miércoles, 4 de agosto de 2021

Daniel Kahneman: Pensar rápido, pensar despacio. Por Jesús Ángel Rodríguez

Kahneman, Daniel: Pensar rápido, pensar despacio. Debate, Barcelona, 2015 (fecha de publicación original: 2011). 672 páginas. Traducción de Joaquín Chamorro Mielke. Comentario realizado por Jesús Ángel Rodríguez.

¿Por qué hay veces que tu mente te juega malas pasadas?

Esa fue una de las preguntas primordiales a las que el autor, junto con Amos Tversky (Haifa 1937- Stanford 1996), se dedicó a investigar desde que se conocieron en el Departamento de Psicología de la Universidad Hebrea de Jerusalén en 1969. Estuvieron compartiendo investigaciones hasta la muerte de Tversky.

En el libro te van a explicar que hay dos modos de pensar, dos especies de individuos y dos maneras de percibir el propio yo.

Dos modos de pensar

Llegaron a la conclusión de que hay dos sistemas en nuestro cerebro que funcionan alternativamente. El Sistema 1, rápido, instintivo y emocional, y el Sistema 2, lento, más deliberativo y más lógico. El primero es crédulo y el segundo se encarga de dudar, pero a menudo está ocupado y es perezoso porque requiere gran cantidad de energía. Por ejemplo, intenta calcular 13x27 mientras conduces en una glorieta con mucho tráfico, te resultará imposible. Por eso bajamos la música cuando tenemos que aparcar en un sitio complicado, para no molestar al Sistema 2.

El Sistema 1 se caracteriza por una serie de “efectos”:

Efecto halo. Disponer de una etiqueta nos ayuda a diagnosticar aunque sea el sesgo más común que conforma nuestra manera de ver a las personas. Kahneman sugiere que, para discutir un asunto, hay que pedir a todos los miembros que escriban un breve resumen de su posición antes de empezar. Este proceder hace buen uso del valor de la diversidad de conocimientos y opiniones dentro del grupo.

Efecto marco (priming). Las conclusiones a las que llegamos dependen de puntos iniciales de referencia. No es lo mismo que te den la probabilidad de éxito que la probabilidad de fracaso; en el primer caso, seremos más optimistas.

Anclaje. Tendemos a ser influenciados por números irrelevantes. El que da el primer precio acaba de dar el marco de referencia. ¿Te suena lo del primer precio técnico de una conocida marca de ropa deportiva?

Heurística de la disponibilidad. Una noticia que aparece cien veces en la prensa parece que ocurre más veces de lo que en realidad ha sucedido.

Ley de los pequeños números. A menor número de participantes hay posibilidad de que salgan datos extremos. Por ejemplo, en los índices de contagios del COVID-19 nos encontramos normalmente a pequeñas localidades en los dos extremos, el que más y el que menos, porque la muestra es muy pequeña.

Falacia de la conjunción. Tendemos a sustituir una pregunta complicada por otra más fácil, lo que lleva a menudo a caer en la falacia de la conjunción. En un experimento se preguntaba por Linda, un personaje imaginario que le daba las siguientes características: joven, soltera, franca y brillante, que, como estudiante, estaba profundamente preocupada por la discriminación y la justicia social. Cuando se pregunta a los entrevistados si es más probable que Linda sea cajera en un banco o cajera y activa feminista, la respuesta que siempre gana es la segunda, aunque viola las leyes de la probabilidad.

Ilusión de control. Hay un "sesgo optimista omnipresente" injustificado que nos lleva a la falacia de la planificación, la tendencia a sobreestimar los beneficios y subestimar las pérdidas, impulsando a la gente a tomar proyectos arriesgados.

Regresión a la Media. En psicología hay un principio que habla del refuerzo positivo. Pero muchos entrenadores hablan de que el halago debilita; después de recibir una felicitación, suelen decir que la siguiente vez lo más probable es que falle. Esto se debe a las fluctuaciones aleatorias en la ejecución del ejercicio. Éxito = talento + suerte; Gran éxito = un poco más de talento + un cúmulo de suerte. Todos los “deportistas del año” de una prestigiosa revista estadounidense al año siguiente lo harán peor, no porque les debilite el halago, sino porque es difícil tener tanta suerte dos años seguidos.

El propio yo

Hay dos maneras de percibir el propio yo: la experiencia de lo vivido momento a momento, y su recuerdo. La conclusión a la que llega el autor es que en su valoración se toma en cuenta solamente su punto más alto (o más bajo) y el momento final. Lo explica de varios modos. Sólo decirte que se considera “más agradable” meter la mano en un recipiente con agua a 60 grados y que gradualmente se reduzca la temperatura, a que se haya tenido a 45 grados durante todo el experimento.

Las dos “especies” de individuos.

Están los “Econs”, que viven en la teoría, y los “Humanos”, que pueblan el mundo real. Esta es la parte más importante del libro y es donde el autor nos da unas razones de situaciones de las que no somos conscientes de que ocurren, pero se dan en nuestro día a día, y condicionan las elecciones que hacemos. Ese es el motivo fundamental por el que le dieron el Nobel en Ciencias Económicas en 2002.

Daniel Kahneman nació en Tel Aviv en 1934. Se licenció en Ciencias con especialidad en Psicología en la Universidad Hebrea de Jerusalén en 1954. Trabajó como psicólogo para el Ejército de Israel hasta que en 1958 fue a EEUU a doctorarse en Psicología en Berkeley. En 1961 volvió como doctor a la Universidad Hebrea de Jerusalén; también trabajó en la Universidad de Columbia Británica (1978-1986), en Berkeley (1986-1994), posteriormente fue a trabajar a la Universidad de Princeton. En 2012 fue nombrado académico en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España.


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