sabiduría de un pobre. Por Marta Medina Balguerías

Leclerc, Éloi: Sabiduría de un pobre. Encuentro, Madrid, 2018. 116 páginas. Traducción de Ana María Fraga y María José Martí. Comentario realizado por Marta Medina Balguerías.

A través de un relato sencillo (al menos en su apariencia) y de fácil lectura, Éloi Leclerc es capaz de introducirnos en la etapa más difícil que tuvo que vivir san Francisco de Asís: la amenaza de un cambio de rumbo de su Orden instigado por los que querían ser más “prácticos” debido al enorme crecimiento de la misma.

Aunque se trata de una novela, Leclerc se basa en fuentes históricas franciscanas para reconstruir la historia. No obstante, como señala con acierto Jesús Sanz Montes en el prólogo a la edición española, el autor “se permite una bella recreación literaria en algunos pasajes y diálogos” (pp. 9-10). Esta recreación nos hace más posible entender lo que debió significar para san Francisco la noche oscura que vivió (según Sanz Montes, muy cercana a la que debió vivir el propio Leclerc), la crisis que supuso en su fe y el renacimiento que este proceso tuvo como fruto. Este fruto está condensado en las últimas páginas de la obra, de especial belleza y hondura espiritual, donde Leclerc refleja con maestría lo esencial del carisma franciscano: la pobreza como desposesión total de quien sabe que todo se lo debe a Dios y vive agradecido por ser Dios quien él es: lo único que basta. Como vemos a lo largo del relato, la vivencia profunda de esta experiencia lleva a vivir las pruebas sin amargura, con el mismo espíritu de sencillez del Señor y de acogida hacia todas las personas.

San Francisco entendió que ni su propia Obra, algo bueno y querido por Dios, le pertenecía a él. Esta actitud de humildad y sumisión pudiera parecer, en palabras del propio personaje de Francisco, “cobardía y pasividad, pero se trata de algo muy distinto. […] la más alta actividad del hombre y su madurez no consiste en la prosecución de una idea, por muy elevada y muy santa que sea, sino en la aceptación humilde y alegre de lo que es, de todo lo que es. El hombre que sigue su idea permanece cerrado en sí mismo” (p. 112). Una advertencia que hoy necesitamos escuchar más que nunca.

Ya un clásico de la literatura espiritual, esta nueva edición de Sabiduría de un pobre es muy recomendable y accesible para un público bastante amplio, debido a la agilidad de la escritura, a la frescura de los personajes y la sencillez de la trama. El prólogo resulta también esclarecedor para saber más del autor y del trasfondo de la novela. La brevedad y sencillez del relato no nos pueden hacer olvidar que el núcleo del Evangelio al que apunta no es algo fácil de encarnar en la propia existencia. Hace falta mucha humildad y pobreza espiritual. Creo que el relato las hace atractivas, o al menos nos hace plantearnos la necesidad de estas virtudes evangélicas.

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