viernes, 9 de julio de 2021

Féilx García López: Al encuentro de Dios en la Escritura. Por Ianire Angulo Ordorika

García López, Félix: Al encuentro de Dios en la Escritura. Estudios de teología bíblica. Verbo Divino, Estella, 2018. 249 páginas. Comentario realizado por Ianire Angulo Ordorika (Facultad de Teología de Granada).

No es raro que, como dice el refranero, un árbol nos impida ver el bosque. Saber mucho de una temática determinada a veces nos incapacita para mantener una visión global más amplia. No es el caso de Félix García López que, siendo posiblemente el mayor especialista del Deuteronomio en España, en este libro evidencia su capacidad de ofrecer una mirada panorámica al conjunto de la Escritura.

Los doce capítulos de esta obra se distribuyen en tres partes distintas. La primera sección es de tipo introductorio y está configurado por dos capítulos.

Desde que la teología del Antiguo Testamento adquirió carta de ciudadanía y se independizó de la Historia de Israel, se han multiplicado los esfuerzos por responder a la inquietud de conseguir una visión global de la Escritura. El primer capítulo ofrece un recorrido por las diversas propuestas que se han realizado, prestando atención a aquellas que han adquirido una especial relevancia en el último cuarto de siglo. Así, al presentar las principales tendencias, se hace patente cómo el modo de interpretar la Biblia ha caminado de la mano con las diferentes corrientes intelectuales de cada época.

A la forma de referirse a Dios en la Biblia se dedica el segundo capítulo. Va presentando el modo en que se habla de YHWH en algunos de los distintos géneros literarios del Antiguo Testamento y prestando una especial atención a la imagen del Señor como Rey. Concluye recordando que la lectura creyente de la Escritura debería atender tanto a la dimensión ético-teológica como a la estética y literaria.

Los siguientes ocho capítulos conforman una segunda parte de marcado carácter exegético y teológico. Esta se inicia con un capítulo sobre la identidad de Dios. En él se aborda la carga significativa que adquiere el “Nombre” de Dios y de Jesucristo en la mentalidad bíblica, así como las consecuencias prácticas que implica santificar sus nombres. A la cuestión del monoteísmo se dedica el cuarto capítulo. En primer lugar, García López presenta la hipótesis tradicional. Esta postula que el monoteísmo era un elemento característico de la religión de Israel desde sus inicios y que, al mezclarse con pueblos cananeos, cayó en un sincretismo que tuvo que ser purificado. El autor muestra cómo los estudios arqueológicos e históricos actuales han desmentido esta imagen idealizada de los orígenes y ha hecho evidente que el monoteísmo terminó por fraguarse después del exilio babilónico.

El quinto capítulo está consagrado al modo en que se desarrolló en la historia de Israel y cómo se articula en la Biblia la dimensión histórica y la trascendente de la salvación divina. Muchas de las dificultades que genera el Antiguo Testamento en algunos creyentes se debe a la violencia que impera en bastantes de sus pasajes. Esta cuestión se aborda en el sexto capítulo, en el que se analiza la percepción bíblica de la paz, que es mucho más amplia que la simple ausencia de guerra.

Hablar de la divinidad como Padre no es una imagen ajena al Antiguo Oriente Próximo. A la paternidad-maternidad divina y cómo aparece expresado a lo largo de la Escritura se dedica el séptimo capítulo, mostrando que el amor de Dios supera al humano y tiene rasgos maternos. Con la prohibición de representar a YHWH o aniconismo, sucede algo similar al monoteísmo. El modo idílico en que Israel imagina sus orígenes queda desmentido por la arqueología y los estudios históricos. Así, el autor muestra en el octavo capítulo cómo produjo la evolución en el judaísmo: desde las probables representaciones de YHWH en los orígenes hasta su prohibición y sustitución por la Torá.

Un concepto tan teológico como el de la Alianza no está exento de sus connotaciones políticas. El autor demuestra esta cuestión en el capítulo noveno, donde plantea el carácter subversivo que implica emplear unas fórmulas semejantes a las de los tratados de vasallaje de Asiria para expresar el vínculo que une a Dios con su pueblo. La Alianza encuentra su contrapunto neotestamentario en el discurso de despedida que el cuarto evangelio pone en labios de Jesús. Esta parte concluye con un capítulo, el décimo, que analiza Dt 8 y presenta a YHWH como fuente de vida.

La tercera parte del libro, de carácter conclusivo, está compuesta por dos capítulos de carácter más teológico. El primero de ellos se ocupa, por una parte, del impulso para la Sagrada Escritura que supuso la Dei Verbum y, por otra parte, de la cuestión sobre cómo articular la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento. En continuidad con esta temática se mueve el último capítulo. En él se plantea la relación entre Jesucristo y la Escritura.

García López apuesta por una teología bíblica que combine tres elementos: el análisis histórico-literario, la síntesis teológica y la vinculación con el mundo actual (p. 38). Sobre estos tres ejes construye este libro, aunando en sus líneas el rigor académico, una mirada teológica amplia y constantes intentos de acercarse al creyente “de a pie”. Los destinatarios preferenciales de esta obra son cristianos que, sin necesidad de poseer conocimientos bíblicos previos, se sienten inquietos ante la Escritura y el Dios que se revela en Ella.

Con todo, algún capítulo no deja tan claro esa inquietud pastoral que caracteriza el conjunto de la obra. Es lo que sucede con el capítulo décimo, que contrasta mucho con los anteriores. En él abundan las referencias bíblicas más técnicas y resulta árido para un lector medio. Con todo, este capítulo desentona del conjunto y se convierte en una excepción que no oscurece el marcado carácter pastoral del libro.

Es de valorar el reto que supone ofrecer una visión panorámica y rigurosa de temas complejos sin caer en simplismos, objetivo que García López logra. Muestra con claridad, además, la relevancia del contexto cultural y de los descubrimientos arqueológicos para comprender el Antiguo Testamento. Estamos ante un libro claro, interesante, serio y muy recomendable.


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