miércoles, 9 de febrero de 2022

Juan Antonio Estrada, Josep M. Rambla y Ferran Manresa: Sobre los Ejercicios Espirituales en tres obras. Por Josep M. Margenat

- Estrada Díaz, Juan Antonio: Los ejercicios de Ignacio de Loyola. Vigencia y límites de su espiritualidad. Desclée de Brouwer, Bilbao, 2020. 406 páginas.
- Rambla Blanch, Josep M.: Una manera de estar en el mundo. Relectura de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Mensajero, Bilbao, 2020. 400 páginas.
- Manresa Presas, Ferran: Vivir en el Espíritu. Pistas para los ocho días de Ejercicios. Eides, Barcelona, 2020. 31 páginas. 
Comentario realizado por Josep M. Margenat.

Reseñamos conjuntamente tres obras recientes sobre el libro de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Aunque muy diferentes, están ciertamente relacionadas, no sólo obviamente por el contexto, por la temática y por la coincidencia temporal de su publicación. Creemos que la pretensión de actualizar la lectura de ese clásico es común, aunque diferente en cada una de ellas.

El libro de Juan Antonio Estrada Díaz
(1945) indica bien su pretensión en el subtítulo “vigencia y límites”. El autor presenta con honestidad los contenidos de los Ejercicios, dedicando una parte importante de cada capítulo al texto original o a una cierta paráfrasis del texto ignaciano. Igualmente, en cada uno de los siete capítulos, que, junto con la importante introducción (de la página 13 a la 29) en la que trata de “releer los clásicos e interpretarlos”, un interés recorre todo el libro. El autor reflexiona y sugiere cuáles son los límites de un texto que está cumpliendo sus primeros quinientos años. Juan A. Estrada es profesor emérito de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola Andalucía y catedrático emérito de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada. Ha sido profesor invitado de Teología en varias universidades y centros superiores latinoamericanos.

Esta aproximación integral a los Ejercicios está apoyada en amplias y variadas lecturas que aportan referencias tanto teológicas como filosóficas, reflejadas en las interesantes notas a pie de página que reflejan un dilatado estudio sobre el tema. Éste es uno de los méritos principales del libro. Marcar un horizonte para la necesaria actualización de un clásico que no ha variado en quinientos años es el otro objetivo al que pretende contribuir Estrada. Precisamente para seguir siendo actuales los Ejercicios, sólo cabe el camino de ejercitarlos con “fidelidad creativa”, según la fórmula acuñada por Peter Hans Kolvenbach, o con fidélité fondatrice, como escribía el recientemente fallecido historiador jesuita Philippe Lécrivain. Sin esa capacidad de superar sus límites, el libro devendría un texto inactual. Estrada se propone mostrar cómo evitar ese anacronismo. ¿Lo consigue? Creemos que a medias; este libro debe concebirse como la invitación a un proceso. Es un comienzo. En realidad, el autor de este excelente, prometedor e inteligente ensayo nos sugiere la pista en las referencias que hace (pp. 19-20) a la capacidad de desbordar el presente que debe poseer un clásico como los Ejercicios. “Abrir nuevos umbrales y ser fuente de inspiración” son dos características de estas obras a que nos referimos como clásicos, sean la Odisea, la Chanson de Roland o Cien años de soledad. Si David Tracy habló en 1991 de hermenéutica creativa, el autor parece inclinarse por lo que Hans G. Gadamer llamó “fusión de horizontes” (Horitzonsverschmelzung): el horizonte desde el que un autor compuso una obra coincide o se encuentra con el horizonte de interpretación del lector actual, el de cada momento, y ayuda a interpretar lo que éste lee y vive en lo que ocurre en el texto clásico. Podemos presuponer dos significados: el inicial y el nuestro; en la verdadera literatura, en la que no somos simples lectores (espectadores) sino autores, ambos horizontes se fusionan en una única interpretación. Se produce así una identidad diferente del discurso, una identidad narrativa y cordial en la que el lector “se comprende”. El texto se abre a varias interpretaciones que van configurando las diferentes tradiciones hermenéuticas. Esta fusión de ambos horizontes, el del texto y el del lector, abre nuevas posibilidades no previstas ni por el autor ni por anteriores intérpretes. De hecho, Roland Barthes propuso en 1971 una lectura similar desde el punto de vista dramático, ya que los Ejercicios no son un libro para leer, sino para “hacer”, para re-presentar, para actuar; son el “script” de una obra en que el ejercitante y el que da “modo y orden” actualizan el texto de forma nueva, se ejercitan siguiendo un método.

Estrada subraya las diferencias de concepciones teológicas entre Ignacio de Loyola, un hombre medieval que vive intensamente la transición renacentista, y la nuestra. Ciertamente ésta es una dificultad real para acercarnos al propio texto ignaciano. En los últimos cien años han ido apareciendo interesantes comentarios y estudios sobre el libro de los Ejercicios. Mencionaré los a mi juicio más innovadores: Fessard, Coathalen y Demoustier en el ámbito de lengua francesa, al que podríamos añadir el coordinado por Albert Chapelle; de Przywara, Hugo Rahner, Karl Rahner y Balthasar en el ámbito lingüístico alemán; Arzubialde en el ámbito castellano y los de la escuela catalana de Ejercicios, primero Casanovas y Calveras, más recientemente Melloni y Rambla. Aunque algunos de estos apuntan la problemática hermenéutica, como Arzubilade o Demoustier, otros entre los que incluyo a ambos, no dejan de hacer un comentario del libro de tipo exegético-filológico o teológico desde su propia perspectiva. El esfuerzo hermenéutico, es decir, el “paso al frente” de la interpretación nueva e innovadora, está comenzando. El ensayo de Estrada es un buen ejemplo. Por supuesto, este límite no desmerece en nada a los citados autores o a otros, pero creo deber dejar constancia de esta problemática subrayada muy acertadamente por este autor, como apertura de una perspectiva ciertamente prometedora.

El libro de Josep Maria Rambla Blanch
(1933) es, según las noticias que tenemos, el último comentario completo del libro de los Ejercicios aparecido en castellano (diciembre de 2020). A diferencia del anterior, este libro recoge un resultado. En su origen hay un trabajo prolongado del Seminari d’Exercicis de la Escola ignasiana d’Espiritualitat de Barcelona-Manresa (Eides). Tras cerca de treinta años de encuentros, en 2008 empezaron a publicarse unos cuadernos en castellano y en catalán en la colección “Ajudar” de Eides; al final fueron seis, con un total de 259 páginas hasta su conclusión en 2016. Es fácil entender, pues, que a quien en los sucesivos cuadernos aparecía como editor de un trabajo de equipo, en este caso debamos considerarlo propiamente autor dada la enorme diferencia no sólo de extensión sino de aspectos abordados en el libro que no se encuentran en los mencionados cuadernos.

Dios no ha querido actuar desde fuera, sino hacerse uno de nosotros, ser un hombre como los demás y un hombre para los demás. El pequeño libro de los Ejercicios propone un camino para entender y practicar esta verdad fundamental. Jesús nos fue enseñando y nos sigue mostrando el camino para acceder al Padre. Según la llamada epístola a los Hebreos, en realidad un tratado que fusiona dos homilías bautismales, Él lo abrió y nosotros podemos recorrerlo, aunque para ayudarnos e iniciarnos nos vengan muy bien propuestas como los Ejercicios o como las del libro de Rambla, que sigue muy de cerca el librito de los Ejercicios. Ser cristiano no es otra cosa que “una manera de estar en el mundo”, como reza el subtítulo de este libro, vivir una vida al estilo o con el aire de Jesús, descubrir la propia vocación como respuesta a la llamada recibida y escuchada, buscar primero el Reinado de Dios y cumplir su voluntad. Los Ejercicios son un libro de teología práctica al servicio de la transformación personal y mundana.

El estudio de Rambla busca una doble fidelidad: al texto original y al mundo actual. El libro es una relectura actual de aquella “perdiz” que fueron los Ejercicios de san Ignacio hace quinientos años. Desde la introducción sabemos claramente qué no y qué sí es el libro. No es un comentario exegético o científico de los Ejercicios. Los antes citados de Arzubialde, de Demoustier o de Coathalem, seguirán cumpliendo esa función. Tampoco es un ensayo teológico sobre los Ejercicios, como pretendieron en su momento Fessard, Balthasar o K. Rahner, ni un comentario científico, sino Rambla que pretende una práctica y una relectura a partir del texto literal que permita el acceso al texto semántico, al alegórico y al anagógico. Los Ejercicios espirituales no son un libro para leer, sino una guía para hacerlos. El libro de Rambla propone entender bien el sentido de cada parte, su lugar en el conjunto, comprender el contenido y proponer orientaciones y desarrollos para su práctica. No más, pero tampoco menos. En él destaca la aproximación general como clave de lectura (páginas 13-15, 17, 24-29 y 50).

Rambla va siguiendo el librito de los Ejercicios. Así el capítulo 1 de la obra que comentamos está dedicado a una primera aproximación a través de las anotaciones [EE 1-20], el título [EE 21] y el conocido como “presupuesto” [EE 22]. Al Principio y fundamento [EE 23] está consagrado el capítulo 2º, seguido del capítulo 3º en que se presentan los exámenes y la confesión general [EE 24-44]. Siguen después cinco capítulos dedicados a las cuatro semanas en que tradicionalmente se dividen los Ejercicios. A la primera semana se dedica un capítulo [EE 45-90], a la segunda dos capítulos [EE 91-134 y 135-168], a la elección y la reforma de vida otro capítulo [EE 169-189], mientras que la tercera y cuarta semanas se concentran en un capítulo [EE 190-229]. Los seis siguientes capítulos sirven para presentar y comentar piezas importantes del conjunto del libro: la contemplación para alcanzar amor [EE 230-237], los tres modos de orar [EE238-260], el repertorio de misterios de la vida de Cristo [EE 261-312] y las reglas: de discernimiento [EE 313-336], de limosnas y de escrúpulos [EE 337-351] y del sentido verdadero de Iglesia [EE 352- 370]. Un último y brevísimo capítulo 15º, en función de conclusión, lleva como título “Aprovecharse y aprovechar” (pp. 385-387). Debo señalar la importancia y la riqueza de las notas a pie de página, algunas son verdaderos comentarios sucintos muy inspiradores.

El cuaderno de Ferran Manresa
(1934-2020), editado en catalán y en castellano por un miembro de Eides, Carles Marcet, tiene obviamente otra intención que corresponde a su origen. Ferran Manresa ha sido un jesuita esencial en el devenir de la Compañía de Jesús en Cataluña en el último largo medio siglo, sobre todo en el acompañamiento espiritual y formativo de muchas personas, religiosas, jesuitas en formación, seglares y comunidades. Esta misión le llevó repetidas veces a Bolivia. A pesar de que no dejó demasiados textos publicados, sí que conservamos algunos suyos sobre vida religiosa, sobre Bonhoeffer, sobre la oración y otros, además de sus ediciones de textos de Rousselot o de Rahner. El cuaderno que aquí comentamos, como se explica en la presentación, es una adaptación del mes de ejercicios propuesto de manera personalizada a una religiosa de Cochabamba (Bolivia) en 1997. La destacada labor del editor, Carles Marcet, ha sido la de “reducir” y “adaptar” los treinta días a una propuesta de ejercicios para ocho días. El resultado es muy estimable, pues ha unido el respeto al texto original con la adaptación tan propia del espíritu ignaciano, para facilitar el encuentro personal con el Dios siempre mayor. Los Ejercicios, nos dice el editor, son un camino mistagógico que tienen como objetivo ayudarnos a vivir la comunión con Dios en la peregrinación cotidiana de la vida.

Los Ejercicios no son literatura espiritual, son mistagogía para avanzar en la esquiva diafanía. Si los concibiésemos de otra manera, como un tratado teológico o como una lectura espiritual, los Ejercicios nos defraudarían o nos desorientarían. Los Ejercicios deben ser re-interpretados, es decir “adaptados” según personas, tiempos, modos y lugares. La fuerza de los Ejercicios reside en su carácter mistagógico, es decir, en la capacidad de ayudar al que los practica a recibir la comunicación gratuita e inmediata del Dios semper maior sobre su propia vida entendida como alabanza, reverencia y servicio. No es pues la originalidad del texto, ni su actualidad, sino su carácter performativo y mistagógico, excúsesenos la repetición, lo que sigue interesándonos de este librito. Son performativos, porque los Ejercicios acompañan y provocan un proceso de transformación personal y social nunca acabado, al tiempo que un proceso mistagógico que introduce y hace avanzar en la comprensión de un misterio siempre mayor que está ya dentro de cada una de las personas y de la realidad en su totalidad. Los Ejercicios son un texto de combate espiritual y de revelación interior de una sabiduría. Si no se alcanzan ambos, o al menos, uno de esos dos objetivos, es que no se ha captado su novedad ni se ha obtenido el fruto posible.

Hago mías las de Karl Rahner en Palabras de Ignacio de Loyola a un jesuita de hoy (1978) como una buena invitación desde estas tres aproximaciones, concluimos esta breve recensión: “la principal tarea [de todo jesuita], en torno a la cual deben girar todas las demás, ha de ser la de dar Ejercicios (…) una ayuda mistagógica destinada a que los demás no rechacen la inmediatez de Dios, sino que la experimenten y la asuman claramente”.


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