viernes, 6 de octubre de 2023

Maxime Gimenez: La sanación espiritual. Por Fray Julián de Cos

Gimenez, Maxime: La sanación espiritual. El sentido de la enfermedad. PPC, Madrid, 2005. 124 páginas. Traducción de Javier Sánchez Villegas. Comentario realizado por Fray Julián de Cos.

El monje benedictino Maxime Gimenez desarrolla en esta obra un profundo análisis existencial de la vivencia de la enfermedad. Tocando tangencialmente la temática psicológica, camina por la antropología filosófica y teológica hacia la búsqueda del «sentido» de la enfermedad. 

Analiza estos temas: «Las ambigüedades de la noción de sanación espiritual»: es importante tener en cuenta qué tipo de fuerza es la empleada para sanación (de naturaleza física, moral, psicológica o «espiritual»). «El sentido de la enfermedad», de cara al misterio último de la vida y de la muerte. «La experiencia de ruptura» y el sentimiento de pérdida que se experimentan cuando una persona está enferma. «El sentido nostálgico de la vida»: el amor, la fuerza de la vida, la libertad y la voluntad de poder. «El sentido trágico de la vida y el sentido de fracaso»: la pérdida y el fracaso. Y, por último, «De la llamada sin respuesta a la respuesta sin llamada»: las experiencias de Jacob y de Job. 

El análisis realizado por Gimenez nos descubre la realidad antropológica que se esconde en los enfermos. Es interesante descubrir los intrincados vericuetos vitales en los que la persona se puede internar al sufrir una dolencia. Asimismo, contrasta esta temática con lo que nos dicen conocidos pasajes bíblicos que muestran algunas facetas de la realidad humana: la resurrección de Lázaro (pp. 23ss); el éxodo del pueblo de Israel por el desierto (pp. 30ss y 75ss); Jn 14,6: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (pp. 76ss); 2 Co 12,7-9: sobre la enfermedad de san Pablo (pp. 83ss); Jn 12,24-25: el grano de trigo ha de morir (pp. 87ss); y la lucha de Jacob con el ángel (pp. 89ss). Sobre todo, destaca el estudio sobre la prueba de Job, al que dedica las 25 páginas finales. 

Gimenez no niega la existencia de sanaciones taumatúrgicas, psíquicas o psicosomáticas, pero afirma que la «sanación espiritual» radica en una profunda experiencia interior, pues el espíritu es la fuente de toda sanación (cf. p. 19). Cuando caemos enfermos, afloran a la superficie de nuestra conciencia preguntas que hasta entonces permanecían en el inconsciente: «¿Quién soy yo? ¿Qué hago? ¿Adónde voy? ¿Cuál es el fin? ¿Por qué?» (p. 44). Es entonces cuando se hace necesario que curemos los falsos sentidos de la vida (cf. p. 48). Contamos con Dios, que no es sólo el principio y fin de la vida que tenemos. Él es, ante todo, «la Vida por excelencia, es decir, en cuanto Vida de la vida que somos nosotros» (p. 53). Es preciso verificar que la vida no muere (cf. p. 54). En los duros momentos de la enfermedad, la fe nos ayuda a apoyarnos en el don absoluto y gratuito de la vida, alimenta nuestro querer vivir y nos da la energía necesaria para convertirnos y superar la «aparente debilidad de muerte» y así alcanzar un nuevo dinamismo de vida (cf. pp. 84-85). De este modo, la enfermedad puede ser el inicio de un proceso de nacimiento espiritual (cf. pp. 118-119). 

Maxime Gimenez aporta con esta obra valiosas ideas acerca de la enfermedad y su lectura cristiana. Puede ayudar mucho a las personas que vivan cerca de esta realidad: agentes de pastoral de enfermos o de ancianos, por ejemplo. Pero este autor se expresa en un lenguaje que en ciertas ocasiones es denso y poco accesible a personas con una escasa formación filosófica. Sería de agradecer que alguien «convirtiera» o «tradujera» su contenido a un lenguaje más asequible, para que así se difundiesen sus magníficas y sugerentes ideas.


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