viernes, 19 de julio de 2024

Giancarlo Biguzzi: Pablo, comunicador. Por Claudio Rajola

Biguzzi, Giancarlo: Pablo, comunicador. Entre interculturalidad y globalización. San Pablo, Madrid, 2008. 142 páginas. Comentario realizado por Claudio Rajola. 

La figura del apóstol Pablo nos invita a reflexionar sobre nuestro modo de vivir, sobre la sociedad actual y sobre nuestras modalidades de anunciar el Evangelio y vivir el mensaje cristiano.

 «Pablo se presenta como hombre bien enraizado en la vivencia concreta de la vida, pero al mismo tiempo libre de todo lo contingente, siempre dispuesto a elevarse hacia aquello que es universal y perenne. En su oficio de artesano trabajaba el cuero, pero era igualmente un pensador de amplios horizontes y de intuiciones profundas que dejarían su sello para siempre en la historia de la humanidad. [...] Hombre de la fe y del Evangelio, de la vida apostólica y de la misión» (p. 8). Así nos presenta la figura del apóstol Pablo Giancarlo Biguzzi, profesor de exégesis del Nuevo Testamento en la Universidad Urbaniana. 

Con un lenguaje sencillo y accesible, el autor nos propone un ensayo que analiza la figura y la misión de Pablo, empezando por su vida y su experiencia de cristiano que ha dedicado toda su vida al anuncio del evangelio. Leyendo este libro el lector puede descubrir cómo el apóstol se siente destinatario y mediador de la Revelación y cómo esto le empuja a valorar los elementos culturales de cada comunidad. 

El libro se abre introduciéndonos en la vida de Pablo, pasando por el acontecimiento de Damasco, mediante el cual la fe del apóstol alcanza su madurez y plenitud. Así nos lleva a afrontar el mismo gran viaje que conduce a Pablo desde Jerusalén hasta Roma. 

Con un atento análisis de las cartas paulinas, pero sin ser excesivamente técnico, Biguzzi nos introduce en la actividad misionera de Pablo, en una clarividente estrategia para la evangelización que le lleva a elegir grandes ciudades, grandes centros de intercambio cultural y comercial. De este modo logra que el evangelio llegue de forma casi espontánea tanto al centro como a la periferia del mundo de su época. 

Destaca, en particular, el capítulo en el que se presenta el medio apostólico de las cartas, rico en informaciones útiles a la hora de acercarnos a estos textos. Pablo elige la epístola como instrumento para anunciar a Cristo; es éste un instrumento privilegiado de evangelización que muy pronto se convierte en modelo de predicación. 

La estrategia apostólica de Pablo sigue un plan lúcido y preciso que permite al apóstol alcanzar grandes distancias llevando el mensaje del evangelio a una gran cantidad de gente. 

En fin, el libro, se presenta como una buena introducción a la figura del apóstol Pablo, teólogo, místico, comunicador, fundador y organizador de iglesias, cuya grandeza está fuera de discusión, aunque a veces sea precisamente el freno más fuerte para el conocimiento de las múltiples facetas de esta poliédrica y ecléctica personalidad. Hombre de pluma y tintero y hombre de acción, Pablo no detiene nunca su paso y lleva de Oriente a Occidente su crucial experiencia de Damasco, que le ha cambiado la vida y sus horizontes religiosos. 


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