Umbral, Francisco: Mortal y rosa. Planeta, Barcelona, 2007. 251 páginas. Prólogo de José Manuel Caballero Bonald. Colección Austral 733. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Pues estoy impactado. Te prometo que no había leído antes nada de Francisco Umbral. Probablemente porque estaba prejuzgando al autor a partir de aquel programa de televisión en el que Umbral fue a hablar de la presentación de un nuevo libro suyo, pero la presentadora, Mercedes Milá, no le dio minutos para hacerlo. Paco Umbral dijo algo así como: "Yo aquí he venido a hablar de mi libro, y si no, me marcho". Más o menos. De hecho, yo creo que el pobre Umbral ha pasado a la historia de la literatura española en el imaginario de mucha gente a partir de ese incidente. Creo que fue el 21 de abril de 1993. Uf, hace ya 21 años. ¡Cómo pasa el tiempo!
Bien, el hecho es que, hace un par de semanas, quedé con un nutrido grupo de compañeros de trabajo de un colegio en el que estuve trabajando durante 7 años hace algún tiempo. Uno de ellos, David, profesor de Economía, pero un verdadero sabio en cuestiones de literatura, me recomendó que leyera a Paco Umbral. Yo, al principio, reconozco que me eché a reír, pensando que David estaba de broma. Pero no lo estaba. Y me recomendó el libro que quiero presentar: Mortal y rosa. Me dijo que estaba escrito en una brillante prosa poética, que tenía una impresionante riqueza de vocabulario, y que era el típico libro que a él le gustaría escribir. "Tiene páginas que son insuperables", me dijo David. Pues dicho y hecho. Tomé nota del libro con idea de leerlo en algún momento de este verano. Y así ha sido. Solo que más pronto de lo que yo pensaba.
Mortal y rosa sorprende. No es una novela al uso. No hay ningún diálogo. No sigue ningún esquema del tipo "presentación-nudo-desenlace". No. Es un largo monólogo de un padre (Paco Umbral) que, al hilo de la desgarradora experiencia de la muerte de su hijo, recorre esos recovecos de la memoria en los que fluye el recuerdo por los meandros que el tiempo crea en nosotros. La parca está presente siempre, pero es tratada como lo que es: nada. De hecho, Paco Umbral dice que la muerte realmente no existe. Que existe el muerto. Desde ahí, el tratamiento evocador de lo que fue y de lo que no pudo haber sido, al igual que el tratamiento de lo que pudo haber sido pero no fue.
El título, Mortal y rosa, lo toma Paco Umbral de un poema de Pedro Salinas:
... esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.
El prólogo está escrito por José Manuel Caballero Bonald. En él ya nos indica que la obra de Francisco Umbral es inclasificable. Podría ser tomada como un diario íntimo, o quizá como un monólogo dramático, o incluso como un ensayo filosófico, pero por encima de todo participa de las consecuencias elegíacas de la memoria. En cualquier caso, se trata de un libro poliédrico en el que realidad y literatura coinciden en una gestión unánime para modificar artísticamente la realidad. Para ello, Umbral emplea consecuentemente la prosa narrativa con una clara intencionalidad poética. Y claramente se muestra como un verdadero maestro.
La temática última es que "no somos sino una sucesión de esbozos". Así, Umbral comienza con un obstinado autorretrato de sí mismo, y culmina con el de su hijo. Maravilloso. Sublime.
La técnica que utiliza Paco Umbral es la del mosaico. A modo impresionista, el autor va cambiando de escena en cada momento, dando la sensación de cierta desorientación. Así hasta completar el conjunto de lo que quiere mostrar. Este esquema implica (y de qué manera) al lector. De hecho, en algún momento de su obra, Umbral dice que es más creativo el lector que el escritor. Mientras el escritor se limita a poner signos sucesivamente en una hoja en blanco, el lector recrea lo escrito por el autor dándole fuerza y forma, generando vida y coherencia en la realidad recreada.
Esta obra fue publicada por primera vez en 1975. Y, conforme pasa el tiempo, va adquiriendo notoriedad, pues rompe estilísticamente con todo lo anterior. Parece que está en el origen de un nuevo estilo literario, el cual se distancia claramente del realismo decimonónico y de sus consecuencias en el siglo XX.
En fin... Obra más que recomendable. Una auténtica maravilla de la prosa poética. El tema se las trae, porque yo creo que no hay dolor más grande que perder a un hijo. Pues aquí nos lo presenta Francisco Umbral con toda su crudeza a pesar del lirismo de su prosa. Un corazón se abre para dar. Un corazón debe abrirse para acoger. Extraordinaria. Que la disfrutes. Hasta la próxima.
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