miércoles, 14 de julio de 2021

Lluís Duch: Vida cotidiana y velocidad. Por Marta Medina Balguerías

Duch, Lluís: Vida cotidiana y velocidad. Herder, Barcelona, 2019. 196 páginas. Comentario realizado por Marta Medina Balguerías (Universidad Pontificia Comillas, Madrid).

Vivimos en un mundo acelerado y vivimos una vida extremadamente “sobreacelerada”. Pudiera parecer que se trata de una característica más de los tiempos que corren y que, simplemente, hay que adaptarse a ella. Sin embargo, la falta de sosiego a la que ha llevado la sobreaceleración de la vida cotidiana actual dista mucho de ser inocua: muchas dimensiones de la existencia humana se están viendo alteradas, cuando no severamente dañadas. De esta constatación parte Lluís Duch en este ensayo, preocupación que después desgrana en los diversos capítulos al analizar varias de sus implicaciones.

El propio autor sintetiza así su preocupación en la introducción a la obra: “Creemos que el ‘nerviosismo difuso’ […] posee en la actualidad una fortísima incidencia en los miembros de una sociedad cuya salud colectiva se halla gravemente conmocionada a causa de una acentuada y persistente erosión de las relaciones entre velocidad y sosiego, entre acción y reflexividad, entre paz y solidaridad, entre justicia y precariedad laboral. Es un dato incontrovertible que, muy a menudo, la prisa como consecuencia de la velocidad que queremos aplicar a nuestro vivir y convivir cotidianos se encuentra asociada directamente con una de las enfermedades más agresivas de nuestro tiempo: la distracción, con la falta de atención y deferencia hacia los que nos rodean” (pp. 12-13). 

Tras la breve introducción sobre la cuestión de la aceleración, el libro comienza con un capítulo titulado “La función de la cultura en las sociedades humanas”, donde Duch profundiza en la centralidad de la cultura para el ser humano y, en concreto, en la importancia del lenguaje. 

En el segundo capítulo ya aborda propiamente el tema central de la obra: el análisis de la cuestión de la “sobreaceleración” —como la denomina Duch— de la sociedad actual. Aquí se dan algunas pinceladas sobre el impacto del aumento de velocidad en nuestras sociedades, centrándose, sobre todo, en su influencia en la ciudad, la ética, la relacionalidad humana, el progreso tecnológico, el espacio, la moda y el calendario. 

El tercer capítulo, “El impacto de la velocidad en las estructuras de acogida”, se centra en cuatro dimensiones humanas que el autor considera “estructuras de acogida” que se han visto alteradas con la aceleración actual: la codescendencia (donde tiene lugar un análisis del ámbito familiar y el individualismo que está sufriendo actualmente), la corresidencia (vecindad que también se ve afectada por el mencionado individualismo), la cotrascendencia (la cuestión de la religión y la nueva aproximación que se da a ella) y la comediación (donde se aborda principalmente la función de los mass media en la aceleración actual). 

El libro termina con dos breves capítulos dedicados cada uno a un tema concreto: la influencia de la sobreaceleración en la memoria y el olvido y en la salud y la enfermedad, respectivamente, con las implicaciones sociales que ello comporta. La conclusión final recoge de manera muy sucinta la convicción que guía todo el libro: la necesidad de recuperar el sosiego y de vivir a una velocidad menos elevada para no perder la profundidad de la vida humana, amenazada con diluirse a base de “sobreaceleración”. 

A nuestro juicio, el tema abordado por Duch es de gran actualidad y de suma importancia para la reflexión antropológica. Muchas de las afirmaciones del autor, pareciendo evidentes, no dejan de ser verdaderas y necesario expresarlas en un mundo que se está dejando llevar por la aceleración progresiva. Cuestiones tan graves como la disolución de la ética, el olvido de las tradiciones o la falta de cultivo de la interioridad, resultantes todas ellas del aumento de velocidad (al menos entre otros factores), requieren un discernimiento serio y un replanteamiento de las lógicas sociales por las que nos estamos dejando llevar. 

Aunque pueda parecer una obra de carácter divulgativo por su brevedad y ausencia de notas a pie de página, nos parece que el estilo de Vida cotidiana y velocidad hace un poco difícil el acceso a las ideas en él defendidas para un lector no especializado, porque es muy denso, maneja una gran cantidad de autores y lecturas y las frases y los párrafos son extremadamente largos. Por otra parte, el lector que busque un cariz más académico también se puede ver decepcionado por la ausencia de referencias, incluso cuando se citan frases textuales de otros autores. Finalmente, aunque el análisis que se lleva a cabo en el ensayo es concienzudo, se echa en falta que el autor sea más propositivo en algunos puntos. En suma, se trata de una obra que hay que leer con cierto esfuerzo, pero cuyo tema nos es cada día más esencial. Con sus límites y con sus aciertos, Duch ha puesto “el dedo en la llaga” en un tema que, como damos siempre por sentado, nos cuesta más abordar. Ser críticos con la sobreaceleración de nuestra vida y de nuestra sociedad nos invita a un cambio de vida que, a veces por pereza y a veces por miedo o (pretendida) incapacidad, no acabamos de asumir.


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