lunes, 7 de febrero de 2022

David Wilkerson: La cruz y el puñal. Por Jesús Ángel Rodríguez

Wilkerson, David: La cruz y el puñal. Editorial Vida, Miami (Florida, EEUU), 1965. 223 páginas. Comentario realizado por Jesús Ángel Rodríguez.

Tengo fe en Dios

Este libro no es una novela, es un testimonio. Es lo que le hace muy valioso, no te están contando una historieta “basada en hechos reales”, lo que cuenta sucedió y su legado permanece en Nueva York y en otras ciudades.

David Wilkerson era un pastor evangélico de una iglesia rural en Pensilvania. Una noche, mientras hojea la revista Life, se encuentra el dibujo de un juicio que se estaba celebrando en Nueva York por el asesinato de un joven a manos de unos pandilleros llamados los Dragones. En el dibujo uno de los chicos juzgados tenía una mirada tal de estupor, odio y desesperación que le dejó tremendamente impresionado. Sintió la llamada de ir a Nueva York a ayudar a aquellos muchachos y que lo hiciera de inmediato. La idea no se borraba de su cabeza. Al día siguiente tuvieron culto de oración en su congregación, les contó su experiencia de la noche anterior y les pidió ayuda económica para poder ir, porque no tenía dinero. No era ir a dar un paseo en coche, eran 560 km. de ida y otros tantos de vuelta, en las carreteras y coches de 1958, ocho horas de ida y ocho de vuelta. En el cestillo encontró 75 dólares con los que podía cubrir los gastos del viaje.

Acompañado de un miembro de su comunidad emprendió el viaje. Cuando estaba en la sala del juzgado, al terminar la sesión, se levantó para pedirle al juez que le dejara hablar con los muchachos. En ese momento se abalanzaron varios policías sobre él, le detuvieron y le interrogaron porque temían que fuera a atentar contra el juez. Cuando le soltaron le estaba esperando la prensa y le empezaron a hacer preguntas, le pidieron que posara con la Biblia en la mano (la foto que he puesto más abajo) que apareció en la prensa y le hizo famoso. No pudo cumplir con su objetivo y se tuvo que volver sin poder hablar con los chicos. Esta foto que le hizo parecer como un predicador “loco” fue la que le sirvió para que al volver a Nueva York, unos meses después, los chicos de la calle le reconocieran y le vieran como un igual al haber sufrido la persecución de la policía. Esto nos tiene que hacer caer en las veces miramos los frutos de nuestro trabajo en el corto plazo y qué poco confiamos en que Dios obra por dentro.

Lo que más me ha dejado impresionado del libro es la fe que nos transmite el autor. Una fe en Dios que le hace poner todo en sus manos, que le pregunta todo y acepta lo que le manda. Muchas veces no pedimos a Dios por lo que realmente queremos y que luego Él nos va a dar la respuesta a su manera: sí, todavía no, te voy a dar algo mejor. Te animo a que le pidas a Dios esas cosas que anhelas en lo más profundo de tu corazón y a que seas valiente y aceptes cuando te lo da, no dudando del milagro que te ha concedido.

Los católicos tenemos bastante prevención contra estos pastores evangélicos que muchas veces han salido en las películas y que caricaturizamos. Lo cierto es que, en la Iglesia Católica, tenemos mucha pesadez y mucha rigidez, unos cultos vacíos porque no nos sentimos partícipes. Aprendamos a relacionarnos con Dios, que en nuestras oraciones no digamos “yo pido a Dios por…”, te está escuchando ¡PÍDESELO! Además no confiamos en el poder de curación del Espíritu Santo. Ellos confiaban en Dios para sacar a los jóvenes de la heroína, ahora nosotros confiamos en la metadona y no oramos en absoluto. No seamos cristianos zombis, sino luchadores por la fe.

Te recomiendo vivamente que lo leas. Yo prácticamente me lo he leído en tres días. Como es auténtico, no quieres dejar de leer.



Este libro tiene su espejo en otro titulado ¡Corre, Nicky, corre!, que cuenta esta historia desde el punto de vista de uno de los chicos que conoció en Nueva York.



David Wilkerson (Hammond, Indiana, 19 de mayo de 1931 – U.S Route 175, Este de Texas, 27 de abril de 2011) fue un predicador evangélico de la Iglesia Pentecostal. Fue fundador y pastor principal de la Iglesia Times Square Church, en Nueva York y de las organizaciones cristianas Desafío Juvenil Global y World Challenge.

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