viernes, 6 de agosto de 2021

Francis Fukuyama: Identidad. Por José Manuel Iglesias Granda

Fukuyama, Francis: Identidad. La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento. Deusto, Barcelona, 2019. 208 páginas. Comentario realizado por José Manuel Iglesias Granda.

A día de hoy, son múltiples los relatos que continuamente nos están llegando acerca de la actualidad geopolítica. Independientemente de la diversidad de los mismos, hay algo que resulta evidente: vivimos un momento convulso en el que parecen tambalearse algunos de los sólidos principios de convivencia que ya se creían consolidados. Ante semejante maremágnum de información, Francis Fukuyama nos sorprende con un nuevo libro. El intelectual estadounidense relee e interpreta los acontecimientos de la historia reciente a la luz del concepto de identidad que, a su juicio, tiene un protagonismo especial a la hora de intentar comprender la actualidad. En escasas doscientas páginas —cargadas, eso sí, de datos históricos y conceptos filosóficos— el autor de El fin de la historia y el último hombre indaga en ese concepto que, para él, ha supuesto el punto de inflexión que explicaría el presente auge de los movimientos nacional-populistas. ¿En qué consiste ese punto de inflexión…?, y ¿por qué darle tanta importancia a la identidad? Pues bien, según Fukuyama, se ha venido produciendo en las últimas décadas un cambio progresivo pero contundente en relación con el núcleo de las políticas en las democracias liberales. El protagonismo que antaño tuviera la política económica ha ido cediendo su lugar a las llamadas políticas de la identidad. Éstas ya no se enfocarían en la cuestión del reparto de la riqueza sino en el debate acerca del reconocimiento de las diversas identidades grupales o individuales; con lo que la clásica distinción entre izquierda y derecha parece difuminarse. Ahora bien, nuestro autor no se queda en lo meramente descriptivo; sino que señala lo peligroso de este giro. Para ello, lleva a cabo un estudio de las raíces filosóficas de la política del reconocimiento a la vez que estudia los diferentes acontecimientos sociopolíticos recientes a la luz de la misma. Tras este esfuerzo, hace una advertencia principal: el grave problema de un cada vez más desigual reparto de la riqueza ha dejado de ser abordado; y no solo eso, sino que ya ni siquiera está en el candelero de la arena política. La población ve menguar su poder adquisitivo año tras año, sin embargo, ya no sitúa el problema en las posibles causas reales de este hecho, sino que únicamente achaca su situación a un reconocimiento insuficiente de su identidad como ciudadanos de un país determinado. Aquel potencial votante de izquierdas indignado con el sistema ha comenzado a verse atraído por discursos nacionalistas que por su esencialismo lejos están de hacerse cargo de la realidad; y ello porque, a juicio de Fukuyama, la izquierda ha dejado de ocuparse de los problemas que le eran propios a favor de las ya mencionadas cuestiones identitarias. Por tanto, las políticas de la identidad han copado tanto la izquierda (multiculturalismo, apertura de fronteras, LGTBI) como la derecha (nacionalismo populista) y ya nadie se preocupa de los verdaderos puntos flacos del sistema.

Ante este panorama, el filósofo y politólogo hace una inteligente llamada al sentido común: las políticas de la identidad conducen —en su exceso— a la división y la polarización de la sociedad y no son para nada efectivas a la hora de conseguir la estabilidad nacional e internacional que las personas necesitan para vivir. Tras abordar brevemente la cuestión del nacionalismo, señala la importancia de las identidades nacionales, pero siempre desde la perspectiva de la inclusión y la unidad de destino. La democracia liberal necesita del sentimiento nacionalista –enfocado a la construcción de un proyecto común- pero no de un nacionalismo étnico o religioso que discrimine irreflexivamente al diferente. El sistema democrático y los derechos humanos fundamentales solo pueden garantizarse desde las naciones, por ello es fundamental que el ciudadano sienta vínculo y pertenencia hacia su país, y responda con lealtad al mismo; ahora bien, ello no legitima las actitudes xenófobas y excluyentes, ni tampoco aquellas tendentes a la generación de guetos y comunidades paralelas dentro de las naciones en cuestión.

Ve necesario abordar la cuestión del desigual reparto de la riqueza y también señala como clave abordar la cuestión de la inmigración desde una perspectiva ordenada que conduzca a la progresiva asimilación por la nación receptora de los recién llegados. ¿No han tenido mucho que ver las políticas de la identidad en la no integración de los inmigrantes y en la consiguiente reacción nacionalista que ahora sufrimos? Conceptos como “multiculturalismo” o “transculturalismo” requieren ser pensados en profundidad.

A partir de todo esto, pienso que estamos ante un libro no solo recomendable para el interesado en filosofía política, sino para todo ciudadano. Y es que, a mi modo de ver, constituye una útil herramienta para comprender la altura de los tiempos que nos ha tocado vivir.

La obra se estructura en catorce capítulos: los cuatro primeros están dedicados a abordar filosófica y antropológicamente la cuestión de la dignidad; el sexto y el séptimo hacen una lectura de los principales acontecimientos históricos contemporáneos a la luz de esa cuestión. Posteriormente, analiza la íntima relación entre la política de la dignidad, el nacionalismo y la religión y, a continuación, describe el proceso de consolidación de este tipo de políticas en detrimento de las políticas tradicionales centradas en el reparto de la riqueza. Y, finalmente, los últimos capítulos (12, 13, 14) tratan detenidamente la cuestión de la ciudadanía y los retos que plantea. 

Francis Fukuyama es un escritor y politólogo estadounidense que saltó a la fama tras la caída del Muro de Berlín con la publicación de El fin de la historia y el último hombre. Se interesa por la evolución política de las sociedades poniendo un énfasis especial en la historia de las ideas y en los conceptos filosóficos subyacentes a los diferentes cambios y transformaciones sociales. Actualmente, trabaja en el Instituto Freeman Spogli de la Universidad de Standford, además de dirigir su propio centro para la Democracia, el Desarrollo y el Estado de Derecho. Sus obras más destacadas, además de la citada, son: Orden y decadencia de la política (2016), Los orígenes del orden político (2016), Trust (1998) y América en la encrucijada (2007).


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