martes, 16 de junio de 2020

Ianire Angulo Ordorika: "¿No habéis leído esta Escritura?" (Mc 12, 10). Por Marta Medina Balguerías

Angulo Ordorika, Ianire: “¿No habéis leído esta Escritura?” (Mc 12,10). El trasfondo veterotestamentario como clave hermenéutica de Mc 12,1-12. Pontificia Università Gregoriana y Pontificio Istituto Biblico, Roma, 2019. 392 páginas. Comentario realizado por Marta Medina Balguerías (Universidad Pontificia Comillas, Madrid).

“Es posible que haya pocas realidades tan inciertas como la senda que traza una relación personal, pues el futuro siempre resulta desconcertante cuando dejamos que un tú distinto de nosotros se deslice por los resquicios de nuestra vida. A lo largo de los últimos años nos ha sucedido algo similar con el vínculo que nos une a Mc 12,1-12. Como si hubiéramos abierto la caja de Pandora, esta disertación es la imprevista consecuencia de un encuentro casual con un pasaje marcano, pues cuanto más buceábamos en la perícopa, mayor era el inquietante magnetismo que desprendía la densidad de sus palabras. Pero, sobre todo, se hacía cada vez más aguda la pregunta que se despierta en torno a la cita del salmo que culmina la parábola. Es este interrogante el motor que ha impulsado nuestra investigación” (p. 7).

Así comienza este extraordinario estudio: con una inquietud que pone en marcha la investigación. Esta tensión dinámica que impulsa a la autora a seguir profundizando, investigando e interrelacionando textos es perceptible a lo largo de toda la disertación. Además, hace su discurso interesante y ameno, porque no es un texto en el que “sepamos” lo que viene a continuación, sino una verdadera búsqueda en la que se hace partícipe al lector.

Como la propia Angulo señala en la Introducción, el objetivo de este trabajo es comprender por qué el autor del Evangelio de Marcos emplea la referencia del salmo 118 en una parábola de contexto eminentemente agrícola (que comienza, precisamente, evocando el cántico a la viña de Isaías). La autora parte de la intuición de que una profundización en el Antiguo Testamento (no solo en su “letra”, sino también en sus imaginarios, horizontes y otros elementos más difíciles de “encasillar”) puede iluminar esta cuestión. Tras un breve resumen del status quaestionis respecto a la interpretación de esta parábola, señala la metodología que va a emplear: buscar las raíces veterotestamentarias que permitan iluminar este texto marcano.

Para ello traza un recorrido que se desarrolla en cinco capítulos, más un sexto de carácter conclusivo. En el primer capítulo, Angulo acomete un análisis de Mc 12,1-12 en el que compara la perícopa en el texto marcano con la versión de Mateo y Lucas. Es aquí donde la autora aborda las cuestiones de crítica textual y exégesis del mencionado pasaje. 

El segundo capítulo se titula “Entretejiendo Marcos con hilos veterotestamentarios”. Como su propio nombre indica, el objetivo de esta parte es profundizar en el uso que el segundo evangelio realiza del Antiguo Testamento. No solo analiza el modo en que Marcos cita el AT (primera sección), sino que además se asoma a la recreación de escenas veterotestamentarias por el autor para mostrar otro uso menos explícito del texto sagrado (segunda sección). En concreto, se centra en el bautismo de Jesús, sus tentaciones y la transfiguración. El análisis llevado a cabo en estas páginas sirve como herramienta que empleará en los capítulos siguientes. 

Los capítulos III, IV y V son los que de manera más directa pretenden responder al interrogante de la investigación, mostrando el trasfondo veterotestamentario de Mc 12,1-12. Ianire Angulo condensa los elementos que va a analizar en tres temáticas aglutinadoras, a cada una de las cuales dedica un capítulo: la viña, el hijo y la piedra. 

El tercer capítulo trata sobre la viña. En sus páginas encontramos explicaciones más bien sociológicas, sobre el significado del cultivo de las viñas en Oriente Medio, junto con otras de corte más teológico, como la utilización de esta metáfora para hablar de la relación de Dios con su pueblo. Además de acudir a textos de la Sagrada Escritura, la autora analiza numerosos fragmentos de literatura intertestamentaria que iluminan los temas tratados (como continuará haciendo en los capítulos siguientes). El capítulo finaliza con un análisis de la cuestión de la herencia y la usurpación de la viña por parte de los labradores. 

El capítulo cuarto aborda la cuestión del hijo, principalmente desde dos perspectivas: amado y heredero. En cuanto a “amado”, Angulo establece vínculos con la tradición de la ‘Aqedah (el sacrificio de Isaac) y su relectura cultual. En relación con el atributo de “heredero” el paralelo se establece con la figura de José, el hijo de Jacob. También se aborda aquí el esquema teológico “envío-rechazo”, sufrido por el hijo de la parábola marcana, pero que también recorre una larga historia a través de textos del AT (haciendo especial énfasis en la figura del justo sufriente). 

El quinto capítulo trata sobre la piedra. En él se muestra cómo en el horizonte veterotestamentario la piedra y el hijo tienen una conexión más íntima de lo que a nosotros nos pudiera parecer, así como el hijo con el templo. También se intenta clarificar la cuestión del rechazo de la piedra por parte de los constructores (identificados con los líderes judíos) y de su declaración como piedra angular por parte de Dios. En esta última parte los vínculos más explícitos se realizan entre la piedra angular y la creación, por una parte, y con el rey David, por otra. 

La disertación termina con un capítulo conclusivo donde se recapitulan los principales hallazgos de la investigación, agrupados en tres ítems: la perícopa analizada, el Evangelio de Marcos y la metodología empleada. A lo largo del estudio Angulo ha demostrado que los elementos que para nosotros pueden no tener aparente conexión sí la tenían en el imaginario colectivo del que bebió el autor del segundo evangelio. Y no solo, como muestra al principio, porque casarse, plantar viñas y construir casas son las tres acciones que en ese imaginario se vinculaban con la vida ya “hecha” y establecida, sino también por todos los textos que, en la propia Escritura y en la literatura intertestamentaria, vinculan unos elementos con otros y van realizando relecturas con un horizonte compartido. La autora subraya que la influencia veterotestamentaria en el NT no se ciñe a textos concretos, sino que, como ha mostrado su análisis, va más allá.

Como estamos ante una adaptación de su tesis doctoral, Ianire Angulo utiliza el lenguaje académico y el rigor científico exigidos en este tipo de trabajos. Como puede observarse en el libro, la bibliografía consultada es abundante y las notas a pie de página también. Con todo, la autora ha sabido conjugar el rigor académico con un estilo claro, ameno y agradable de leer que es de agradecer en una publicación de esta índole (por no ser tan frecuente como desearíamos). También facilitan la lectura otros elementos, como las conclusiones que va haciendo al final de cada capítulo (y, a veces, al terminar un epígrafe), o el hecho de que deje el diálogo con diversos autores y posturas para las notas al pie de página, dejando así en el cuerpo central un texto más fluido y diáfano. 

Estamos ante una obra de interés bíblico y teológico, recomendable para estudiosos de ambos ámbitos, pero también para cristianos con una formación amplia (aunque no necesariamente especialista) en la Escritura que quieran seguir profundizando en ella. Una obra en la que la profundidad y el rigor no están reñidos con el buen gusto y el estilo ameno.

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