miércoles, 21 de agosto de 2024

Jacques Lancelot: El Padrenuestro. Por Laura Steegmann

Lancelot, Jacques: El Padrenuestro. Reflexionado y meditado. Sal Terrae, Santander, 2007. 120 páginas. Comentario realizado por Laura Steegmann.

Este libro nace, como el mismo autor expresa, «en esos fragmentos de tiempo» donde uno rumia y ora las frases del Padre Nuestro. Desde ahí se intenta animar la vida de aquellos hombres y mujeres comprometidos con el mundo y con la Iglesia. 

Jacques Lancelot, sacerdote de la diócesis de Bayeaux y Lisieux, es párroco en la periferia de Caen y, además, ha vivido seis años en Chile (de donde fue expulsado en tiempos de Pinochet) y siete años en los barrios marginales de México. Consecuentemente, y como reflejo de una vida, podemos constatar fácilmente que Latinoamérica está muy presente en las páginas de este libro; y los pobres tienen un lugar en el mismo porque, como afirma el escritor, «los pobres son cada vez más numerosos en el mundo». 

La obra va desentrañando cada frase del Padre Nuestro, y así nos descubre un Dios que no es sino el Padre y Madre de toda la creación, no sintiendo nunca más la tentación de darle otro título que no sea éste, como un niño cuya confianza es proporcional a su fragilidad, de la que es consciente, pero que no le da miedo, porque «su nombre está inscrito en la palma de la mano de su Padre». 

El principal objetivo de la reflexión y meditación del Padre Nuestro que nos transmite J. Lancelot es hacernos reaccionar y provocar ante un Dios que no es lo que nosotros pensamos. Insistentemente se afirma a un Dios que no es todopoderoso en hacer y deshacer a su antojo, sino a un Dios que es alianza de vida con la humanidad; un Dios todopoderoso de bondad, amor, ternura, misericordia y benevolencia; y, desde ahí, un Dios que ayuda a elegir la vida unido a los hombres. Ciertamente, J. Lancelot nos lo expresa constantemente de una manera bonita: la presencia del Señor es todo gracia. Entonces es así como se destierra todo temor, dejamos que Dios ame en nosotros y nos hacemos hermano/a de cada ser humano. 

Al recorrer las páginas descubrimos poemas que van salpicando todo el libro. Es otro lenguaje, otra mirada que intenta llevar también a la reflexión y a la oración. Por eso, este libro no es para devorarlo, sino para saborearlo, retomarlo una y otra vez y encontrarnos en cada ocasión con el Dios Padre y Madre que nos ayuda a creer en la vida. 


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