Lütz, Manfred: Dios. Una breve historia del Eterno. Sal Terrae, Santander, 2009. 285 páginas. Traducción de José Manuel Lozano-Gotor Perona. Comentario realizado por Jesús Sanjosé del Campo.
Si bien el título asusta un poco, quien se acerque al libro y hojee su contenido se irá encontrando con una serie de cosas que al menos le llamarán la atención. Lo primero de todo es un índice en el que se encuentran temas atractivos y que comienza con arte (1. Música y arte) y termina con arte (13. Arte y música). Que del arte pasa a la psicología (2. La psicología y Dios) y que antes de llegar al arte final, pasa por la psicología (12. Dios y la psicología). Que ofrece una serie de capítulos de corte académico (4. El Dios de los ateos; 7. El Dios de los científicos, y 8. El Dios de los filósofos), junto a otros vivenciales (5. El Dios de los niños, y 6. El Dios de los profesores). Y que no se olvida del capítulo directamente teológico (9. El Dios de Abraham, Isaac y Jacob). En el interior de estos capítulos se albergan apartados con títulos al menos sorprendentes, tales como «La fiesta con champán arruinada», o «¿Cómo poner coto al atraco de los bancos?», o «Una salvífica tentativa de asesinato»…
Quien sea capaz de superar el asombro que tales títulos pueden provocar y se dedique a leer el libro –ya lo han hecho algunos a juzgar por los 150.000 ejemplares vendidos en Alemania–, se puede encontrar con una sorpresa: la de constatar que es posible hablar de un tema tan serio como es el de Dios en un lenguaje llano y sencillo, con ejemplos que ilustran la idea que se desarrolla y con el afán de conseguir un objetivo terapéutico –de liberación– en el lector…
El autor, médico psicoterapeuta de profesión, con estudios teológicos y filosóficos, maneja una extensa cultura que le permite relacionar muchos aspectos de la realidad cultural. En un tono humorístico, no exento a veces de ironía, presenta ante el lector una serie de situaciones en las que se pueden confrontar las falsas imágenes de Dios que cada uno de nosotros ha tenido en algún momento de su vida. La apuesta del libro tiene que ver con que quien harto de falsas imágenes abandona la creencia en el Dios de la Biblia, no hace nada más que pararse en un proceso que el mismo Dios de la Biblia denunció desde antiguo. Así, de la misma manera que el pueblo elegido de Dios, ante sus silencios, no pudo por menos de hacer ídolos y tuvo que ser el mismo Dios quien los mandó destruir, el creyente en la actualidad, inmerso en los estrechos márgenes culturales que le ha tocado vivir, para seguir creyendo, debe seguir destruyendo las antiguas imágenes de Dios, que si fueron necesarias en un tiempo –el Dios de nuestra infancia, el Dios de nuestros maestros…– hoy, en su vida adulta, han quedado pequeñas. Todo esto, leído en manuales teológicos, suena a oído ya, de ahí la necesidad de intentar otro método, otro camino, el terapéutico, que es el que sigue el autor de libro. El desarrollo es una forma de provocar al lector verbalizando esas sospechas comunes a muchos, para llegar al núcleo del Dios bíblico, y a partir de ahí dar pistas para recomponer un mejor conocimiento de Dios, cada vez más libre de falsas imágenes.
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