miércoles, 12 de marzo de 2025

Julio L. Martínez: Moral social y espiritualidad. Por José Castro Cea

Martínez, Julio L.: Moral social y espiritualidad. Una co(i)nspiración necesaria. Sal Terrae, Santander, 2011. 176 páginas. Comentario realizado por José Castro Cea.

El otro día leí, en un estudio sobre la maternidad en la Unión Europea, que algunas investigaciones vienen a mostrar cómo la maternidad (y a su modo la paternidad) hace más inteligentes a las mujeres (y a su modo a los hombres). El caso es que me recordó cómo, cuando era un crío, en las sofocantes tardes del verano gaditano, no hacía más que trastear, impidiendo la saludable siesta a mis padres. Mis padres, que con tres hijos ya tenían bien desarrollada esa inteligencia de la que hablaba el estudio, decidieron comprarme en un puesto playero una contundente edición de Las mil y una noches que conservo con gran cariño; las mismas noches que tuvo la perspicaz Sherezade picando en su curiosidad al rey Shariar, llevándole de una historia a otra. Ni que decir tiene que a mí la historia me tuvo entretenido todas las siestas de ese verano, para solaz de mis padres. Desde entonces, uno de los criterios que más pondero para mi valoración de una obra (literaria, cinematográfica, teatral, musical o de cualquier tipo) es la capacidad que la misma tenga para estimular la curiosidad, para suscitar preguntas, para ampliar senderos que lleven a jugosos paisajes intelectuales, emocionales, pastorales o estéticos; y esta es una de las grandes virtudes, a mi modo de ver, de este libro.

Permítanme, pues, que en vez de presentar el hilo argumental del libro, algo que ustedes mismos podrán hacer, comparta los paisajes que de la mano de este libro han ido apareciendo. Claro está que toda lectura es una interpretación del lector; por tanto, estas líneas son mi visión subjetiva. Lo asumo con sus consecuencias, no hay más remedio; pero estoy convencido de que mi deseo de adentrarme en estos lugares intelectuales «picará» a más de uno en su curiosidad, como Sherezade al rey Shariar en Las mil y una noches. 

Creo que fue uno de mis formadores quien contó una vez que, cuando era estudiante, tenía un gran poster en su habitación con la pregunta «¿Por qué?», y que consideraba que esta era la cuestión de la que constantemente hemos de partir, y que nunca hemos de dejar de volver a ella. El caso es que esta pregunta encabeza los primeros pasos de este libro y aparece repetidamente a lo largo de todas sus páginas. Aplicada al campo de la moral, quedaría convertida en la pregunta: ¿por qué tengo que obrar el bien? O, más llanamente, ¿dónde está escrito que tenga que hacer el bien? Pues bien, a través de sus páginas el profesor Julio L. Martínez nos ayuda a afrontar esta pregunta, que es la gran cuestión moral que hoy se hacen las personas o, mejor dicho, que no se hacen explícitamente, pero que late en el fondo de la zozobra moral de nuestros tiempos. La pista que el autor nos da es que esta pregunta solo se puede abordar estableciendo una estrecha relación entre sentido vital y sentido moral de la existencia, que en cristiano se traduce en la necesaria relación entre espiritualidad y moral; o, dicho en los términos del libro, en la necesaria co(i)nspiración entre espiritualidad y moral. 

Esta relación entre espiritualidad y moral nos conduce a una segunda pregunta, a modo paisaje intelectual: ¿quién es el sujeto moral?; ¿quién es el sujeto espiritual? En el recorrido por este paisaje, el autor orienta nuestra mirada, en un primer momento, hacia los elementos que han hecho que ambos sujetos se hayan desgajado: una teología moral que se había centrado durante demasiado tiempo en los actos del hombre, dejando de lado al hombre que actúa; un discurso liberal que recluye en el ámbito de lo privado la religión-espiritualidad y la transformación del sujeto que el cambio cultural provocado por la globalización está haciendo emerger. Esta mirada es sin duda estimulante de cara a la praxis pastoral, porque nos ofrece elementos con los que comprender viejos y nuevos fenómenos pastorales con los que a diario tenemos que lidiar: la dificultad de muchos cristianos para vivir su fe comprometidamente, el surgimiento de nuevos itinerarios de exclusión social, la tentación del un cristianismo numantino... 

Julio L. Martínez va a moverse entre dos ejes para la (re)construcción del sujeto ético-espiritual que, en sí mismos, conforman otro de los paisajes a los que este libro abre miradas. Como el artesano de la cestería, el autor trenza a lo largo del libro dos mimbres fundamentales. El primer mimbre sería el sujeto ignaciano, en el que el conocimiento interno (de Dios, de sí mismo, y de la realidad) se refleja en la transformación de la vida práctica a través del discernimiento, en el que el papel de la Iglesia como referente y acompañante tiene un papel imprescindible. Y por otro lado, como segundo mimbre, a lo largo de la obra va a ir haciendo una lectura del Magisterio de Benedicto XVI, del que destaca la centralidad de la caridad como principio ordenador de la espiritualidad y la moral cristianas. Nudo a nudo, el autor trenzará la necesaria relación entre experiencia humano-espiritual y compromiso con la realidad que emana de la conjunción de ambas fuentes. 

Paulatinamente, la pregunta inicial por el ¿por qué? se ha ido transformando no tanto en la pregunta ¿qué debo hacer para obrar bien?, que nos remite únicamente a deberes, a normas, a mandatos, sino más bien en la pregunta ¿quién tengo que ser? O, mejor aún, ¿quién tengo que llegar a ser para que mi vida sea realmente respuesta al don que he recibido? Desemboca así en un último paisaje: la virtud como categoría que permite el reencuentro entre espiritualidad y moral. Volvemos de nuevo a una perspectiva pastoral, en la medida en que la virtud lleva inscrita la práctica, el poner en juego al sujeto y sus capacidades, y nos remite a las comunidades cristianas como matrices en las que se gesta el hombre nuevo, donde se educa y se acompaña al cristiano en el camino que le conduce a ir respondiéndose a esa pregunta de ¿quién tengo que llegar a ser? 


No hay comentarios:

Publicar un comentario