miércoles, 27 de noviembre de 2024

Agenor Brighenti: La Iglesia perpleja. Por Sofía Quintáns Bouzada

Brighenti, Agenor: La Iglesia perpleja. A nuevas preguntas, nuevas respuestas. PPC, Madrid, 2007. 158 páginas. Comentario realizado por Sofía Quintáns Bouzada.

Agenor Brighenti es presbítero y doctor en Teología por la Universidad de Lovaina, licenciado en Filosofía y especialista en Pastoral Social. Además de su tarea como profesor y director del Instituto Teológico de Santa Catarina, también enseña en la Universidad Pontificia de México, en la Unisul y en la Fundación Educacional de Brusque. Además de otras actividades pastorales, es miembro del Instituto Nacional de Pastoral de Brasil. 

Las lúcidas reflexiones del autor que figuran en estas páginas provienen de dos fuentes que nacen del encuentro con la realidad: la primera es el resultado de textos elaborados en distintos ámbitos eclesiales y de la sociedad civil que le ayudan a identificar cuestiones reales que afectan a la Iglesia, y la segunda es fruto de su trabajo en el medio académico, lo cual posibilita a lo largo de la obra una formulación más analítica de estas cuestiones en el seno de la teología pastoral. La formulación analítica no evita, por tanto, que el «situarse» teológico sea siempre desde la praxis; como él mismo afirma: «no menos importante es mi compromiso pastoral en los medios populares, o sea, la presencia y la inserción entre los más pobres» (p. 9). 

A lo largo de los dos primeros capítulos, A. Brighenti nos va situando en el cambio de época en que nos encontramos, con las características propias de imprevisibilidad que colocan a la Iglesia en la confusión. Nos sitúa en esta innegable época de crisis en el ámbito social y eclesial, crisis de Modernidad y «vaticanidad» (p. 6), invitando permanentemente a vivirla como «época de transición, tiempo pascual. Síntomas de caducidad de maneras de ser, relativas a la precariedad del presente, aluden a la posibilidad de nuevas síntesis con perspectiva de futuro» (p. 94). 

La tercera parte, en conjunto, nos invita a «retornar» al espíritu del Vaticano II para hacer de la historia un verdadero locus theologicus, lugar privilegiado para descubrir nuevos “signos de los tiempos” en los distintos contextos. De ahí surgen nuevas preguntas que necesitan nuevas respuestas; identificar las preguntas para explicitar facetas de la revelación desconocidas es la gran propuesta de esta obra.

Y en la cuarta parte invita a reconocer los grandes desafíos que nacen de los nuevos signos de los tiempos: el desafío de la nueva racionalidad, el desafío del creciente mundo de la insignificancia con los nuevos rostros de pobres y el desafío del pluralismo, tanto cultural como religioso. Por tanto, estos nuevos desafíos apuntan a nuevas respuestas de cara a un replanteamiento de la misión evangelizadora.

La obra es toda una invitación a no quedarnos inmóviles en medio de la opacidad de la historia, reconociendo caminos nuevos, fieles a la realidad presente sin dejar de serlo a la experiencia originaria.

Quizás es tiempo de sumergirnos en obras como esta, que nos invitan a los cristianos a renovarnos permanentemente bajo el dinamismo del Espíritu. E igualmente recordar y poner en práctica, como adelantó Rahner, la llamada «reforma estructural de la Iglesia».


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