De Viguerie, Jean: Los pedagogos. Ensayo histórico sobre la utopía pedagógica. Encuentro, Madrid 2019, 138 páginas. Prólogo de Gregorio Luri. Traducción de Jesús Laínz Fernández. Comentario realizado por José Fernando Juan Santos.
Avisa Gregorio Luri -quien firma el prólogo-, que el lector deberá sacar sus propias conclusiones. Excelente advertencia. Entre la innumerable bibliografía pedagógica actual, este texto es demoledor. Jean de Viguerie se remonta a Erasmo y va dilapidando en cada capítulo, dedicado a los referentes de las utopías del aprendizaje moderno, las intenciones, los intereses y los conocimientos que subyacen a tanta atención al niño y respeto a su proceso.
Sin saber describir qué es la pedagogía moderna, cualquier educador sabe qué señala. Es algo permanentemente presente en los debates sobre su propia tarea. Resumiendo mucho el conflicto, aunque se entenderá sobradamente: ¿espontaneidad del aprendizaje guiado por el descubrimiento y el interés, o educación de la voluntad con exigencia y esa cierta “violencia” que siempre se hace a quien aprende algo importante?
El autor se sitúa claramente del lado de quienes defienden una escuela que no diluya la enseñanza del profesor, su rol y presencia, y en la que el alumno deba aprender fundamentalmente contenidos. Para lo cual va estudiando, muy brevemente, los textos que (aunque de ámbito francés, son ya occidentales en su conjunto) componen filósofos tan conocidos como Comenio, Locke, Rousseau, Condorcet. Resulta demoledor, al menos en principio, el estudio no sólo de sus propuestas pedagógicas sino la conexión con la biografía educativa de estos autores, que en su mayoría o no tuvieron nada que ver con la escuela, o se dedicaron a enseñar a unos pocos privilegiados, o incluso dieron en adopción a sus hijos para que no interrumpieran sus carreras. Argumento ad hominem que causa su efecto en quien lo lee. Cada capítulo se inicia con un cierto desprecio emocional ante la biografía que se presenta. Luego llegan propuestas difícilmente desconectables de esta realidad.
Otra gran discusión de fondo, presente continuamente, es la capacidad del niño y su vinculación con la autoridad, en forma de prohibición o direccionalidad. En definitiva, el niño debe ser sujeto agente de su propio aprendizaje o sujeto paciente de él, con capacidad suficiente para recibir lo que el adulto puede ofrecerle. ¿Es el niño la referencia y la paciencia una pedagogía propia, o por el contrario el objetivo va más allá de él y el profesor es quien mejor provoca ese despertar y esa búsqueda? Sin duda, un libro para la discusión y el debate.
Ciertamente, hay personas cuyo aprendizaje esencial será su contexto y realidad más directa. Otros a los que la escuela, y quizá sólo la escuela, pueda proporcionar nuevos horizontes y modos de relación y sabiduría.
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