viernes, 28 de febrero de 2025

Carlos Beorlegui: La singularidad de la especie humana. Por María Dolores Prieto Santana

Beorlegui, Carlos: La singularidad de la especie humana. De la hominización a la humanización. Publicaciones de la Universidad de Deusto, Bilbao, 2011. 542 páginas. Comentario realizado por María Dolores Prieto Santana.

La vida cristiana y la antropología van de la mano. Las imágenes de Dios y el modo de comunicarse con él tienen una irreductible conexión con la imagen del ser humano, de la condición humana. En la cultura actual domina una concepción de la humanidad que se nos antoja reduccionista. Interpretar los procesos más íntimos del ser humano (el amor, el altruismo, la experiencia de Dios...) única y exclusivamente como procesos bioquímicos en el cerebro parece, desde la filosofía, excesivamente simplista. 

Por eso, este extenso trabajo de síntesis apasionada de Carlos Beorlegui puede ser iluminador. La publicación en 1928 del ensayo «El puesto del hombre en el Cosmos», de Max Scheler, suele ser considerada como el manifiesto de fundación de la Antropología Filosófica, una nueva disciplina que se emancipa de la antigua filosofía de la condición humana. 

En 1999, el profesor Beorlegui, Catedrático de Filosofía en la Universidad de Deusto y profesor invitado en la Universidad Centroamericana de San Salvador, publicó en esta misma colección su Antropología Filosófica. Nosotros: urdimbre solidaria y responsable (la tercera edición es de 2009). Llega ahora lo que él mismo considera la segunda parte de la anterior: La singularidad de la especie humana. De la hominización a la humanización. 

Gran parte de las reflexiones que los científicos hacen sobre la condición humana tienen, en nuestra opinión, un sesgo excesivo hacia posiciones reduccionistas. La llamada «antropología científica», siguiendo los dictados de Darwin y sus seguidores, pretende mostrar que la autorreflexión sobre el ser humano se agota dentro del marco de las ciencias de la vida. La pregunta que suele hacerse es: ¿en qué nos parecemos a los animales? El desarrollo de la etología y de la neurología ha ahondado en las respuestas biologicistas, como han mostrado muchos antropólogos. Sin embargo, la moderna antropología filosófica ha trocado la pregunta por la siguiente: «¿En qué nos diferenciamos de los animales?». La pregunta por la «diferencia» remite inmediatamente a la búsqueda de los elementos que marcan la singularidad humana. Lo «humano irreductible», de que habla Imanol Zubero. Recuperamos el viejo debate de la antropología cultural sobre el etnocentrismo y el relativismo cultural y las posibilidades de una alternativa a ambas posturas. 

Con modestia, el autor concluye que los rasgos biológicos y de comportamiento que las ciencias nos aportan sobre la especie humana suministran apoyo suficiente para defender la singularidad del ser humano dentro del proceso evolutivo. 

«Frente a quienes concluyen que las tesis darwinianas habrían demostrado que las tesis humanistas y antropocéntricas han quedado obsoletas, entendemos que los datos científicos, si se interpretan adecuadamente, constituyen un apoyo necesario y suficiente para seguir manteniendo la diferencia cualitativa del ser humano frente al resto de las especies vivas» (p. 28). 

Beorlegui reconoce que este estudio tan ambicioso no puede ni aspirar a ser totalmente original, ni contener hasta el último dato de cada una de las disciplinas antropológicas sobre las que reflexiona. «Hemos tratado únicamente de aportar los elementos fundamentales para realizar una síntesis suficiente sustentadora de la tesis filosófica que estamos defendiendo sobre la específica y singular constitución esencial de la especie humana» (p. 29).  

¿Qué es el ser humano?, se preguntaba Immanuel Kant a finales del siglo XVIII. La pregunta sigue abierta: ¿en qué nos diferenciamos de los animales? ¿Cómo hemos llegado a ser humanos? Son muchos los modelos explicativos vigentes en la actualidad. El autor está abierto a cuantas matizaciones sean necesarias y a dar razón de sus conclusiones. El talante de estas páginas es un ejemplo de apertura al diálogo y a tender puentes con cualquier postura razonable sobre el ser humano. 

Una extensa y actualizada bibliografía (40 páginas y unas 1.200 entradas) cierra estas páginas. En ella los lectores pueden encontrar referencias muy diversas (sobre todo en castellano) para seguir reflexionando sobre el misterio insondable de quiénes somos nosotros, los humanos. Los únicos animales capaces de preguntarnos por nosotros mismos.


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